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Los Andes-Sábado 22: Opinión: “La ciencia combate supersticiones”

Gregorio Klimovsky (nacido en Buenos Aires, en 1922) es considerado uno de los mayores especialistas en epistemología de Latinoamérica. Fue decano de la Universidad de Buenos Aires en 1984 y 1985, y director del Instituto Di Tella. También integró la Conadep (Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas), organismo creado en la década del ‘80. Es autor de gran cantidad de artículos científicos y de libros, entre los que se destaca Las desventuras del conocimiento científico (publicado en 1994). En estos días, Klimovsky está presentando en distintos puntos del país un libro con un título muy parecido: Las desventuras del conocimiento matemático.

24 de octubre de 2005, 15:07.

-Usted ha dicho que debe concebirse a la ciencia desde una perspectiva cultural, mucho más amplia que lo estrictamente “científico”. ¿A qué se refiere?
-Me refiero a entender a la ciencia como un modo de operar culturalmente. Eso se ve de varias maneras. En primer lugar: para una gran cantidad de científicos, la ciencia aparece como algo impresionantemente bello. La matemática, por ejemplo, descubre estructuras muy hermosas: así como existen estructuras musicales muy hermosas, en las matemáticas las hay también. Por otra parte, uno puede darse cuenta de que el estudio de algo tan fuertemente racional como es la matemática, da una gran confianza y provoca gran admiración sobre la razón humana. De manera que hay que aprender matemática, como dijo alguna vez un matemático, por el honor del espíritu humano.
-¿Usted está de acuerdo?
-Esto lo sentimos todos: desarrollar la ciencia tiene que ver con nuestra capacidad como seres racionales y con la importancia que tiene el razonamiento y el ejercicio de la valentía del pensamiento. La ciencia tiene mucha importancia para combatir supersticiones. Hoy día, con todo lo que se sabe del universo, no podemos seguir sosteniendo algunas supersticiones como la astrología. Hay gente que todavía cree en estupideces como el horóscopo.
-¿Qué opina del debate entre darwinismo y creacionismo que se da en Estados Unidos?
-La ciencia combate supersticiones, y el estudio de la teoría de la evolución actualmente está tan avanzado que nadie puede sostener supersticiones como el creacionismo o sus variantes. Este rebrote del creacionismo es una mala reacción de teólogos que han permanecido en la edad media. No hay que olvidar que el propio Juan Pablo II admitió la seriedad científica de la teoría de la evolución.
-Sin embargo, el presidente George W. Bush apoya la “teoría del diseño inteligente”, una reformulación del creacionismo...
-Sí, pero ese presidente es una persona que está trágicamente chiflada. Él cree tener el mandato de Dios para provocar guerras de exterminio. Creo que nadie lo puede tomar como ejemplo serio para opinar sobre cuestiones científicas. De manera que esa disputa entre creacionismo y evolucionismo es algo semejante a una disputa entre Albert Einstein y un equipo de futbolistas. Y quiero decir que incluso a algunos futbolistas, en lo que hacen, los tomo más en serio que lo que podría tomar a un creacionista en los Estados Unidos.
 
Un debate necesario
-¿Por dónde pasa el debate científico hoy en la Argentina?
-Especialmente, por el problema de la enseñanza de la ciencia y del valor del sistema educativo. El gran debate científico que tenemos es la falta de calidad de nuestro sistema de enseñanza y especialmente del secundario. Esto es lo primero que hay que arreglar. La “transformación” del polimodal fue un disparate, por ejemplo, y derivó en que se estudiara muy poca matemática y muy poca lingüística.
-¿Qué sería lo segundo hay que arreglar?
-El presupuesto universitario: tiene que ser mejor, para cubrir una serie de problemas. Como el pago a los profesores universitarios es realmente muy poco, los universitarios o se van a la industria, y dejan la enseñanza, o se van al extranjero, donde triunfan de una manera sorprendente. Luego, por falta de presupuesto, las bibliotecas están incompletas, no se pueden comprar los insumos necesarios para llevar adelante una investigación seria.
-¿La pauperización de la universidad pública deja como única opción para los estudiantes la universidad privada?
-Pero salvo cuatro o cinco, que me parecen que son realmente decorosas -aunque en relación con la investigación hacen muy poco-, el nivel de las universidades privadas en la Argentina es muy inferior al nivel que tienen las universidades nacionales. Yo conozco muchas universidades privadas, porque he trabajo en varias, y le aseguro que universidades públicas como las de Córdoba, del Litoral, La Plata y Buenos Aires están todavía, a pesar de todos sus problemas, muy por encima.
-¿Por qué hay que defender la universidad pública?
-Si la Argentina mira su futuro con alguna tipo de esperanza, tiene que ocuparse sí o sí de los asuntos de enseñanza, y con mucha intensidad, cosa que todavía no se hace ni por broma de la manera debida. / La Voz del Interior (especial para Los Andes).
 
