Cuando leí el 30 de agosto de 2005 las opiniones de una madre que se retiró enojada de una reunión diciendo: “Estamos hartos de que nuestros hijos no tengan clase. Esta manera de reclamar está atentando contra su educación”, recordé la opinión del Sr. Marcial Montero y me pregunté: ¿Cómo podemos los argentinos tener conceptos tan disímiles cuando se trata de una preocupación cara a todos?
Antes que nada, quiero aclarar que si a alguien se le ocurre algo más “creativo” y que produzca mejor efecto en la conciencia de nuestros gobernantes nos lo haga saber. No elegimos al azar ni por capricho esta metodología, pero la experiencia de largas luchas nos muestra que si algo sacude las conciencias o las conveniencias son los paros.
Volver a clase habiendo conseguido algo digno que nos permita seguir trabajando sin preocupaciones es más importante que una clase dada con el corazón oprimido.
La educación es un largo proceso que no se logra con más o menos días de clase, se logra con el compromiso a largo plazo de todos a los que les atañe esta responsabilidad.
Profesora Olga N. Murafini, DNI 4.253.546