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Mujeres al poder. ¿Puedo señor? Gracias señor.

Desde hace varias semanas a través de los diarios locales y nacionales asistimos a la lucha mediática entre las candidatas a senadoras por el peronismo, Cristina Fernández de Kirchner (Frente para la Victoria) e Hilda “chiche” de Duhalde (Partido Justicialista). Analizaremos este hecho desde la perspectiva de género.

Sabemos que desde hace un siglo las mujeres tenemos más participación en todos los ámbitos de la vida pública (laboral, política, social, etc),  que, hasta no hace mucho tiempo estuvo reservado sólo para varones. Su presencia en este campo sabe significar muy bien el lugar que el movimiento de  mujeres y el feminismo ha conquistado a través de la lucha personal y política a lo largo de la historia.

Dentro de los márgenes de la política argentina, mujeres como Cristina Fernández y “chiche” Duhalde  entre otras, construyen sus espacios de participación real y contribuyen a crear en el imaginario colectivo la idea de que mujeres en el poder es beneficioso para las mujeres en general. Esta idea se impone desde la exaltación de sus figuras en la política y a través de recursos como el de la toma de signos distintivos fuertes para muchas mujeres en nuestro país como el de Eva Perón.  Sin embargo la proposición mujeres en la política no es equivalente a política para mujeres.

La participación de las mujeres en política, lo que es muy importante y por lo que se lucha desde hace mas de un siglo, no se traduce necesariamente en prácticas concretas de transformación para la vida de las mujeres en sus necesidades y problemáticas específicas. Tampoco es garantía de que se creen las posibilidades de resolver necesidades estratégicas para transformar los fundamentos de las relaciones intergenéricas e intragenéricas (es decir, entre los hombres, entre las mujeres y entre mujeres y hombres). 

Hacemos referencia a la feminización de la pobreza, la prostitución, las muertes maternas por aborto y los derechos sexuales y reproductivos, entre otros. Éstas se encuentran enmarcadas en  formas de relaciones de subordinación y desigualdad entre los géneros. Y para su modificación no alcanzan prácticas asistencialistas ni un discurso de “mujeres al poder”.

En los últimos meses hemos asistido a través de los medios a una confrontación  entre las “mujeres de”, como las describen algunos medios. En  Los Andes, en su edición del 7 de julio aparece: “con el lanzamiento de la candidatura de la primera dama Cristina Fernández de Kirchner como candidata a senadora nacional por el Frente para la Victoria”. En La Nación del día  9 de julio de este año se menciona la “candidatura de la esposa de otro peso fuerte del peronismo, Hilda "Chiche" Duhalde

Entonces, la disputa real no es entre mujeres que discuten temas referidos a  problemáticas de su género sino de mujeres que representan a un partido que se identifica con  ideas y valores diferentes.  Son los que permiten implementar las políticas globales elaboradas en los centros de poder. La privatización, los sistemas jubilatorios, las políticas educativas y de salud, etc. Estas políticas, acciones de gobierno, ¿se identifican con las necesidades de las sujetas, además de los sujetos, a las que se dirigen?

Por el contrario, en los medios encontramos dichos como los de Cristina (kirchner) respecto a Eduardo Duhalde con la película "El Padrino". Dijo que la sensación de que el duhaldismo condiciona a Kirchner "es el tufillo perverso" que llevó a la candidata a expresarse de esa forma, aludiendo a los que "ponen obstáculos a la gobernabilidad y piedras contra la gestión"(9 de julio de 2005, en diario  La Nación)

También aparecen dichos como: En cuanto a la relación con el Presidente, la candidata señaló que "discutimos muy duro y no le hago concesiones" pero subrayó que "las políticas de mi marido son las políticas en las que yo creo"(17 de julio de 2005)

Esta disputa discursiva, que no es menos real que la de la práctica concreta, hace referencia a una confrontación en un terreno político que no se corresponde con el creado por y para las mujeres. Sino que tiene como verdadero actor a un otro. A un universo producido y reproducido por un sistema de ideas, valores e intereses proveniente de un paradigma masculino. El mismo que las posiciona en el lugar en el que aparecen como señoras de. De hecho la mayoría de los puestos de decisión están ocupados por varones. Y en todas las manifestaciones públicas siempre se alude a los respectivos maridos o a las políticas implementadas por ellos y otros peronistas.

No se trata sólo de ampliar la democracia electoral y participativa, sino también de llevar la democracia a los ámbitos cotidianos de la relación entre ciudadanos e instituciones, en los ámbitos laborales, en todos los espacios públicos formales o informales. Y también en las esferas privadas.

Ivana J. Ilardo

ivilardo@yahoo.com.ar

Sociedad y Movimientos Sociales

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