Un científico reconocido en toda América Latina
Gregorio Klimovsky nació en Buenos Aires en 1922 y estudió matemáticas en la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la Universidad de Buenos Aires, donde llegó a ser decano.
Como matemático, en colaboración con Jorge Bosch, introdujo en nuestro país la teoría axiomática de conjuntos.
Como epistemólogo, contribuyó al desarrollo de disciplinas tales como ética y metodología de la investigación científica, y fue uno de los iniciadores de la lógica y de la filosofía de la ciencia en nuestro país.
Desde 1954 hasta la actualidad, se ha desempeñado como docente e investigador, en universidades públicasy privadas, nacionales y extranjeras, en carreras de grado y posgrado; en las Universidades Nacionales de Buenos Aires, de San Juan, de La Plata, de Santiago del Estero, de Cuyo, de Rosario, de Córdoba; en el Instituto de Matemáticas de Mendoza, en el Centro de Altos Estudios de Ciencias Exactas (CAECE); en el instituto de la Universidad Autónoma Metropolitana de México; en la Universidad de la República (Uruguay); en la Universidad de Concepción (Chile) y en la Universidad de Caracas (Venezuela).
En la Universidad de Belgrano, donde es Profesor Plenario, dirigió la Maestría en Metodología de la Investigación; es Profesor Titular en el Instituto Universitario de Investigaciones Biomédicas de la Fundación Favaloro.
Recibió innumerables distinciones, entre ellas se destacan: Konex de Brillante en 1996, Konex de Platino en 1986, y Jurado Premios Konex 1994. Recibió títulos de Doctorados Honoris Causa por la Universidad de San Luis, CAECE, Instituto de Investigaciones Biomédicas de la Fundación Favaloro, por la Universidad Nacional de Salta, por la Universidad Nacional de Córdoba y por la Universidad Nacional del Litoral.
Es presidente del Instituto Di Tella e integró la Fundación Bariloche y la Sociedad Argentina de Análisis Filosófico (SADAF). Fue miembro fundador de la Asociación Argentina de Epistemología del Psicoanálisis (ADEP). La Asociación Psicoanalítica de Buenos Aires (Apdeba) lo nombró miembro honorario, y la International Psychoanalytical Association (IPA) lo premió en Roma por sus contribuciones al psicoanálisis en 1989.
Es autor de “La teoría de conjuntos y los fundamentos de las matemáticas”; “Las ciencias formales y el método axiomático”; “Corrientes epistemológicas contemporáneas”, con Miguel de Asúa; “La inexplicable sociedad”, con Cecilia Hidalgo, y el ya clásico “Las desventuras del conocimiento científico”, y de otras numerosas obras en coautoría.
Fue miembro de la Conadep en 1984 y es miembro de la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos
El Consejo Superior de la Universidad de Buenos Aires (UBA), a propuesta de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales, resolvió por unanimidad de sus miembros, otorgar el título de Doctor Honoris Causa, por considerarlo, entre otras de sus aptitudes, el mayor especialista de la actualidad en Latinoamérica en la doctrina de los fundamentos y métodos del conocimiento científico, conocida como Epistemología.

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