Talentoso, intuitivo, desprejuiciado, creativo. Algunos pocos de los tantos calificativos favorables que podrían sumarse a esta figura insoslayable de la música estadounidense, que ideó partituras memorables, fruto del cruce entre lo culto y lo popular.
“En las décadas del ’20 y del ’30 era muy común que los músicos se vieran influidos por el folclore de su lugar. Por sus sonidos, ritmos y armonías. Gershwin fue uno de ellos. En su caso, también influido por los efectos del jazz”, comenta su compatriota David Handel, titular de la Sinfónica de la UNCuyo y, por lo tanto, máximo responsable de “Una noche a todo Gershwin”, el espectáculo que hoy se ofrecerá en el Gran Rex.
“Vamos a ejecutar tres de sus obras más conocidas -prosigue el maestro-. La suite de ‘Porgy and Bess’; ‘Rhapsody in blue’; y la obertura de ‘Girl Crazy’, obra que creó cuando trabajaba en los teatros populares”.
Es indisimulable lo gratificante que le resulta a Handel hablar de la concreción de este proyecto musical. No retacea elogios para con los coros invitados y su directora, Silvana Vallesi, ni para con sus viejos conocidos de American Voices. Claro, la orquesta también es responsable de su satisfacción: “Estoy muy contento con el trabajo de la orquesta, con su rendimiento y estilísticamente”.
Tanto entusiasmo tiene que ver también con lo difícil que ha resultado llegar hasta el punto de hoy. A cuestiones estrictamente económicas (onerosos derechos de autor, contratos y pasajes para los solistas, traslado de la orquesta a otra sala, montaje de gradas y de nueva planta de luces, etcétera), se suman asuntos netamente artísticos, como el tener que cantar ya no en un inglés convencional, sino en un dialecto afro-americano.
“El espectáculo sería imposible sin el auspicio de la Embajada de Estados Unidos”, apunta el coordinador de la orquesta, José Loyero, quien sigue de cerca una entrevista que Handel sazona con un poco de canto (vocaliza “Summertime” o algún otro pasaje de canciones que vienen al caso), con sorbos a su café mediano o, celular mediante, con un “¿En qué planeta estás, querido Alfonso?”
Al parecer, y afortunadamente, la argentinidad -al palo o no- no ha hecho estragos en el buen humor con el que arribó a Mendoza hace unos meses el también director de la Sinfónica de Bolivia.
Segundos después de aquel interrogante, nos enteramos que el Alfonso en cuestión se apellida Bustamante; es boliviano, cornista y uno de los solistas del “Konzerstuck op. 86 para cuatro cornos”, de Schumann, previsto para el viernes 8 en el Teatro Universidad. Minutos más tarde, Alfonso se acoplará a la mesa de entrevistas (que, a ciencia cierta, es de café), en momentos en que Handel opina como espectador y como artista sobre lo actractivo de Gershwin.
“Creo que para el público lo interesante de Gershwin son los sabores únicos de la amplitud de la paleta que ofrece la orquesta, manejados genialmente. Y el lenguaje popular unido de manera extraordinaria a lo sinfónico. Como director, creo que tengo mucha libertad para manejar los fraseos, las dinámicas, el estilo. Es un gusto poder dar forma a un ritmo específico y no tener que estar luchando contra prejuicios. Así se llega ágilmente a un resultado más preciso”, redondea.
Y si de falta de prejuicios se trata, Handel señala que fue ésa la virtud que le posibilitó a Gershwin actuar desde todos los frentes musicales, aún a sabiendas de sus limitaciones derivadas de la falta de una educación musical formal (a la que se inclinó cuando su carrera ya estaba bien encaminada).
Para el director, la estrecha relación del compositor con el mundo del cine, no contaminó ni frivolizó su producción musical (su vida también sería trasladada a la pantalla en el ’45, bajo el título de “Rhapsody in blue” y con dirección de Irving Rapper). Tampoco parece haberlo hecho el uso de sus canciones en anuncios publicitarios. Al contrario. El resultado fue más prestigio profesional y más beneficios económicos.
“En su caso, el cine no produjo ningún efecto negativo -confirma Handel-. Conocía íntimamente a los protagonistas de Hollywood. Ahí vivió y murió. Se sentía involucrado con el cine. Del mismo modo, su labor siempre tuvo un compromiso social, no necesariamente en lo estrictamente político. Por ejemplo, para el estreno de ‘Porgy and Bess’ estipuló que todos los papeles fueran cubiertos por afroamericanos. Sólo había un blanco, y era en el rol del policía”.
La vida de Gershwin fue breve e intensa. Murió a los 39 años, de un tumor cerebral. La noche de hoy, y los sonidos que aguardan, se insinúan como un producto fiel a aquella intensidad.
Ficha
"Una noche a todo Gershwin"
Orquesta Sinfónica de la UNCuyo.
Temporada 2005-Ciclo Sinfónico-coral
Director: David Handel.
Solistas de American Voices (EEUU): Jacquelyn Culpepper (soprano), Ira Spalding (barítono) y John Fergusson (piano).
Coros: Universitario de Mendoza y Polifónico de la Universidad de Mendoza, dirigidos por Silvana Vallesi.
Programa: Obertura "Girl Crazy", suite de la ópera "Porgy and Bess" (para solistas, coro y orquesta) y "Rhapsody in blue" (para piano y orquesta).
Sala:Teatro Gran Rex. Función: Hoy, a las 21.30. Entradas: $ 10, $ 15 y $ 20.
Invitados de lujo
Los solistas invitados para la noche de hoy son integrantes de American Voices, grupo especialista en la obra de compositores estadounidenses, cuyas creaciones han difundido con giras por todo el mundo.
Al piano estará el director artístico de esa formación creada en el ’92, John Fergusson; y en voces, la soprano Jacquelyn Culpepper y el barítono Ira Spalding. A la ejecución de la suite de la ópera “Porgy and Bess” se sumarán los coros Universitario de Mendoza y Polifónico de la Universidad de Mendoza, bajo la dirección de Silvana Vallesi.
* Fausto J. Alfonso / falfonso@losandes.com.ar