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Los Andes-Sábado 22: Un metro cuadrado de poesía en la Facultad de Ciencias Políticas

Obreros de Zanon inauguraron en la Facultad de Ciencias Políticas un friso de cerámicos con textos de Juan Gelman. El proyecto fue auspiciado por la agrupación estudiantil MATE, la propia Facultad y la Secretaría de Bienestar Universitario.

24 de octubre de 2005, 15:07.

¿Quién dijo alguna vez: hasta aquí la sed, hasta aquí el agua?
¿Quién dijo alguna vez: hasta aquí el aire, hasta aquí el fuego?
¿Quién dijo alguna vez: hasta aquí el amor, hasta aquí el odio?
¿Quién dijo alguna vez: hasta aquí el hombre, hasta aquí no?
Sólo la esperanza tiene las rodillas nítidas. Sangran.
El maravilloso poema de Juan Gelman titulado Límites, inscripto sobre cerámicos blancos, adorna desde hace unos días el hall de ingreso de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNCuyo. El hecho se pudo concretar a partir de una iniciativa de la agrupación estudiantil MATE, y el apoyo de las autoridades de aquella casa de estudios y la Secretaría de Bienestar Universitario.
Mañana de viernes. Hugo y Eduardo, dos obreros vestidos con su ropa de trabajo, llegan a la ciudad de Mendoza. Son neuquinos. Ambos trabajadores de la fábrica recuperada Zanon. Aquella que en algún momento fue próspera. Su propietario era don Luis, un italiano que gustaba rememorar su participación en los años treinta, en los combates contra el fascismo.
Este inmigrante construyó su fortuna aquí sobre todo durante la dictadura de Videla y durante el gobierno de Carlos Menem. Sin embargo llegó la crisis de 2001. Rebajas salariales y telegramas de despido. Los obreros y las obreras denuncian maniobras de vaciamiento. Huelgas. Toman las instalaciones, limpian y reparan las máquinas paralizadas durante seis meses, reinician la producción sin el propietario. Don Luis apaga los hornos: "Es peligroso que los obreros se manejen sin supervisión", aduce.
La justicia ordena reabrir la fábrica; el dueño de entonces se niega, lo condenan, despide a todo el personal. Los obreros siguen adelante, nucleados ahora en Fa.Sin.Pat. (Fábrica Sin Patrón), su cooperativa aún no reconocida oficialmente por la Justicia.
Octubre de 2001. Comienza el proceso de autogestión obrera tal vez más exitoso en la historia argentina. Cuando la ex Zanon reabre bajo control obrero, hay 260 empleados. Hoy, 470. Ganan más que antes y ahora todos tienen el mismo básico: 900 pesos (más la antigüedad). Los accidentes laborales han disminuido un 95 por ciento. El superávit les permite realizar donaciones y obras de solidaridad. Aumenta gradualmente la cantidad de líneas y de maquinaria en funcionamiento. Pagan impuestos, luz y gas.
 
Una organización horizontal
Zanon nos dice mucho. Dice, por ejemplo, que es posible una organización humana diferente al modelo del "sálvese quien pueda". Porque es una organización horizontal de trabajadoras y de trabajadores que alcanza unos índices de producción y de productividad importantes. La autogestión sin patrón significa que los mismos trabajadores y las trabajadoras toman todas las decisiones sobre la empresa. Sin jefes, sin gente del gobierno. Se organizan con coordinadores, pero las decisiones se toman en asamblea.
Pero ellos no están solos. El apoyo de la comunidad ha mantenido el proyecto e impedido los intentos de desalojo. En la charla que dieron en la Facultad, entre estudiantes y organizaciones sociales, Hugo señala su estrategia: "Fuimos a los barrios. Charlamos con la gente, uno por uno. Entregamos panfletos a los coches y explicamos nuestra situación. La gente de clase media nos apoya porque ve que lo que queremos es trabajar, y antes no nos dejaban".
En cuanto a los problemas que atraviesa hoy la fábrica, Eduardo comenta que algunas empresas competidoras han presionado a los proveedores. Uno de ellos incluso ha creado otra firma sólo para seguir vendiéndole a Zanon de manera encubierta, en apoyo a la causa.
Y termina el fin de semana. Los trabajadores parten en silencio, como llegaron. Los vemos irse, invadidos nosotros por esa indescifrable certeza de que un mundo mejor es posible. Otro mundo: desde abajo y aquí a la vuelta.
Por Germán Fernández

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