Como si se tratara de un extraño fenómeno astrológico de alineación de planetas, confluirán este mes, en nuestra ciudad 3 consagrados “monstruos del rock”, a saber: Attaque 77, Los Piojos, y Bersuit Vergarabat.

El poderoso imán que tiene nuestra provincia para con las grandes bandas nacionales, se viene notando hace rato ya. Si analizamos el historial de las giras de las distintas bandas, podremos ver que, además de las citas obligadas con Buenos Aires, Córdoba y Santa Fe, Mendoza raramente es dejada de lado. ¿Por qué? Al parecer, y recavando información de diversas entrevistas a “rock-stars”, se puede llegar a la conclusión de que las bandas no sólo aterrizan aquí por tener una masa considerablemente grande del denominado “público cautivo”, sino también porque, al parecer, el mendocino es muy cálido en los recitales.

Sí, señor. Ese ser ermitaño, gruñón y conservador que solemos ver como patrón común en los recitales de bandas locales, es sólo un fantasma de sí mismo. Es su parte más fría e inverosímil. Por suerte, de tanto en tanto, desciende de la metrópolis algún conjunto “salvador de almas” que lo hace gritar, saltar y disfrutar como un loco, desinhibiéndolo por completo. Ese sí es el verdadero mendocino... pero a las pupilas, como ya lo dije anteriormente, de las grandes estrellas del rock.

Y todo esto me lleva a mi pequeña reflexión: ¿no será hora ya de romper un poco con ese unitarismo musical que vive en el imaginario de la gran mayoría de los mendocinos-asistentes-a-recitales de rock (obviamente también los hay en otros géneros y situaciones)? Es cierto que hay una frase muy antigua que dice que nadie es profeta en su propia tierra, pero también es cierto que la frase, para estos días, debería ser un tabú extirpado por completo del seno del arte. Creo que es hora de ponerse, en lo que a música respecta, al día con las ideas reinantes en la vida cotidiana de apertura mental y tolerancia, entre otras, y dejar, de una vez por todas, de darle la espalda a las bandas locales por el sólo hecho de ser locales, y comenzar disfrutar de ellas sin ese insensato y despreciable prejuicio. Acordémonos de que ninguna de las grandes bandas que nos visitan ha nacido de un repollo.

En fin. El mes se viene con todo, y las propuestas son tan variadas como prometedoras. Las tres bandas se presentarán en el “templo del rock mendocino”: el Estadio Pacífico (por cierto, el tema de la tristísima calidad acústica del “templo del rock”, merece una nota aparte), promocionando nuevo material. Ahora bien, intentemos que las “luces de la ciudad” no nos encandilen frente a los “suburbanos” que también esperan su oportunidad.

Cristián A. Avanzini

cristianavanzini@hotmail.com