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Los Andes-Sábado 27: Cuando el arte ataca

“Cuando abrí el paquete, y desparramé en el piso las armas rotas, caños, culatas y restos aplastados que aún mantenían su forma original sentí encima de mí todo el peso de la violencia, la guerra y la muerte insensata”. “Al abrir ese nylon negro que contenía vestigios de armas de fuego experimenté una suerte de golpe en el estómago e incluso, en un primer momento, pensé en abstenerme de participar en el proyecto”.

29 de agosto de 2005, 14:52.

Así es como dos de los artistas invitados a participar de la muestra “Propuestas artísticas para la convivencia y el desarme” -que quedará inaugurada el próximo viernes 2, a las 20, en el Espacio Contemporáneo de Arte- describen las sensaciones que les suscitó la convocatoria.
Los inicios de este proyecto gestado por la recordada escultora Eliana Molinelli -en ese entonces al frente del Museo Universitario de Arte de la UN Cuyo (MUA)- y Gabriel Conte -desde la OSC Espacios para el progreso social- datan de 2001. Ese año -en el marco de una campaña internacional auspiciada por la ONU- comenzó a funcionar en Mendoza el Plan Canje de Armas, que tuvo como meta propiciar el intercambio de armamentos por alimentos y boletos para espectáculos deportivos, para luego ser resignificados como objetos de arte.
Con el fin de controlar la circulación de armas y resaltar la incidencia de éstas en el aumento de los índices de violencia y muerte, el Plan Canje incautó cerca de tres mil armas. A partir de un convenio entre la Secretaría de Extensión de la UNCuyo y el Ministerio de Justicia de la Nación, éstas fueron aplastadas por una prensa manual, para luego ser entregadas a la Facultad de Artes y Diseño, que se ocupó de elaborar la nómina de artistas a quienes se entregaría el material.
Luego de la muerte de Molinelli, su colega, Vivian Magis -desde el MUA- retomó la posta del proyecto que, lejos de concluir con la muestra del ECA, prevé para abril del año que viene una exposición en el Palais de Glace (Ciudad de Buenos Aires) y la publicación de un libro, cuya edición estará a cargo de Naciones Unidas. En esta segunda etapa se sumaron además otros organismos provinciales como el Ministerio de Turismo y Cultura, la Dirección General de Escuelas, el Ministerio de Justicia y Seguridad. También la Embajada de Suecia y la Fundación Lebensohn.
 
El arte en armas
"Manos anónimas", de Eliana Molinelli, fue la primera escultura realizada con las armas destruidas del mencionado plan. Con el poder suficiente como para sensibilizar acerca de la simbología de violencia y la destrucción que éstas vehiculizan, la pieza fue el disparador para una serie de instalaciones y objetos artísticos. Con esa misma convicción, creadores de diferentes puntos del país tomaron sus respectivos cinceles y pusieron manos a la obra.
De entre los ochenta y siete artistas convocados, muchos confiesan que la primera impresión que tuvieron al interiorizarse del proyecto fue la de ser parte de una trasmutación: “Algo que había servido para dar muerte, ahora, a través de la metáfora del arte, serviría para hacer pensar en el horror de la violencia”, asegura María Guallar, una de las expositoras. Y continúa: “Quise hacer un espiral que representara una vorágine que traga esas armas mortíferas por su centro y que mediante el despliegue de sus alas alejara a la destrucción y el odio del mundo”.
Por su parte, Vilma Villaverde describe que el contacto directo con las armas le inspiró representar un tablero de ajedrez, “donde esos elementos concebidos para la violencia pasaran a integrar las piezas de un juego para la vida”.
Para Jorge Gamarra el trabajo consistió en partir de una técnica japonesa milenaria denominada Damasco, que consiste en calentar el metal a mil doscientos grados. Con los revólveres casi derretidos, el desafío fue ir superponiéndolos a modo de “hojaldre” para convertirlos en una maza y un cincel, los clásicos instrumentos con los que trabajan los escultores, haciendo posible la metamorfosis de máquinas de muerte en herramientas de trabajo.
 
Pobreza = delincuencia, una ecuación peligrosa
Las políticas implementadas en Mendoza a través del Plan Canje de Armas entre 2001 y 2002 posibilitaron una reducción del crimen con armas de fuego del 18 por ciento, según las cifras difundidas por la Dirección de Planeamiento Estratégico del Ministerio de Justicia y Seguridad.
El plan se dispuso comunicar el mensaje del desarme en todos los niveles de la sociedad, así como subrayar los múltiples peligros que entraña la posesión de armas de fuego. Las cerca de tres mil armas fueron intercambiadas por comestibles y entradas para ver fútbol.
Si bien sus objetivos específicos fueron indudablemente bien intencionados (se buscó disminuir el número de muertes, accidentes y lesiones; reforzar la relación entre armas y violencia, e incrementar la solidaridad comunitaria), posteriormente se hicieron oír algunas voces disidentes.
Las críticas se orientaron en el sentido de cuestionar si la iniciativa de intercambiar alimentos por armas no presuponía, en cierta medida, que los mayores portadores de éstas eran aquellos sectores de menores recursos. La ecuación que intenta asociar delincuencia con pobreza trae aparejada la inevitable estigmatización hacia determinados grupos sociales, vía su criminalización por el sólo hecho de “ser pobres”.
Estos cuestionamientos en ningún caso buscaron invalidar el valor simbólico de la iniciativa artística iniciada por la recordada Eliana Molinelli, sino más bien alertar acerca de los riesgos de creer que se estaba frente a una política pública en torno al problema de la inseguridad. En este sentido, Gabriel Conte (quien al frente de la OSC “Espacios” fue uno de los mentores del plan) afirma que éste no debe verse como una política dirigida a paliar la delincuencia, sino más bien como una medida tendiente a la “convivencia social que apunta al desarrollo humano y a la salud, ya que las armas sólo sirven para matar y la decisión de armarse frente al pánico promueve una especie de eutanasia social”. A su vez, Conte señala que en ningún momento se quiso criminalizar a la gente de menores recursos, y que la decisión de entregar tickets Vale Más tuvo que ver con que eran las únicas posibilidades que en años de crisis (como fueron 2001 y 2002) tenía el Gobierno provincial.
Por Eva Rodríguez

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