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Los Andes-Sábado 23: El adiós a Carlos Gómez, un artista íntegro

Carlos Gómez, pintor, dibujante, grabador y gráfico, fallecido el domingo 17 de este mes, fue un hombre de múltiples intereses artísticos. La música y la poesía estuvieron siempre junto a su quehacer plástico, tanto que su primer premio, en 1962, se lo otorgaron en el II Salón de Poemas Ilustrados, del Grupo Icthios. Y en su tarea de diagramador, se ocupó durante varios años de los afiches y programas de la Escuela Superior de Música de la Universidad Nacional de Cuyo.

Nació el 28 de agosto de 1942, obtuvo altas calificaciones en Artes Plásticas y en 1973 realizó su primera muestra individual. Ese mismo año, mereció la medalla de oro (4° premio) en la X Bienal Municipal de Mendoza.

Consideraba su actividad como un deber hacia los demás y tenía un excesivo celo con respecto de la calidad, el sentido y la coherencia de su labor artística. Por eso, en una muestra realizada en el Fader en 1983, dijo: "Una disculpa inicial a quienes han esperado un repertorio de obras totalmente inédito. Por un lado, la imposibilidad momentánea de exponer una serie de pinturas 'acabadas', como yo lo llamo, y por el otro, la urgencia de la comunicación, de compartir una particular visión de la realidad, me han llevado al dibujo y al 'collage' como medio de canalizar fuerzas expresivas que no tenían desahogo.

"Los medios son otros. La mano, otra. Aun la actitud interior -predominantemente emotiva- es distinta a la asumida en la pintura.

"En la pintura se plantea un problema fundamental y protagónico: la luz, tratada sobre la base de gradaciones de valor-color. En los dibujos, el claroscuro se plantea en función de la forma, ya sea declarando, modelando o sugiriendo, pero la luz no cumple aquel rol dominante. Se mantienen algunas reglas de construcción y sintaxis. También, la preocupación por el espacio, donde habitan formas en diálogo.

"El conjunto mostrará intenciones diversas donde un movimiento de péndulo se inclinará hacia la emoción-expresión o hacia el intelecto, pero espero que transmita unidad y coherencia".

Su visión personal sobre la existencia está explícita en las palabras del catálogo de una muestra que realizó en la Peatonal, que dedicó a sus hijos Mariel y Mariano: "Amo la pintura porque es bella como la vida. Hasta la muerte lo es, porque la nada no existe".

Aunque se lo reconoce como uno de los artistas abstractos más notables de Mendoza, que arrasó con los primeros premios de los concursos locales más importantes, no fue ajeno al acontecer político y social, criticando el atropello de los poderosos desde lo estético. Él señaló al respecto: "La concreción de una imagen autosuficiente, me conduce a una sintaxis de componentes puros, a una higiene visual donde la ponderación de la luz, la forma articulada y el espacio activo pretenden ser elementos protagónicos.

"Esta vertiente racional, de rigor geométrico y equilibrio, se complementa con otra, la que abreva en las fuentes del azar, el gesto y la emoción. La realidad compulsiva y cruel que el hombre crea a diario me conduce últimamente a esta segunda concepción, que consigue una suerte de liberación, por un desborde del subconsciente.

"No experimento temor ante los cambios. Sólo aspiro a producir en la pintura y en mi vida una obra obediente a mi interioridad".

Sin mencionar los segundos y terceros lugares, en 1974 logró el primer premio de la Bienal Provincial de Artes Plásticas; en 1985 y al año siguiente se adjudicó la realización del afiche de la Fiesta de la Vendimia; en el '89, el afiche del Centro de Investigaciones de la UNC y el logotipo de la Facultad de Artes; en el '94, el primer premio del Salón de Ciencias Económicas y el primero del Salón de Pintura Atuel, General Alvear; en el '95, el Gran Premio de Honor del Concejo Deliberante de San Rafael y el primero de Dibujo del Salón Vendimia, y en el '99, el primero de Grabado del Salón Vendimia.

En 1994 fue seleccionado como único representante de la Argentina para participar de la 'Osaka Triennale Bureau' de pintura de 1996, organizada por la Osaka Foundation of Culture de Japón. Sobre ese trabajo, titulado 'Carrusel fantástico', opinó Marcelo Santangelo: "Conjuga expresiones diversas: representaciones de texturas y formas orgánicas, fuertemente expresionistas, como incrustadas en superficies planas de sutiles colores que conforman los diversos planos del fondo pictórico; y todo sustentado, semánticamente, por una figura bivalente, resuelta como una representación de monumento a la pareja humana, enfrentada, de reminiscencia medieval". AC

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