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Los Andes-Sábado 18: Diez años de un posgrado universitario

Queridas, queridos colegas. En 1994 lanzamos desde el Rectorado de la Universidad Nacional de Cuyo, con el apoyo entusiasta e incondicional del entonces rector, el ingeniero Armando Bertranou, y también de la totalidad del Consejo Superior, una línea de capacitación para la docencia, que constituía una política institucional: contar con el mayor número de educadores con una formación para el trabajo cotidiano en las aulas. Cuando se aspira a involucrar a mucha gente en un proyecto educativo, los viejos sistemas presenciales no son suficientes. Si por entonces teníamos en la UNCuyo alrededor de 3.800 docentes y si insistíamos en la presencialidad, podíamos lograr el egreso de unas 40 a 50 personas cada 18 o 24 meses. Colocados esos resultados en una línea temporal, nos hubiera llevado décadas abarcar por lo menos a la mitad de los académicos. Optamos por un sistema a distancia, que hemos mantenido hasta el presente.

¿A distancia de qué, de quiénes, si a cada instante nos cruzábamos en los pasillos de las diferentes facultades? A distancia de las aulas. No era un problema de acceso a los espacios donde se dan clases, sino una concepción del aprendizaje: los docentes adultos, con una experiencia irremplazable, pueden aprender más de sí mismos y de lo que les aportan sus compañeros, con un adecuado acompañamiento, que de un grupo de especialistas que los hagan objeto de sus lecciones. Aprender de uno mismo no significa volverse dueño de la verdad y mucho menos un acto de soberbia. Significa revalorizarse, reconocer el camino recorrido, reflexionar sobre lo hecho y lo que pudo hacerse, aprender de aciertos y de errores, de experiencias propias y ajenas, de la vida en las instituciones, de nuestros estudiantes, y no sólo de los textos, por valiosos que sus contenidos sean. A distancia, entonces, de formas tradicionales de transmisión de información y de discursos que a menudo se alzan como grandes paradigmas ante los cuales es necesario inclinarse.
 
Caracterizamos esta concepción del aprendizaje como una reflexión constante sobre la propia práctica y sobre los ambientes en los cuales se trabaja.
 
Pusimos en juego un segundo elemento: a distancia, pero con la mayor personalización. Nos movíamos, nos movemos, en el marco de la mediación pedagógica que caracterizamos con Francisco Gutiérrez como la promoción y el acompañamiento del aprendizaje. Es imposible promover y acompañar sin personalizar. Me refiero en primer lugar a un conocimiento y a un aprendizaje constantes, de la cultura de quienes vienen a nosotros, los colegas educadores, a aprender. Personalización que implica un acercamiento a miradas sobre la realidad, a modos de relacionarse, a formas de enfrentar la cotidianidad a la hora de involucrarse en el acto educativo. Nada más lejos de un ideal de educación, el interaprendizaje, que las relaciones despersonalizadas. Ya don Simón Rodríguez se quejaba, hace casi dos siglos, de la connotación de la palabra "cátedra": "hablar desde lo alto". En educación no hay arriba ni hay abajo, no hay alturas y zócalos, no hay voces que descienden hacia muchedumbres borrosas, ansiosas de la palabra. Optamos por una alta personalización desde nuestra tarea de asesoría pedagógica, un seguimiento a cada participante en el posgrado. Pero tal manera de impulsar cercanías no es suficiente. Poco se logra personalizando desde la coordinación pedagógica si de parte de quien está en situación de aprender no se impulsa a la vez un intenso involucramiento en el proceso. Digámoslo así: la sola personalización desde el educador no alcanza si quien está aprendiendo no personaliza su aprendizaje. No estoy jugando con las palabras: personalizar el aprendizaje es hacer que en éste aflore como una primavera el propio ser, la propia palabra, las propias experiencias, las propias emociones, las propias miradas, los propios conceptos, la propia cultura. Apostamos para esto a la producción escrita, mediante el recurso del texto paralelo que caracterizamos como un "seguimiento y registro del aprendizaje a cargo del propio aprendiz" y también "el acompañamiento del proceso mediante la redacción de un texto en el cual van siendo volcados los productos de las experiencias de aprendizaje. No nos equivocamos, personalizando sus escritos, hablando desde la propia disciplina, desde la ciencia y, fundamentalmente, desde el ser de educador, nuestros docentes desplegaron, y despliegan, una palabra sólida, con fundamento y con una preciosa intensidad comunicacional. Hablan para sí mismos, para sus colegas, para sus estudiantes, dialogan en todas direcciones, que así se aprende y así se enseña.
 
