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Los Andes-Sábado 17: Alicia Moreau y la democracia

Por Liliana Vela Prof. de Filosofía UNCuyo-Incihusa, Cricyt

19 de septiembre de 2005, 12:47.

La figura de Alicia Moreau es inescindible, tanto de las transformaciones civiles y políticas para las mujeres durante la primera mitad del siglo, como de los procesos políticos nacionales a lo largo del siglo XX.
Nacida en Inglaterra en 1885 arriba a nuestro país en la última década del siglo XIX. Sus padres, de origen francés, debieron huir del país natal luego del levantamiento de la Comuna de París en 1871. Inglaterra fue una escala en el proceso migratorio que finalizaría en Argentina. El ideario socialista que sostuviera aquel levantamiento formó parte de la atmósfera familiar. Seguramente ese clima resultó propicio para que Alicia se enrolara entre las mujeres notables que pasaron a engrosar la representación femenina del partido socialista fundado por Juan B. Justo a fines del siglo XIX. Esa notabilidad derivaba de un recurso excepcional de las mujeres de comienzos de siglo: el acceso a estudios superiores. Como otras de su generación y de su clase, Alicia se graduó en medicina de acuerdo a los cánones positivistas vigentes en la universidad. Ese capital simbólico adicional a la tradición política familiar, sin duda mejoró sus perspectivas de liderazgo en el mismo partido y se manifestó más tarde en su matrimonio con Juan B. Justo.
A partir de 1906 Alicia Moreau asumió simultáneamente la militancia en el Partido Socialista y en el feminismo.
En la perspectiva de Moreau, ninguna democracia estaría completa sin el reconocimiento de derechos para la población femenina. Cabe señalar que estas demandas se hacían en nombre de la naturaleza maternal de las mujeres y si en apariencia tenía aires de familia con la perspectiva tradicional, difería profundamente de ésta en cuanto no se trataba de la consecuencia lógica de los ciclos vitales, sino de una responsabilidad conscientemente asumida a partir de la cual cabía la exigencia de ciudadanía. El mejoramiento de la condición social, civil y política de las mujeres significaba un progreso que no veía el derecho como un fin, sino como un medio para el mejoramiento integral de la sociedad. De modo tal que las acciones feministas se desarrollaron en un campo de tensiones, entre equilibrios simbólicos y compromisos resueltos según las líneas de fuerza, que unas veces legitimaron, y otras torcieron, la razón del más fuerte.
Las circunstancias internacionales desencadenantes de la Gran Guerra desviaron la atención respecto de las demandas democráticas de las mujeres. Una vez concluida, las peticiones fueron retomadas. Para entonces Moreau advierte que los derechos políticos no decantarán como parte de la evolución social e intentará acrecentar las fuerzas socialistas mediante la confluencia del Centro Socialista Femenino, la Agrupación Femenina Socialista y parte del Consejo Nacional de Mujeres, en la Unión Feminista Nacional que organizará simulacros de voto en los años '20. Estas acciones fueron acompañadas por el Partido Feminista Nacional, que lideraba la constante sufragista Julieta Lanteri. Si bien estas y otras iniciativas fueron emprendidas por grupos reducidos de mujeres, eran acompañadas por legisladores liberales y, en mayor número socialistas, que defendían en las cámaras los proyectos de ciudadanización de las mujeres argentinas. Estos esfuerzos quedaron plasmados en 1926 con el reconocimiento de derechos civiles. Aunque hacia la década del ’30 estaban pendientes los derechos políticos, la cuestión tenía presencia en la agenda política y en la opinión pública.
Sin embargo la crisis institucional que daría fin al gobierno de Hipólito Yrigoyen afectó de manera decisiva, no sólo las demandas feministas, sino el proceso democrático mismo. Aunque en 1932 el proyecto de sufragio, presentado una vez más por el socialismo en las cámaras, estuvo cercano a convertirse en ley, cierta maniobra de la Comisión de Presupuesto en la Cámara de Senadores lo obstaculizó hasta que a mediados de los ’40 es retomado por Perón.
Los sucesos de la contienda internacional desencadenados por la Segunda Guerra Mundial, gestaron un escenario de conflictos internos relacionado con la posición política frente a los combatientes. En adelante la acostumbrada dicotomía política nacional tendría la oportunidad de reavivarse en el enfrentamiento entre aliadófilos y pro nazis. El gobierno de facto del '43 que venía a "poner fin a la Década Infame", no era externo a la disputa; al mantenerse neutral respecto del conflicto, manifestaba sus simpatías por el Eje.
Este golpe y el surgimiento del movimiento peronista, llegaron cuando las fracturas previas del Partido Socialista eran irrecuperables y sin haber podido establecer, a lo largo de su historia, un vínculo dinámico y duradero con los sectores populares, que serían captados por Juan Domingo Perón desde el '43.
 
