Habituados a la tecnología, ven la universidad como un servicio y demandan a los profesores contención
La tecnología es parte de su paisaje cotidiano y saben que un empleo no es para siempre. Ven la universidad como un espacio de socialización y un servicio, y valoran a sus docentes tanto por lo que saben como por sus capacidades de transmitirlo y generar vínculos personales con ellos.
Así son los "millennials", la generación que hoy puebla las universidades y está obligando a los profesores a redefinir sus modos de dar clase.
La descripción proviene de una investigación realizada por la Universidad Argentina de la Empresa (UADE) entre sus alumnos, en la que se buscó aplicar los estudios sobre generaciones en los Estados Unidos y en algunos países de Europa, que han caracterizado a los "millennials" ?nacidos entre 1985 y 2000? como el grupo que sigue a los escépticos, pragmáticos e individualistas miembros de la Generación X. Hedonistas e impacientes, los "millennials" valoran las opiniones personales ?el auge de los blogs va en ese sentido? y fueron criados como consumidores.
A través de focus groups y encuestas, iniciadas en marzo de 2007 como parte de un proyecto que continúa, la intención de la UADE fue retratar las visiones de sus alumnos sobre el mundo del trabajo y la universidad, con el objetivo de ofrecer a sus docentes herramientas para las clases. Ante la consulta de La Nacion, profesores de otras universidades compartieron en gran medida el diagnóstico y plantearon matices.
"Un dato central en esta generación es la tecnología. Lo que para nosotros es un aprendizaje, para ellos es un a priori", dijo a La Nacion Martín Cuesta, director del Departamento de Ciencias Sociales y Humanidades de UADE, que coordina el estudio.
Los "millennials" son "nativos digitales", es decir, crecieron rodeados de pantallas, Internet y dispositivos de comunicación con cientos de funciones, lo que se traduce en una nuevo rol para los docentes. "Está bien que la tecnología sea una herramienta pedagógica, pero también hay que enseñar a los chicos a usarla. El ambiente del aula debería incorporar la velocidad de la tecnología, pero también ponerle freno. Por ejemplo, no dejar que los alumnos usen abreviaturas o emoticones en trabajos académicos. Y antes de pedir un trabajo, los docentes deberían revisar qué hay publicado en la Web para detectar copias", dijo Cuesta.
La inestabilidad como regla
Nacidos en democracia, estos chicos ya la dan por sentada, tanto como entienden la inestabilidad del empleo. "Tienen la experiencia de ver cómo sus padres perdieron sus trabajos en los 90. Para ellos, el empleo no es estable", dijo Cuesta.
En ese ambiente, el sentido de la universidad es diferente. "La educación es un servicio, más que una vía de ascenso social. La experiencia universitaria es un espacio de socialización en el marco de la extensión de la adolescencia", dijo Cuesta.
Con ese diagnóstico coincidió Jorge Sztrajman, profesor titular de la cátedra de Física del CBC. "Antes, la universidad aseguraba una carrera, ahora ya no, porque las cosas pueden cambiar todo el tiempo, los conocimientos son efímeros y los chicos toman estas mutaciones como algo natural", dijo. Y dio un ejemplo: "Muchos chicos no terminan carreras, como computación, porque el mundo del trabajo ofrece salidas más atractivas y el título muchas veces no tiene tanto valor agregado".
Los chicos ven a la universidad como miran otros objetos de consumo, transitorios y no acumulativos. "Los chicos valoran la universidad durante un tiempo. La ven como un medio que luego les permite pasar a otro espacio, como el posgrado o el trabajo", apuntó María José Fittipaldi, coordinadora de Asesoramiento y apoyo académico del Instituto Tecnológico de Buenos Aires (ITBA). Pero marcó continuidades: "Siguen buscando carreras tradicionales por lo que significan socialmente, además de por interés", dijo.
Para estos chicos, el papel del profesor es diferente. "Los chicos piden y valoran al docente en sus conocimientos y en su capacidad de explicarlos y «bajarlos» a la cotidianidad", dijo Cuesta. Pero la autoridad ya no se da por sentada. "Hay que ganarla en el aula y parte de hacerlo es dar cierta contención emocional", señaló. "Los chicos piden saber para qué les sirve lo que están aprendiendo."
"Los chicos te tienen respeto si te ven como una persona, que incluso se puede equivocar y pedir disculpas. Eso no significa simetría, porque nunca pierdo mi lugar ni soy una de ellos", comentó María Eugenia Santiago, profesora de Historia en distintas carreras en la UCA. "Los chicos quieren crear vínculos. Quieren ver en vos a otra persona, disponible y dispuesta al diálogo", describió.
Sztrajman estuvo de acuerdo. "Para ser un buen docente ya no sirve solamente saber. Ser una autoridad en la materia es necesario, pero no suficiente. La manera de llegar es complementar los contenidos con estrategias de tipo teatral. Nadie puede captar la atención durante un tiempo muy largo, así que hay que desarrollar estrategias más vinculadas con lo histriónico y el humor."
Según Cuesta, los docentes tienen que estar preparados para recibir demandas emocionales de los alumnos, como las que esperan de un tutor, alguien que da consejos y que pone límites. "Hay un fuerte aspecto emocional en esta generación", dijo.
Fittipaldi relativizó la idea de que los chicos busquen contención. "Tienen idea de la autoridad, pero están más habituados a relaciones horizontales y por eso tienden a replicar esa comunicación con el docente. Lo nuevo es que hay que poner énfasis en el sentido de la autoridad, algo que antes no era necesario."
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