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Marcando la zeta de ....

Zatoichi - Director: "Beat" Takeshi Kitano Japón, 2003 El multifacético y genial director japonés realiza su aporte al tradicional género japonés de samurais con una producción de personalísima estética y creatividad. Por Gastón Ríos

03 de junio de 2005, 08:22.

imagen Marcando la zeta de ....
¿Como se puede calificar una película de acción de samurais, que incluye singulares ensambles musicales entremezclados con brutales combates?? de la única manera posible: kitaniana.

Zatoichi es una leyenda cinematográfica y televisiva que transcurrió exitosamente durante tres décadas en Japón (60?, 70? y 80?). Una leyenda de la ficción en su país y además un épico personaje que para nuestras occidentalísimas mentes sólo es comparable con las aventuras del pequeño saltamontes. Kitano aka ?Beat?, recrea el clásico y aporta su mirada renovadora. Reubica la leyenda sobre parámetros actuales, sin perder de vista la épica y la lírica de la original y finalmente en su aporte más interesante, desarrolla una serie de llamativas creaciones que dotan de color a la aventura .

Zatoichi es un humilde viajero ciego que se gana la vida dando masajes y apostando en las casas de juego del Japón feudal alrededor del 1800. La estructura de la historia es simple: cuando la justicia se ve vilipendiada, Zatoichi entra en acción y recompone la situación, salvando a los más débiles y desposeídos, a la vez que literalmente pulveriza al villano con su espada velada a modo de bastón. Pensada para televisión y cine popular, la saga cinematográfica del samurai ciego se extiende desde 1962 a 1989 (todas protagonizadas por Shintaro Katsu); mientras que la televisiva corrió de 1974 a 1979.

El valor agregado de la relectura de Kitano: el humor particularísimo del director (disfrutado por muchos en sus películas anteriores) y esos pasajes que le valieron el rótulo de ?neoprimitivista? que elevan la acción al más alto rango cinematográfico.

El Zatocihi-Kitano merece más atención que su predecesor aunque la estructura dramática no posea mayor complejidad que la versión T.V.: Zatocichi-Kitano se burla de sí mismo y lleva el pelo a lo ?albino?: una composición especial. En combate es implacable e invencible ó ?una máquina asesina que mejor no hubiese existido?, como afirma el mismo director y la mecánica brutalidad con la que disecciona a sus adversarios es propia del brillante renacimiento del ?chambara? de hoy, en los mejores niveles de la cinematografía, en muchos casos, claro está, gracias a los efectos especiales. Algunas muestras nos remiten directamente a ?Kill Bill? en sus dos volúmenes y ?Héroe? de Zhang Yimou (este género en China se llama Wu Xian Pian).

Justicia ciega

Si bien este Zatoichi-Kitano resignifica muchas de las características del original; pareciera que el director homenajea muy seriamente a la leyenda cinematográfica (y televisiva: el personaje respira la simpleza propia de un héroe serial) cuidando de no caer en esa especie de semi-parodia que practicara Kurosawa en su recordado Sanjuro, sobre las convenciones del género; aunque las escenas de combate bajo la lluvia recuerden a los emblemáticos ?siete samuráis?. Homenajes más o menos, ?Beat? desarrolla el film a su manera: en tanto la mayor fidelidad en cuanto a composición recae sobre el personaje pese al pelo platinado, ?Beat? se toma las licencias del caso que descomprimen con maestría los combates profusamente ensalzados de hemoglobina.

Zatocihi es una película fresca, más allá de las oscuras obsesiones de los jakuza, la triste historia de los hermanos vengadores ó la aflicción de ronin que contiene el único digno rival del samurai ciego. Tal vez la frescura deviene de los profusos rasgos humorísticos que se encuentran en la vereda de enfrente de la mayoría de los grandes personajes del género: seres solitarios y nihilistas. Así se cumplen la norma del chambara en armonía: las espadas repican como a orientales y occidentales gusta, al mismo tiempo que debido a la eterna búsqueda del equilibrio de esta obra sangrienta por naturaleza, de no caer en el eterno círculo dramático de la lucha; se recrea un personaje con singulares humoradas, acompañado a su vez por personajes coadyuvantes desarrollados en altas dosis de torpeza.

Chan chan bara bara

Es llamativo a través de todo el film como el ritmo sonoro reclama atención especial del espectador. Desde su creación el chambara se destacó por la consistencia rítmica tanto en banda de imagen como sonora (su nombre deviene del plano auricular. Chan chan: onomatopeya del sonido de dos espadas al chocar y bara bara: sonido de la carne al ser despedazada). Género derivado del teatro shinkoku-geki (drama nacional), donde los actores no se dedicaban a hacer poses como en el teatro Kabuki, sino que se debatían en verdaderas peleas cargadas de fuerte movimientos físicos y sangre falsa. Kitano percibe esto mejor que cualquier director que trate de echar su nueva mirada sobre el género: ritmo a todo nivel, durante todo el film -propio de una tradición teatral y fílmica que Kitano entiende bien- equilibrio perfecto entre acción total/humor, y a su vez una serie de ensambles musicales que dotan a la obra de una originalidad y cadencia única.

Kitano entiende tanto las raíces del género, como la historia de este personaje legendario y la estética propia de su cultura y no pretende obliterarlas, todo lo contrario: trata de dotarlas de mayor belleza al desplegar toda su creatividad y rescatar elementos propios del teatro tradicional japonés (el Kabuki y especialmente la danza con sandalias de madera: takatsuki) sólo basta interpretar el apoteósico final del film para entender esto último.

Violencia y belleza fundidos de manera equilibrada bajo el signo del ritmo y la sonoridad parece ser la consigna del director japonés en su primer intento por recrear una época y cambiar la explosión de las pistolas automáticas por la música de las espadas. Belleza tradicional y sutileza oriental, al punto de tratar la sangre digitalmente ?..para que parezcan flores rojas que florecen a través de la pantalla?.

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