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Los Andes-Sábado 7: “La gente necesita tanto el arte como la comida”

No se puede hablar de la situación del teatro mendocino sin enmarcarla dentro de las políticas culturales del gobierno, las cuales deberían constituir una política de Estado que hoy no existe. Esta política de Estado tendría que estar en consonancia con las políticas económicas, sociales y educativas.

¿Por qué decimos educativas? Porque es imposible que la cultura o las manifestaciones más elaboradas del conocimiento se puedan mantener solamente desde el espectáculo que, creo, es la base de la política actual: una política de espectáculos y no una política cultural.

¿Por qué decimos económicas? Porque desgraciadamente nos ha tocado en este momento participar de un ministerio que tiene una impronta económica, que es el Ministerio de Turismo.

¿Por qué decimos sociales? Porque creemos que el arte y todas las otras manifestaciones culturales son manifestaciones sociales, que hacen al ser integral del individuo.

Crear el público

En este marco, de políticas culturales en relación con otras políticas de Estado, creemos que debe estar tratada la cuestión del teatro. El teatro necesita verse no solamente desde el espectáculo sino con todo lo que hace a su desarrollo. No se pueden subsidiar sólo salas, ni podemos subsidiar solamente giras o comprar el producto terminado: la obra de teatro. De este modo se está evitando ver que para que el teatro sea sustentable se necesita activar un desarrollo que primero cree públicos sensibles a estas manifestaciones estéticas, para que el Estado no tenga que ser el subsidiador permanente, sino que en algún momento pueda haber parte subsidiada, la de menores recursos, los que están surgiendo, y que los que están ya instalados puedan subsistir precisamente porque su producto es consumido por gran parte de la sociedad. Pero, por el momento, lo que vemos es una política totalmente equivocada.

A partir del Instituto Nacional del Teatro se subsidiaron desde un primer momento intenciones y no salas. Y de este modo, si hoy viniera el efecto Cromañón a Mendoza nos encontraríamos con que más de la mitad de las salas tienen que ser clausuradas, porque no tienen salida de emergencia o porque los lugares son sumamente acotados. Se otorgaron grandes sumas de dinero para que esas salas tuvieran equipos de luces, por ejemplo, y hoy los mismos grupos no pueden comprar ni la lamparita, porque una lámpara de esos equipos vale doscientos pesos.

Insisto: creemos que una política cultural debe apuntar al desarrollo de la capacidad de absorción de los productos estéticos por la gente. Que esto sea un valor instalado en la sociedad, que a nadie le cueste poner 5 ó 10 pesos porque está comprando un producto que está elaborado lo mismo que el libro o la revista. Y una política cultural así debe estar enlazada con la educación.

Y desde el punto de vista de la economía, debe ser considerado que los productos culturales que se elaboran en Mendoza le dejan al gobierno pingües ganancias. Pensemos que la Fiesta de la Vendimia, el hecho más importante que generamos, mal que les pese, es un hecho cultural y no turístico. Este hecho cultural le deja a la provincia, al término de tres meses, 380 millones de pesos, de los cuales el 20%, es decir casi 80 millones, queda para el Estado en concepto de impuestos. Si miramos el presupuesto de este año para Cultura vemos que sólo son 28 millones. No llegamos ni siquiera a la mitad de lo recaudado por la Vendimia. Estas cifras nos están mostrando de manera indudable que no está en la Subsecretaría de Turismo y Cultura la intención de generar nada culturalmente importante.

Cultura para todos o cultura con todos

Uno de los puntos en los que el Estado podría aportar de manera eficaz a los grupos de Mendoza sería en la cuestión de la difusión, en la cual nosotros no podemos competir bajo ningún aspecto con los grupos de Buenos Aires. Ellos terminan vendiendo sus productos por imposición de la publicidad, cuando en realidad nuestros espectáculos están al nivel de espectáculos no solamente nacionales si no internacionales. El desarrollo de la pedagogía teatral en la UNCuyo está siendo pionero en la Argentina. Se puede estar de acuerdo o no con el sesgo ideológico de esa pedagogía, pero lo cierto es que el desarrollo se está realizando. Y desde el Estado esto no lo tienen en cuenta. Y vamos a las pruebas. Antes de sacar las horas de Tecnología, desde la DGE el año pasado intentaron sacar las horas de Teatro y Plástica. Y no pudieron porque se presentó un recurso judicial... Entonces ahí es donde nosotros vemos que no hay desde el Gobierno una intención de entrelazar todo esto. Hoy en día, en esos lugares que la sociología define como urbano-marginales, la contención de los chicos se está dando a través de lo artístico. La gente necesita tanto el arte como la comida. El problema es que desde arriba no lo ven. Además, creemos que hay intencionalidad de seguir fomentando un arte para las élites. Está demostrado con ofertas como "Los caminos del vino" y con la programación del Independencia.

No decimos que en el Independencia pueda ir cualquier cosa, pero sí que hay toda una producción que se da desde la base y en la periferia que no está siendo vista ni valorada. Al Instituto Nacional del Teatro le falta mirar hacia estas otras manifestaciones: son genuinas y algunas con muchísima calidad. ¿Qué lo que tiene que hacer el Estado? Poner capacitadores en esos lugares. Hay un señor que no terminó la primaria. Sin embargo, escribe poemas y lee poemas en su casa a los chicos. ¿Esto no es contención? Alguien puede decir: "Che, no terminó la primaria..." Bueno, sí necesitará capacitación. Pero lo que está haciendo ese hombre es valorable y no se lo ve desde el Estado. Lo del espectáculo, si lo quieren seguir haciendo, que lo hagan; pero que se vele también por estas otras manifestaciones.

Desde el Estado nos dicen que la prioridad son las manifestaciones culturales locales en el Independencia. Nosotros creemos que los teatros oficiales debieran tener una programación que no solamente incluya al producto terminado local, sino que pudieran ser utilizados, como edificios estatales que pagamos todos, en esta cuestión de desarrollo que proponemos. En esos lugares también deberían funcionar escuelas de danza, de teatro, dar los lugares de ensayo sin costo.

Otro tema fundamental: no hay organismos de control interno de la ejecución presupuestaria en el Estado. Y para nosotros es muy importante, porque es muy poca plata y es muy crucial lo que se hace con ella. Yo estoy muy de acuerdo con que hagamos espectáculos masivos con la Filarmónica en el Parque. Creo que hay una "intención" de hacer una cultura para todos, pero es muy distinto una cultura para todos a una cultura con todos. "Con todos" significa la participación, genuina, financiada, con observatorios culturales, que sepamos dónde están los polos de creatividad para incentivarlos y generar una cuestión de abajo hacia arriba. Porque si no, no hay autosustento; siempre vamos a tener que subsidiar. Y mí no me interesa que el Estado subsidie todo. Creo que hay una etapa en la cual el subsidio es importantísimo, pero también que a futuro esa debe ser una cuestión compartida, en donde haya una parte de los privados que pongan plata y también el Estado.

Sin embargo, para finalizar, hay que reconocer que todas las cosas positivas que se podrían esperar no se están dando ni con el teatro ni con ninguna otra área de la cultura. (...)

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