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Madre no hay una sola

En conmemoración del día mundial del detenido-desaparecido Agencia Taller homenajea a  las Madres de Plaza de Mayo de Mendoza desde una perspectiva de género. Ellas son sujetas actoras en la lucha por la justicia para los 30000 desaparecidos y desaparecidas en la última dictadura militar. María Domínguez nos habla del salto que en su vida significó el paso de ser una madre a ser una Madre.   

29 de agosto de 2005, 09:28.

Por Ivana Ilardo

Departamento de Sociedad y Movimientos Sociales

ivilardo@yahoo.com.ar

Desaparecido es la palabra que enseñó a María a salir de su mundo privado por los quehaceres domésticos hacia la calle. Un espacio público en el que, junto a otras mujeres, aprendió una nueva manera de ser madre y mujer.  

María Domínguez integrante de la Asociación Madres de Plaza de Mayo en Mendoza, es  la mayor de una familia muy numerosa y transitaba su vida ocupada en sus cosas, “solamente ama de casa, sin estudios porque yo gracias que hice hasta sexto grado. Yo era una mujer que vivía haciendo las cosas de la casa, cosiendo, tejiendo”. Sin embargo “todo eso pasó a la historia” desde  que un 9 de diciembre de 1977 a María le secuestraron a su hijo y a su nuera embarazada de 6  meses. Desde entonces  su vida dedicada al cuidado de su familia “como debía ser” ya no fue la misma. Tuvo que “salir a la calle a buscarlos”.

En este nuevo espacio ella y otras tantas mujeres que en nuestro país vivían las mismas circunstancias demostraron que el miedo y el terror desatado en la época no eran armas suficientes frente al coraje y a la fuerza de sus corazones dolientes pero aguerridos. Sus palabras recordaban: “El miedo no me amedrento, yo salí y los busqué, porque teníamos muchos miedos, porque hubo tres Madres desaparecidas, de quienes hace poco encontraron sus huesos. A esas Madres las secuestraron porque eran las mejores Madres que habían, las que les enseñaban a las otras qué es lo que había que hacer; porque al principio no sabían ni hacer una nota para presentar a las autoridades y estas Madres, que eran un poco más emprendedoras, fueron las que nos enseñaban y por eso las secuestraron. El asesino Alfredo Astiz  fue el que se infiltro al principio en el grupo de Madres de Buenos Aires, haciéndose pasar por hermano de un desaparecido, y las Madres lo trataban como si fuera un hijo. Pero era un asesino mandado por la dictadura a controlarnos y vigilarnos”. Él fue quien las entregó.

El secuestro sucedió en diciembre de 1977 en el día de los derechos humanos. “Las Madres querían sacar una solicitada ese día para lo que habían tenido muchas reuniones con el objetivo de juntar plata. Cuando en la mañana que tenía que salir la solicitada Azucena Viñaflor va al quiosco a comprar el diario nunca más volvió a su casa”.Las Madres desaparecidas fueron Azucena Villaflor de De Vincenti, Esther Ballestrino de Careaga y María Eugenia Ponce  de Bianco. Sus cuerpos fueron identificados el pasado 15 de julio.

Parece que el único modelo de madre que se toleraba y se promovía era el de las madres ingenuas frente a las “subversivas”, de acuerdo a la prensa femenina de la época. Las notas publicadas en revistas dirigidas a mujeres como Para Ti y Vosotras llevaron adelante una acción sicológica sobre la población, en la que las mujeres eran las principales transmisoras, según un estudio realizado sobre la ideología de las revistas femeninas en Argentina por Eduardo Varela Cid y Luis Vicens.

Sin embargo muchas aprendieron a desafiar el miedo y la estigmatización actual impuesta por el discurso de “por algo será”.  Demostraron que ser mujer y ser madre tiene muchos matices.

Al respecto Agencia Taller consultó a Mariana Mora, una militante de La Grieta,  colectiva de mujeres.  “Ellas (las Madres) ocupan otro lugar como madre, irrumpen en la escena pública para dar una mirada de la sociedad en su conjunto y no solo buscando recuperar  la aparición física de sus hijos sino también rescatando aquellos discursos que se enterraron. Son mujeres que trabajan en la construcción de un mundo en el que exista la igualdad entre hombres y mujeres”

María aprendió que “el que te está gobernado no es un Dios;  son personas que las ha puesto el pueblo para que nos gobiernen. Aprendí que todos somos seres humanos, que todos tenemos derechos.... Yo le decía a mi hijo que siempre, toda la vida,  uno había vivido igual, con pobreza, con injusticias y él me sabía decir: ‘mamá, si todos pensaran como vos qué sería del mundo, tenemos que cambiarlo porque todos tenemos derecho a vivir bien’; en eso yo cambié mucho”.

Por eso ya no lucha sólo por su hijo. Ella manifiesta que: “las Madres socializamos la maternidad, nosotras luchamos por los 30.000 (desaparecidos), no luchamos sólo por el hijo nuestro. Lo que nosotras hacemos es traerlos a la vida en las acciones que hacemos, en la lucha que seguimos llevando. Porque nosotras somos grandes, estamos cansadas,  tendríamos que estar en la casa sentadas tranquilamente con los otros nietos, sin embargo, seguimos en la calle, vamos a seguir hasta que Dios diga basta. Porque si nosotras nos hubiéramos quedado en la casa esto ya se hubiera olvidado.”

Más adelante, María afirma que “fue tremendo, acá en Mendoza nunca supimos nada. Fue como si una nave espacial se los hubiera llevado”. Nunca tuvieron respuesta.

Sin embargo ellas no resignan su voz y siguen pidiendo por justicia. Agrega: “Lo que a nosotras nos alienta mucho es la juventud que hoy en día, cada día salen más jóvenes a luchar a la calle por lo mismo en lo que creían nuestros hijos. Porque hay mucha gente que no entiende que lo que les hicieron a nuestros hijos lo tuvieron que hacer para poder implementar el plan económico de Martinez de Hoz  que después agudizaron los gobiernos pseudo democráticos que hemos tenido. Si no hubieran desaparecido, si no hubieran masacrado a un millón y pico como hubieron de fusilados, dos millones creo, que se tuvieron que ir del país, fueron exiliados, el plan económico que destruyó al país no lo hubieran podido implementar, ellos lo sabían bien, por eso hicieron el genocidio que hicieron. Eso es lo que no entiende mucha gente, como al principio, les hicieron creer que nuestros hijos eran ‘terroristas’ y  ‘pone bombas’, que por eso los secuestraron. Pero después, con la lucha nuestra se demostró que no fue así. Todo lo hicieron para poder implementar este plan económico de hambre y miseria que sigue matando gente. Ahora ya no los matan con balas, los matan con el hambre, la desocupación y con las cosas terribles que estamos pasando y que hemos pasado todos estos años.”

Sus palabras demuestran que ya no es aquella ama de casa que sabía tejer y bordar. Ahora es una mujer que supo abrir  la puerta para ir a la plaza y abrazar una lucha que es “la que a una la fortalece”.

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