La mujer en la democracia
En este clima Moreau escribe “La mujer en la democracia”. En esta obra Alicia Moreau no plantea diferencias respecto de sus posiciones históricas en cuanto al sufragio, la función social y política de la maternidad y el proceso de evolución democrática fundado en valores morales. ¿En qué radica la novedad? Lo nuevo está dado en las condiciones de producción de la obra, marcada por la coyuntura socio-política de la época. Se propone distanciar lo que ella entiende por democracia de cualquier otro formato político que bajo su apariencia, defienda intereses sectoriales. El fraude, el caudillismo, propios de la cultura política criolla y el movimiento nazifascista, serán objetos de análisis. El contenido del texto está estructurado sobre la base del antagonismo, en donde se destacan los siguientes ejes: democracia vs nazifascismos; educación racionalista vs ignorancia popular; política ilustrada vs política criolla; individuo autónomo vs masa manipulable.
El tono fuertemente prescriptivo corta transversalmente la obra en un momento histórico político candente, tanto a nivel internacional como local. Este cruce histórico le permite una lectura en dos planos en donde acentúa la experiencia popular conocida del yrigoyenismo y a partir de una cierta escisión, sin mencionar al embrionario movimiento peronista, su análisis apenas lo olvida por momentos.
El socialismo sostuvo con esta nueva fuerza política un enfrentamiento encarnizado que no menguó con el tiempo y constituyó parte de la oposición más radicalizada al peronismo, al que veía como un modelo político ilegítimo. El balance de medio siglo en cuanto al proceso de democratización fuera y dentro del país, atribuido en parte a las contribuciones del movimiento feminista como emergencia de un proceso evolutivo superior, parece obedecer a la necesidad de hacer un recuento y tomar posesión de las conquistas feministas, al mismo tiempo que la demonización de lo "otro", la habilita a posicionarse en un lugar enfrentado y necesariamente dicotómico: democracia o tiranía.
El nuevo movimiento no sólo prometía eliminar de la escena a los tradicionales actores políticos, sino cambiar sustancialmente y, a juicio del antiperonismo, inescrupulosamente, las formas de hacer política, que pese a sus enfrentamientos de años, experimentaban como asimilables frente a la amenaza del nuevo movimiento. Les permitía identificarse como la clase, o las clases, que de uno u otro modo, habían construido la grandeza cultural del país a partir de una serie de pautas, normas y valores compartidos que veían peligrar a manos de un nuevo sujeto político que no era el sujeto revolucionario de la promesa socialista, ni el que gobernaría por sus méritos, ni el privilegiado por su origen; sino un sujeto "presa de la manipulación", sin formación como para sostenerse autónomo y racional, sin valores republicanos y sin experiencia política. Frente a este escenario, el antiperonismo pudo justificar sus negociaciones como fundadas en la defensa del "bien común", base formal de todo orden democrático, y constituir al peronismo en el enemigo de la democracia. Mediante esta lógica bipolar, depositaron en él todo lo que era indeseable para "todos" aunque una parte,"la del pueblo seducido", lo ignorara por el momento.
Como contrapartida, el peronismo se ocupó de acrecentar los temores del antiperonismo, construyendo sus intereses y rasgos de identidad, escindidos de las capas tradicionales mediante la institución de un nuevo formato político que rivalizara con el poder tradicional; rompiera con los lazos históricamente construidos y generara un vínculo carismático y duradero entre las masas y sus líderes: Perón y Eva Perón.
En estas condiciones, Moreau afirma que quienes apuestan por el respeto de los valores democráticos deberán colaborar en la acción política, sin que esto se interprete como uniformidad de pensamiento; la democracia posibilita esa diversidad de puntos de vista que confluyen en necesidades comunes; una idea que la sostuvo a la hora de justificar la heterogénea Unión Democrática, que asoció a todos los sectores antiperonistas; así como más adelante justificaría su participación en el golpe cívico-militar al gobierno peronista en 1955.
El peronismo tomó por sorpresa a los tradicionales sectores políticos, que, suspendidos en sus perspectivas ideológicas y en sus conocidas pendencias, se hacían miopes ante los signos de los nuevos tiempos. Confiado, de manera invariable, en su mayor comprensión y entendimiento, para el antiperonismo las masas eran arrastradas por los procederes demagógicos de un ilusionista.
Perón entraba camuflado a la escena política, pero probablemente con un buen tiempo de gestación de un programa desconocido por otros, que se veía favorecido, precisamente por su condición de externalidad en la historia política nacional.
La distancia entre ambos sectores se abría como un abismo inzanjable; y como nada permanece inmóvil en el tablero de la política, el socialismo -y en nuestro interés particular, Moreau- mostró, en la férrea oposición al movimiento popular, los límites de la democracia formal. Ante la emergencia del peronismo, que interpretó como régimen autoritario, a la socialista se le hace incomprensible que esa multitud del 17 de Octubre esté algo más que obnubilada por los efectivos mecanismos de propaganda fascista y dádiva demagógica. Constituida ahora en defensora del orden reglado por las instituciones; de los valores tradicionales de la cultura superior, rechazará toda promesa de ciudadanía proveniente del peronismo.
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La trayectoria política de esta figura que se enroló en el feminismo de principios de siglo, revela el dramático curso de la democracia argentina en el siglo XX. La opción por el socialismo la ubicó, avanzada la mitad del siglo, en la Secretaria General del Partido Socialista Argentino y la recuperación de la democracia en 1983 la encontró entre los integrantes de la Comisión Permanente por los Derechos Humanos.
 
