Pero ésta es sólo una parte de los cambios que llevarían a crear un sistema nacional de innovación. Otra de las patas son las empresas, con quienes también se reunió. El incentivo para la innovación empresarial se lograría mediante dos líneas crediticias: una de subsidios directos y otra de créditos muy blandos, que estarán a disposición de los productores del país.
-¿Cuál fue el planteo a la hora de elaborar este Plan?
-Por primera vez estamos intentando hacer un plan de mediano plazo (2015) en Ciencia y Tecnología. Cuesta mucho arrancar porque no hay demasiada información ni ejercicio ni cultura de planificación.
La principal base de desarrollo en el mundo es la capacidad de generar y utilizar conocimiento. En el paradigma de desarrollo económico anterior, la base de la economía pasaba por las maquinarias y la mano de obra. En la sociedad del conocimiento, la base del desarrollo y el factor de producción es el propio conocimiento incorporado a la gente en la educación y, a las máquinas, en la tecnología.
El desafío es fortalecer la base de generación de conocimiento y nuestra capacidad para trasladarlo a mejorar la producción y la vida de la gente. Esto es lo que se denomina innovación.
-A partir del diagnóstico ¿qué es necesario fortalecer?
-Para fortalecer nuestra capacidad científica apostamos a duplicar la cantidad de investigadores de jornada completa a 60 mil, en un plazo de 10 años.
El otro gran capítulo son las prioridades de investigación. Hemos definido 14 líneas prioritarias, desde las Ciencias Básicas hasta las Aplicadas y las Tecnológicas. Incluyen temas ambientales, salud, sociales (violencia y seguridad o trabajo y empleo) y tecnología de punta (biotecnología, tecnología de información y comunicaciones, tecnología nuclear y satelital).
El tercer componente de nuestro plan es una reforma estructural del sistema. Pasar del tradicional esquema de trabajo individual, disciplinar y fragmentado, a un sistema integrado, incluso con la sociedad.
-¿Con qué recursos se cuenta para lograrlo?
-Apostamos a pasar de una inversión del 0,5 por ciento del PBI a una inversión del 1 por ciento del PBI. Como éste se está incrementando en el orden del 6% o 7% anual, es bastante más que duplicar.
El piso del que partimos es muy bajo dado que, cuando lleguemos a alcanzar el 1%, recién vamos a estar en el umbral mínimo de inversión en ciencia y tecnología que aconseja la Unesco. Israel está invirtiendo el 4%.
Esta mayor inversión que el Estado pretende hacer no puede ser replicando las condiciones actuales. Sería agrandar un sistema que no está funcionando bien. Una de las características de este mal funcionamiento pasa porque el 85% del total de la inversión científica y tecnológica nacional se concentra en Capital Federal, Gran Buenos Aires, Córdoba y Santa Fe.
-¿Cuándo se comienza a aplicar el Plan?
-Algunas medidas ya se están aplicando. En la próxima convocatoria para becas de investigación que hace el Conicet, se van a definir las áreas temáticas específicas de investigación (antes el becario proponía el tema).
Por otro lado, el Conicet va a largar una convocatoria a becas distribuida por provincias. De esta manera esperamos lograr que se radiquen más investigadores en el interior y fortalecer las capacidades locales.
-A la hora de postular a becas, las inequidades también se dan para los graduados de sectores menos favorecidos o las mujeres que son madres.
-En general ha sido así. No ha habido un énfasis puesto en las cuestiones sociales. Pero esto se está corrigiendo con el incremento en la cantidad de becas. Nunca, en la historia del Conicet, se han dado 1.500 becas por año. Al asignarlas geográficamente, la gente del interior va a ser más beneficiada.
En el caso de la política de género, la actividad de la mujer en la investigación es muy fuerte. Más del 50 por ciento de los investigadores del Conicet son mujeres. Compiten de igual a igual y, en muchos casos, han tenido logros científicos relevantes.
De todas maneras es cierto que hay que generar políticas que contemplen la maternidad o las complicaciones por falta de recursos, para que no haya ningún tipo de discriminación.
-¿Cuáles son las áreas más productivas?
-Biología, biotecnología y medicina. Nuestros tres premios Nobel eran de estas áreas. Pero así como se habla de lo bueno también se debe hablar de lo que falta. En la Argentina hay que fortalecer las investigaciones en el campo de las ciencias sociales y de las humanidades. Por los años tristes de los procesos militares y de las persecuciones ideológicas, estas disciplinas fueron especialmente castigadas.
-¿Qué destaca a la Argentina?
-La Argentina ha hecho punta en tambos farmacéuticos. A través de actividades genéticas y de clonación, se ha logrado que vacas produzcan hormonas de crecimiento humano. En el campo de la tecnología nuclear, es uno de los países que está fabricando centrales y reactores nucleares y los exporta. Hay satélites argentinos en el espacio. Somos productores de software muy novedoso a nivel internacional. En medicina, hay descubrimientos importantes, sobre todo en enfermedades como el cáncer.
Plan contra la fuga de cerebros
La principal demanda por parte del sector académico fue la retribución monetaria que recibe un graduado que se capacita para la investigación. La misma falta de reconocimiento que sufren a la hora de dirigir tesis de grado o de posgrado.
Una de las participantes planteó que se debería dar un plus por capacitación a los docentes que tengan títulos de posgrado. Otro, que las horas que se invierten en las direcciones de tesis sean reconocidas en los sueldos.
Parte de la disertación de Tulio del Bono se refirió a la fuga de cerebros como un factor amenazador. “Los países desarrollados se llevan gratis los mejores recursos humanos. El 20 por ciento de los 30 mil investigadores argentinos están en el exterior”.
Por eso parte del plan apunta a retenerlos, duplicando la cantidad de inversión por investigador (actualmente es de 45 mil pesos por año por investigador). Aunque advirtió, apelando a la paciencia: “Esto no va a ser tan sencillo”.