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Los Andes: Un joven apuñalado en una pelea entre estudiantes

Hacía un mes que los tres estudiantes cruzaban advertencias y amenazas de pelea. Se vieron un par de veces y prometieron “irse a buscar” con amigos, como si se tratara de una pelea entre patotas que se iba gestando de a poco. Sin embargo, los protagonistas no tenían perfil de pandilleros: uno de ellos es estudiante universitario, su hermano va al Martín Zapata y el enemigo en común es un alumno del Liceo Agrícola.

31 de marzo de 2006, 13:30.

Ayer al mediodía, esas amenazas se concretaron. Un grupo de desconocidos y armados con puntas habría salido en defensa de unos de los adolescentes e hirió a otro. La víctima debió ser trasladada de urgencia al hospital Lagomaggiore e ingresó con dos cortes considerables en abdomen y espalda, pero está fuera de peligro. Por los datos que tiene la policía, los agresores serían integrantes de la barra brava de Independiente Rivadavia.
 
Los nombres de los chicos involucrados no se dan a conocer porque son menores de 18 años. El caso es investigado por lesiones leves en riña.
 
“Se agarraron a trompadas y a uno le pegaron unos puntazos. Los que salieron corriendo tenían puesta la camiseta de la Lepra”, decían alumnos del Liceo mientras señalaban el barrio Parque Sur. Para los uniformados, se trata de una de las tantas bandas que reside en el asentamiento conocido como P7.
 
Pelea callejera
 
Uno de los estudiantes fue ayer al Liceo Agrícola para -según él- “hablar con el chico” con quien tenía problemas.
 
“Hace unos días parece que me fueron a esperar a la puerta de mi casa, pero como yo me había ido, insultaron a mi hermano y le pegaron a un amigo”.
 
La discordia entre los jóvenes comenzó en un cumpleaños, aunque nadie dio a conocer los motivos. De acuerdo con lo que relataron, tienen amigos en común. Y a pesar de eso, insistieron con las amenazas y las caras desafiantes. Incluso, uno de ellos hacía alarde de sus contactos con las fracciones más violentas de las hinchadas de Godoy Cruz e Independiente.
 
“Ayer salí de la facultad y lo fui a buscar al Liceo. Le dije que quería hablar con él afuera, pero se escondió en el bufet. Agarró el celular y llamó a unos amigos. Escuché que decía que vinieran con las ‘puntas’”, relató uno de los adolescentes mientras esperaba en la sala de Guardia del Lagomaggiore.
 
Uno de los empleados de bufet del Liceo lo convenció para que se fuera. Y apenas salió del colegio fue atacado por los barras. Para quienes estaban en la parada de colectivo, no era más que una riña callejera típica entre alumnos. Eran los dos hermanos y un amigo contra una patota de seis o siete personas; la mayoría con camisetas azules.
 
En medio de la batahola, uno sacó un puñal y se lo clavó al alumno del Martín Zapata. La víctima y su hermano ingresaron al Liceo para pedir ayuda y para pegarle a quien supuestamente llamó a los barras. Minutos más tarde, los hermanos habían ido en ambulancia hasta el hospital. Por su parte, el chico del Liceo esperaba en la comisaría Sexta a que terminara de declarar la directora del colegio, Mercedes Estrella.
 
Moraleja del caso Malvino
 
Ariel Malvino no provocó la pelea. Pero de pronto se vio en medio de una riña que terminó con su vida cuando vacacionaba en Brasil. Ése suele ser el desenlace de estas historias. Y debe ser un dato tenido en cuenta para quienes creen que así defienden su honor. De un lado habrá víctimas y del otro culpables. De eso no se sale.
 
La pelea de ayer mezcló de todo: estudiantes universitarios y secundarios usando celulares para contactarse con barrabravas. El nivel de violencia y resentimiento demostrado se plasmó en los dos cuchillazos que recibió uno de los adolescentes. Ni de un lado ni del otro tuvieron la inteligencia para olvidarse del rencor frívolo que los debe haber enfrentado. Nada tan importante para llegar a ese punto.
 
Una conducta para rescatar y otra para alarmarse. La primera: la madre del chico herido increpó con furia a su otro hijo por haber promovido la pelea. La segunda: la directora del Liceo estuvo más preocupada por dejar en claro que la gresca fue fuera del colegio, sin reflexionar sobre lo ocurrido.
 
Coherencia entre los padres
 
Apenas llegó al hospital, la mujer ingresó rápidamente a ver su hijo. Una vez que supo que estaba fuera de peligro, salió de la sala de Guardia y le pegó una cachetada al hermano del joven herido.
 
“¿Cuántas veces te tengo que decir que no te tenés que pelear en la calle? ¿Cuántas veces te dije que la cortes?”, lo retó. Y le dejó en claro que, lo que para él había sido un acto de hombría, sólo puso en riesgo a su hermano.
 
Mientras esto ocurría, en el hall de la comisaría Sexta, un padre y su hijo esperaban para declarar. El chico era el alumno del Liceo Agrícola involucrado en el hecho y mostraba en su cara las consecuencias de la pelea. “No sé que pasó. Eso es lo que quiero saber”, reconoció el hombre.
Jorge Hirschbrand - jorgeh@losandes.com.ar

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