La sociedad y las ideas latinoamericanas
El texto que ofrecemos en esta página pertenece a Liliana Vela, profesora de Filosofía y Letras de la UNCuyo e investigadora del Incihusa, Cricyt. Forma parte de una de las conferencias del seminario “La sociedad y las ideas ante el Bicentenario” que se desarrolla en la sala Ñacuñán, de Cricyt, durante los meses de setiembre y octubre.
Esta conferencia sobre Alicia Moreau, ofrecida el pasado jueves, fue la tercera de la serie, que comenzó con una charla de Arturo Roig el 8 de setiembre. Las fechas que continúan el seminario son:
Jueves 22/9, de 15 a 17 hs. “Las teorías de la dependencia como instante de autonomía intelectual”, a cargo de Dra. Fernanda Beigel.
“Una visión del humanismo latinoamericano del siglo XX: Augusto Salazar Bondy”, a cargo de la Dra. Adriana Arpini.
Jueves 29/9, de 15 a 17 hs. “A cinco años del Bicentenario de Mayo: la Revolución en el Interior”, a cargo de la Dra. Beatriz Bragoni.
“La circulación de ideas en la literatura periodística de Mayo”, a cargo del Dr. Dante Ramaglia.
Jueves 6/10, de 15 a 17 hs. “Políticas de la subjetividad y teorías acerca del sujeto”, a cargo de Lic. Marisa Muñoz.
“El derecho humano a la participación política ciudadana”, a cargo de Dra. Liliana Giorgis.
El seminario aborda los procesos históricos relevantes de nuestro pasado y su proyección en el presente. Y busca analizar en los escritos de algunos pensadores latinoamericanos la red de categorías de comprensión social y política y su fundamentación filosófica. También producir un informe breve o esbozar un proyecto de investigación que signifique un aporte a la temática.
Está destinado a graduados de carreras humanísticas y ciencias sociales y políticas, docentes, alumnos avanzados, público en general. Informes: Secretaría de Prensa y RRPP - Cricyt - Conicet. Teléfono: 0261-4288314 interno 237. E-mail: prensa@lab.cricyt.edu.ar

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