El concurso «Monumento escultórico en homenaje a la Independencia y al Pueblo Cuyano» se realizó en el marco del Bicentenario de la Independencia de la República Argentina. Fue una idea conjunta de las facultades de Artes y Diseño, Filosofía y Letras e Ingeniería, con la dirección de Obras del Rectorado de la UNCuyo, para crear una escultura que será emplazada en los jardines que rodean esas tres Unidades Académicas y el Comedor Universitario.
Andrés Asarchuck, titular de la asignatura Morfología III, de tercer año de la carrera de Arquitectura, es el responsable del proyecto ganador que desarrolló junto con Gabriel Luppino, jefe de trabajos prácticos y los adscriptos Viviana Carracedo, Antonella Vergara y Facundo Pérez.
Durante la inauguración de la Plaza Jardín del Bicentenario «De la Formación del Ejercito de Los Andes», ubicada en el espacio interno de los edificios de la facultad de Filosofía y Letras, se entregaron diplomas y el primer premio, de 80 mil pesos, a los creadores del proyecto «Monumento al vuelo del espíritu», que participaron del certamen con el seudónimo «Remigio».
Detalles del proyecto
El monumento consiste en dos espirales abrazadas, una de ellas incompleta, que representan el bicentenario. En altura, estas siluetas helicoidales representan alas, en un gesto de elevación y crecimiento.
La forma final resultante, podría sintetizarse en un tronco de cono invertido, compuesto por elementos modulares, con forma de plumas.
La espiral externa está trabajada con metal desgastado u oxidado, con una textura más vigorosa. Como elemento de gran valor simbólico, las plumas más altas llevarán una horadación que permitirá el paso del sol durante los meses en que se desarrolló el Cruce de los Andes.
La espiral interna, llegará a una altura aproximada de 12 metros y estará resuelta en metal brillante. Cada pluma tendrá definido su contorno mediante tubos de aluminio y revestidos, parcialmente, con chapas perforadas, para dar transparencia, y al mismo tiempo, disminuir el impacto del viento. En los extremos presenta piezas móviles, con forma de escamas, que se moverán con el viento y generarán suaves sonidos. Con este recurso, la obra integrará elementos sensoriales que desborden lo puramente visual.
Se espera que su forma de cuerpo de revolución contraste con el entorno arquitectónico, que presenta formas prismáticas, de aristas aladas, al tiempo que medie con las formas del paisaje natural.
La base del monumento constará de un solado modulado en bloques de hormigón y en el lado oeste formará un zócalo memorial.
La iluminación nocturna prevé luz rasante desde la zona inferior para enfatizar su presencia y aumentar su visibilidad, para ser percibido por los vehículos y personas que circulen tanto por la rotonda del predio universitario, Av. Champagnat y zonas cercanas.
Además, la obra cobra un valor especial durante los meses que se realizó el Cruce de los Andes, proyectando sobre el terreno el paso de la luz solar sobre su base. El sol cuyano, como elemento de gran valor simbólico (presente en la bandera del Ejército de los Andes) es tomado en la propuesta como reloj solar para indicar las fechas relevantes de la epopeya de los Andes. El haz de luz solar atraviesa una horadación ubicada estratégicamente, que indica, en la base del monumento, el día de partida del Ejército, las batallas libradas y culmina con la fecha de la llegada a Chile (desde el 19 de enero al 8 de febrero).
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Participaron de la Comisión Interdisciplinaria que llevó adelante el proyecto: Omar Alonso Camacho, Emilce Sosa, Gustavo Made y Marta Castellino de la facultad de Filosofía y Letras; María Inés Zaragoza de la facultad de Artes y Diseño, Andrea Riba del Rectorado y José María Silvestro de Ingeniería.