El objetivo y enfoque del trabajo se sintetiza en esta expresión de la especialista: “El término conflicto nos remite al concepto de pérdida, enfrentamiento, momento difícil, pero es importante recordar que tal situación implica, con mirada positiva, una oportunidad de crecimiento personal y social…”.
El Manual condensa los resultados del Proyecto 2007-2009 “Construcción de un Manual Básico de Actitudes (MABA) para consulta docente, en situaciones de conflicto emergente, como soporte normativo y herramienta de gestión socio-cognitiva en el aula”. Y también del proyecto “Desarrollo de habilidades socio-cognitivas en la Formación Docente: una propuesta de innovación curricular ante la emergencia de escenarios conflictivos en el ámbito escolar”, financiado por la Secretaría de Ciencia, Técnica y Posgrado (SeCTyP) de la Universidad Nacional de Cuyo.
El “trabajo de campo” caracterizó el proceso investigativo, teniendo en cuenta que las situaciones conflictivas, muchas veces son ignoradas por agentes externos a la escuela -ya sean padres o la misma sociedad- e, incluso, por personal dentro de la misma institución, que tiene cargos jerárquicos. Para los investigadores, el que sabe qué sucede en la escuela es el que está “con los pies en el aula”.
El trabajo, además, registra algunas experiencias de la autora en España, país muy cercano al equipo no sólo porque uno de sus colaboradores desde las primeras investigaciones sobre conflictos educativos es Rafael Castellano Almagro, investigador de la Universidad de Jaén. Sino que también Vaquer ha dictado cursos en ese país, como producto de un fluido intercambio académico entre ambas Universidades.
En el Manual, se puede encontrar, narrada, por ejemplo, la experiencia de un Proyecto Institucional elaborado en el año 2010, en una escuela de la provincia para la “Formación del Centro de Mediadores”.
El Manual surge como un documento orientador, que permite profundizar en los saberes que indagan acerca del comportamiento adolescente y las posibles acciones a cumplimentar en situaciones de conflicto, a partir de la observación de que “las generaciones jóvenes, tenían cada vez menos comunicación verbal o una comunicación agresiva o una confrontación casi permanente tanto en los recreos o, muchas veces, dentro del aula.
Fue así como ya desde 1999 comenzó a conformarse el equipo de investigación para intentar prevenir el conflicto escolar, porque ya, a fines de los ’90, “se empezó a ver que era inevitable”, rememora Vaquer.
¿Por qué empezó a ser inevitable el conflicto en la escuela? Esta es su respuesta: “Por un lado, y esto lo digo con mucho respeto por los administradores educativos, la escuela tiene un formato demasiado tradicional. Tenemos una escuela que se forma en siglos anteriores con un formato específico. Es decir, una escuela del Siglo XIX. Docentes, la mayoría formados en el Siglo XX para alumnos del Siglo XXI. Entonces, tenemos un desfasaje de situaciones y necesidades que generan el malestar que yo empecé a observar desde hace ya varios años”.
¿Cómo darle forma al objetivo de actuar sobre las situaciones de conflicto que se ven en las escuelas a diario? ¿Cómo actuar antes, durante y después del conflicto?
Para llevar a cabo estos objetivos se emprendieron diferentes acciones. Entre ellas, se realizaron jornadas-taller en diferentes escuelas de la provincia.
La primera jornada que se hizo fue para adultos, totalmente voluntaria. “Sorprendentemente, estaba llenísima el aula”, recuerda Vaquer..
En esa jornada, se trabajaron técnicas para la resolución de conflictos con docentes y auxiliares como preceptores, bibliotecarios, personal de maestranza. Los investigadores destacan que “esto es muy importante porque no sirve capacitar sólo a los docentes. Es la comunidad educativa la que tiene que capacitarse, porque trabajar en resolución de conflictos implica un cambio cultural y un cambio cultural implica un cambio de actitud”.
La segunda etapa se abocó a la conformación del equipo institucional de mediadores. Se trabajaron fuertemente las cuatro técnicas fundamentales de un mediador: poner en acción la escucha activa, saber parafrasear lo que una de las partes dice, para que a una parte la escuche la otra parte, saber preguntar y saber qué tipo de preguntas hacer (abiertas, cerradas, circulares, de acuerdo a la información que el mediador necesite rescatar) y, por último, tener el poder de síntesis que le permita recuperar de esas opciones que han presentado las partes a través de un torbellino de ideas, las más viables para que las partes luego las puedan cumplir.
El personal que participó en las dos instancias anteriores fue el mismo que formó a los alumnos mediadores, en lo consistió la tercera instancia.
En el “documento orientador” que es el Manual, se sistematizó toda la información obtenida, tabulando y procesando todos los resultados. Se constituye, así -define Vaquer- “en nuestro humilde aporte para la labor del docente y para el futuro docente, que lo ayude a entender qué adolescente tenemos hoy, qué habilidades sociales les hace falta al él y al adulto para no llegar al conflicto y, en el caso de llegar al conflicto, cuáles son las situaciones más recurrentes para poderlas solucionar”.
¿Qué es la mediación?
La mediación es un movimiento cultural muy importante, que nace en Estados Unidos a fines de la década de los ’70. La mediación es un proceso que ayuda, a través de un tercero neutral, a comunicar a las partes para tratar de resolver una situación de conflicto.
Es decir, es un proceso que se implementa posterior a la negociación, que a su vez es acercar posiciones entre partes en conflicto
Surge de la Sociología, después se integra a la Educación y en este momento, por ejemplo, en la Abogacía es prioritario. Hay leyes de mediación a nivel nacional, se implementa la mediación en niveles pre-judiciales, porque lo que intenta la mediación es descomprimir el ámbito judicial.