Durante el 2020, los jóvenes Agustina Galiana (ingeniera industrial de la UNCUYO), Leandro Dinnocenzo (ingeniero industrial de la Universidad de Mendoza) y María Victoria Martínez Daruich (ingeniera química de la UTN) dedicaron horas de estudio e investigación a la búsqueda de métodos alternativos de desinfección para poder lograr ambientes seguros.
“Empezamos con el proyecto porque los tres trabajamos en la industria alimenticia, por lo cual en este contexto de pandemia necesitábamos garantizar la producción y la seguridad al personal en el ámbito laboral”, contó la graduada de la UNCUYO.
Ante ese escenario, los jóvenes profesionales lograron desarrollar un método con tecnología UVC que permite eliminar en un 99% el coronavirus del aire y superficies. Lo que hace es inactivar los microbios al producir una alteración de su estructura de ADN. Así puede eliminar diversos microorganismos, entre ellos el Sars CoV-2.
Si bien es un sistema que ya se utiliza en algunos países, en comparación con otros procedimientos tradicionales desinfecta de manera más rápida, limpia, segura y económica. “Estos equipos de desinfección funcionan en otros lugares del mundo, en especial en centros sanitarios. Pero los diseños creados por LUXSA (la empresa conformada por los tres integrantes del equipo), contienen algunas particularidades e innovaciones que les permite aplicarlos a distintos espacios”, explicó Galiana.
Actualmente tienen dos equipos. Uno móvil que en cuestión de minutos desinfecta superficies y puede ser trasladado a distintos espacios, como ascensores, oficinas, salas de espera, gimnasios, entre otros. Y otra versión que es fija y que tiene la particularidad de desinfectar superficies y aire. Esta unidad trabaja con tubos superiores e inferiores que se activan por separado en cada función.
Entre las innovaciones introducidas por los profesionales a los diseños locales, se pueden mencionar la posibilidad de comandar los dispositivos a través de celulares o computadoras; y la inclusión de sensores de movimiento, para que cuando haya personas en el lugar se apaguen automáticamente, y vuelvan a funcionar cuando detectan que se han retirado.
Galiana destacó que la radiación ultravioleta puede llegar a afectar la piel y ojos, por lo que la introducción de los sensores de movimiento hace más segura la aplicación de la tecnología. Además, aclaró que el equipo fijo, al ser instalado en la altura, permite que durante su función de desinfección del aire pueda haber personas trabajando en ese espacio. Esto resulta relevante en escenarios en los que no puede hacerse una ventilación constante.
Finalmente, agregó que miden la efectividad a través de un radiómetro que llevan al lugar para saber la dosis necesaria de UVC que tienen que aplicar en cada espacio. Actualmente, además, están trabajando con el INTI para hacer los ensayos microbiológicos de los equipos.