Pusimos en juego un tercer elemento: la confianza. Hemos repetido una y otra vez dos afirmaciones que sostienen todo nuestro quehacer en la Carrera: "Es muy difícil enseñarle a alguien en quien no se cree", "Es muy difícil aprender de alguien en quien no se cree". La educación es primero un acto de fe, después todo lo demás. Nosotros confiamos radicalmente (es decir, de raíz) en nuestros colegas y hemos tenido hasta el presente el privilegio de que ellos confíen en nosotros. La des-confianza, la perdida de fe, va asociada siempre al ejercicio de alguna forma de poder. Desde el poder siempre se desconfía, porque no hay poder seguro sobre la Tierra. En la promoción y el acompañamiento del aprendizaje, en la construcción de la personalización, en el constante crecimiento a través del interaprendizaje, nadie manda a nadie. La clave del acompañamiento se juega en una de las expresiones del juego pedagógico: compartir, no invadir.
 
En fin, en este caminar juntos, hemos puesto en juego otra línea de reflexión y de acción: "es muy difícil enseñar como no se ha aprendido". Para promover y acompañar el aprendizaje de las nuevas generaciones, aprender como ellas, aprender su cultura, sus modos de ver y de ser, aprender con sus medios, con sus expresiones, desde su mirada. Para enseñar, ser culto en la cultura de quienes aprenden. No nos alcanzan la enseñanza desde la ciencia, desde el discurso universitario, desde los paradigmas epistemológicos. Para educar, educarse en la cultura del educando.
 
Queridas, queridos colegas. En este mes de marzo se cierra el décimo aniversario de la marcha de nuestro Posgrado en Docencia Universitaria que para nosotros, desde la asesoría pedagógica, ha sido y es una celebración constante de la educación como tarea de seres humanos que se reúnen para hacer menos penosa la vida (como decía Simón Rodríguez) y para sostener el goce de aprender juntos. En aquel momento fundacional de 1995, apenas si alcanzábamos a vislumbrar que llegaríamos al 2006 con más de 1.100 egresados, entre los que se cuentan educadoras y educadores de establecimientos de Mendoza y de otros puntos del país, y con la inauguración en abril próximo de la décimo primera promoción. Tampoco podíamos vislumbrar la deriva de la existencia de quienes integrábamos el equipo. En julio de 2004 perdimos a nuestra querida compañera de trabajo, Marta Pisi de Catalini, a quien dedicaremos las Jornadas de Innovación Pedagógica en la Universidad, que realizaremos los días 31 de marzo y 1º. de abril para reencontrarnos en los espacios de la Facultad de Filosofía y Letras. Hemos pasado por momentos de dolor, también por la pérdida de colegas que seguían nuestros estudios, hemos vivido tiempos de certidumbre y de incertidumbre, hemos sentido en nuestra tarea cotidiana los embates de la deriva histórica de nuestro país en la última década.
 
Pero sobre todo hemos vivido, desde la asesoría pedagógica, un proceso de aprendizaje que nos ha transformado en lo profundo. Se trata de algo maravilloso para cualquier ser humano: encontrarle sentido a lo que está haciendo.
 
A nombre del equipo de asesores de la Especialización, Elena Barroso, Elsa Cabrini, María Teresa Guajardo y Jorge Hidalgo, quiero agradecerles estos diez años de trabajo con sentido, esta preciosa posibilidad de aprender cada día de ustedes.
Por Daniel Prieto Castillo, Director de la Carrera
 
Sobre las jornadas
 
Con motivo del décimo aniversario de la Carrera de Posgrado en Docencia Universitaria, la Facultad de Filosofía y Letras convocó a las Jornadas de Innovación Pedagógica en la Universidad, a realizarse los días 31 de marzo y 1º de abril.
 
El programa incluye las siguientes actividades
Conferencias
“Diez años con los docentes universitarios: encuentros e innovaciones”. Dr. Daniel Prieto Castillo.
“La transnacionalización de la educación superior”. Dr. Roberto Follari.
“Investigación educativa: principios, acciones y quimeras”. Dra. Cristina Rinaudo.
“El modelo de la mediación pedagógica en la capacitación docente universitaria. Una reflexión sobre la práctica desde los actores involucrados”. Informe del equipo de investigación.
“Escenarios y cambios en la educación superior”. Dr. Augusto Pérez Lindo.
Presentación de experiencias de innovación pedagógica
Dos sesiones a cargo de egresados del Posgrado en Docencia Universitaria.
Destinatarios
Educadoras y educadores de instituciones de educación superior.
Lugar
Facultad de Filosofía y Letras, Centro Universitario UNCuyo.
Mayor información: innovpedagogicas@gmail.com
Tel. 4135231
Inscripción
Secretaría administrativa de la Carrera, oficina 317, 3er. Piso, Facultad de Filosofía y Letras, de lunes a viernes, de 8.30 a 14.
 

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