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Los mareados

ENTRE COPAS (Sideways / EEUU, 2004) Dir.: Alexander Payne Intérpretes: Paul Giamatti, Thomas Haden Church, Virginia Madsen, Sandra Oh Entre copas es una comedia agridulce en la que, en lugar de la atmósfera placentera que se esperaría crearan el vino y las mujeres, se deja lugar a la inexplicable nostalgia de la vida adulta. Por Marcela Raggio

15 de julio de 2005, 09:16.

imagen Los mareados
Estructurada en convenientes capítulos que siguen el diario devenir de dos amigos embarcados en un viaje por los viñedos californianos, Entre copas es una comedia agridulce en la que, en lugar de la atmósfera placentera que se esperaría crearan el vino y las mujeres, se deja lugar a la inexplicable nostalgia de la vida adulta.

Miles, un escritor separado en crisis (matrimonial, profesional, personal) ?Paul Giamatti- y Jack, un mujeriego a punto de casarse - Thomas Haden Church- emprenden un viaje como despedida de soltero del segundo. Pero los dos amigos, que se conocieron durante su primer año de universidad, al menos dos décadas antes, tienen estilos de vida, y sobre todo, modos de enfrentarse a ella, muy diferentes; y esto va quedando en claro en los breves espacios que, entre copas, cada uno despliega sus propios caminos. La buena vida que cada uno pretende que esa semana les signifique tiene que ver, alternativamente, con las mujeres y con el vino. Para el amigo que va a casarse, el recorrido por los viñedos es sólo una excusa para conocer mujeres en sus últimos días de ?libertad.? Sin embargo, su desenfreno y la cadena de engaños que enredando lo llevan nada más ni nada menos que al descubrimiento de que no puede vivir sin su prometida, la ausente Christine.

Para el profesor de literatura y frustrado escritor, en cambio, las aventuras de su compañero de viaje son inaceptables; y sus constantes sermones intentan convencer al amigo descarriado de volver sobre sus pasos y unirse a él, el desencantado de la vida. Porque en realidad, el film es la historia de Miles, incapaz de encontrar él mismo su propio rumbo. A modo de señales en la ruta, las bodegas, viñedos y cavas que visitan le ofrecen un sustituto de las certezas que le faltan en todos los aspectos de su vida, sobre todo en lo que hace a la relación con las mujeres y con su vocación.

Separado desde hace dos años de su esposa Victoria, Miles es incapaz de desprenderse del recuerdo de ella, y la noticia de que ha vuelto a casarse lo sumirá aún más en la desesperación. Por otro lado, no logra asir sus sentimientos y encarar una nueva relación con Maya, una conocida de viajes anteriores con quien comparte, entre otras cosas, el gusto por el buen vino.

En realidad, también el vino es una obsesión para Miles. Solo bebe pinot noir, y sus degustaciones y descripciones son tan amargas y desencantadas como su propia vida. Las sucesivas copas que va apurando son etapas de la espera de una respuesta por parte de sus editores (respuesta que será, como todo en su existencia, negativa). Y el vino mismo es, como Maya se encarga de explicarle, la gran metáfora de sí mismo. Como cada botella especial, tiene un período de vida acordado, cada día tendrá un sabor diferente, llegará un momento cúlmine en el que estará listo para ser bebido, y pasada esa hora, su declive será inevitable.

Él, el escritor frustrado que espera una improbable oportunidad de ser publicado, comprende por fin que el momento indicado en la vida de cada persona es éste, el que está viviendo ahora, que depende de uno mismo tomar las riendas de la propia existencia, por más tambaleante que parezca, porque el momento no volverá a repetirse. De ahí que la escena en el fast food, en la que bebe su reserva especial ?61, solo (sin la ?compañía especial? que había estado esperando) y en un vaso de plástico, después de haber apurado tantas copas elegantes, sea el punto clave, la vuelta de tuerca de su vida. Los problemas siguen ahí: la soledad, la incomprensión, la frustración; pero es solamente haciendo frente a ellos como la situación podrá ser revertida.

En un maravilloso final abierto (la mano que golpea la puerta), Payne deja en claro que uno mismo va haciendo el camino, entre copa y copa, entre estación y estación, entre amigos, entre charlas, pero sobre todo, entre cada momento de vida ?que no tiene por qué ser grandioso ni grandilocuente. La oportunidad puede darse o no. Solo hay que estar listo porque nunca se sabe cuándo se dará. Tal vez por eso la vida de Miles es un gran recorrido metafórico por otoñales viñedos que dejan un sabor a nostalgia: tal vez la oportunidad ya pasó; pero nunca se sabe. Por si acaso, siempre hay que golpear la puerta. Por las dudas.

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