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“Nos están vendiendo terrorismo internacional por toneladas”

 Roberto Montoya, periodista del diario El Mundo habla sobre la cobertura mediática del 11-S, lo que siguió más tarde con Afganistán e Irak y la manipulación de la información por parte de EE.UU.

25 de octubre de 2005, 01:07.

Por Cristian Lora

APM/Agencia Taller

c_lora@perio.unlp.edu.ar

Martes 11 de septiembre de 2001. A las 08:45 un avión de la línea American Airlines se estrellaba contra la torre norte del Word Trade Center en Nueva York. Los medios de comunicación se acercaron y comenzaron a transmitir en directo las imágenes del edificio en llamas, pocos tenían certeza de lo que había sucedido, muchos hablaban de un accidente. 20 minutos más tarde un segundo avión de la compañía United Airlines impactaba sobre la torre sur sorprendiendo a millones de espectadores que observaban los acontecimientos en vivo. Para las 10:30 de ese día ambas torres se habían desplomado.

Las principales cadenas nacionales y globales cubrieron lo que ocurría. Los medios de difusión de todo el mundo, y en particular los televisivos, se incorporaron inmediatamente al seguimiento informativo de los hechos. Ese día el mundo observó por la pantalla de televisión cómo era vulnerada la seguridad del país más potente del mundo.

“El 11-S produjo una cobertura mediática impresionante en todo el mundo por lo que significó el atentado en si mismo”, dice Roberto Montoya, jefe de la sección internacional del diario español El Mundo. “En un principio se manejó una cifra espeluznante de números de muertos, se llegó a hablar de 20 mil o 30 mil personas porque la capacidad de las torres era muy grande”.

“Los hechos del 11-S impregnaron a la sección internacional con la palabra terrorismo”, dice el periodista y escritor. Montoya, nació en Buenos Aires, donde estudió Periodismo y trabajó en distintos medios escritos. Encarcelado y torturado, en 1976 se exilió en París. Fue Jefe de Internacional del diario El Independiente y corresponsal para El Mundo en Roma y París.

La Casa Blanca nos “intoxica” día a día con una oficina de prensa a nivel internacional para que de todas esas mentiras siempre algo quede en la mente de la opinión pública mundial, dice Roberto Montoya, autor de “El imperio global” (El Ateneo, 2003) y “La inmunidad imperial” (La esfera, 2005).

- ¿Cuáles fueron las características propias de la cobertura informativa del 11-S?

- Hubo por un lado una cobertura mediática muy grande, con mucho despliegue, pero en general de un contenido de fondo pobre. No hablo de un medio u otro, o de un país u otro. Fue pobre en general porque se ocultó muchísima información.

Eso implicó grandes despliegues, los infográficos haciendo todo tipo de maravillas técnicas para mostrarnos el impacto, la fortaleza de un edificio, todo ese tipo de cosas. Pero el nivel de información que pudimos aportar al lector como cuestiones de fondo fue pobre por toda una serie de incógnitas que quedaron ahí y que hasta el día de hoy no están reveladas, y ya han pasado cuatro años.

Hubo tal control, tal censura de la información por parte de Estados Unidos, tal control de las imágenes y de los muertos que hacía muy difícil tener información objetiva de los hechos. Había que recibir la información oficial y poco más, conseguíamos algunos testimonios de lo que le pasó a uno y otro, pero la información de fondo era muy difícil de obtener.

Además quedaba la duda si era todo cierto, se comenzó a ver que habían cosas raras. Hubo mucha información en la que no hubo posibilidad de ahondar más y hay información que hasta el día de hoy está muy cerrada.

- ¿Cómo resolvió el diario la información referida al ataque a Afganistán?

- A diferencia de la Guerra del Golfo, el ataque a Afganistán fue más difícil de manejar informativamente porque era más invisible el enemigo. Se atacaba Afganistán pero no era Al Qaeda quien estaba en el poder en ese país, sino que la red de Bin Laden era un huésped que tenían los Talibán. Entonces todo eso hacía un poco difícil de tratar el tema.

Además era muy difícil acceder al país, el régimen Talibán lo impedía, se seguía fundamentalmente desde Pakistán donde los Talibán tenían un portavoz que daba todos los días una rueda de prensa contestando a las exigencias de Estados Unidos. Era desde ahí donde se controlaba la información. Tampoco había posibilidad de informarse, más que nada había especulaciones sobre lo que estaba pasando con Bin Laden, cómo eran esos túneles que después se descubrieron y demás. Hasta el día de hoy ni siquiera los propios periodistas pudimos saber cómo se escapó Bin Laden.

- ¿Irak fue diferente?

- Si totalmente diferente. En esta guerra no existe un mando concreto porque Estados Unidos invade el país cuando ya muchos periodistas están dentro de Irak. El régimen de Saddam Hussein permitía y quería que se vea lo que estaba pasando. El Mundo tenía, desde hacía dos meses, una periodista en Bagdad siguiendo los acontecimientos y otro compañero, Julio Anguita, que entra con las tropas norteamericanas desde Kuwait y muere en Bagdad.

A diferencia de la Guerra del Golfo, en esta guerra existe Internet, Julio Anguita transmitía para nuestra versión digital en el instante, a pesar de que el ejército estadounidense le hacía ciertas “recomendaciones”. Esto nos permitió, por un lado, tener la versión de lo que estaba pasando con las tropas norteamericanas y así pudimos denunciar del gatillo fácil de los soldados que tiraban apenas alguien se les acercaba. Y por otro, tener alguien en Bagdad relatando los bombardeos y las barbaridades que hacían.

En Irak el flujo de noticias era inmediato, con lo cual la pluralidad de información fue distinta. Así y todo, el ejercito norteamericano presionó a los periodistas que estaban en Bagdad y así mataron a José Couso, el cámara del canal español Telecinco cuando dispararon directamente contra el Hotel Palestina donde sabían que estaba la prensa.

- ¿Cree que a partir del 11-S la gente tiene mayor interés por los temas internacionales?

- No creo que haya sido tanto por el 11-S, creo que una de las cosas que más ha sensibilizado a la opinión pública sobre los temas internacionales fue la Guerra de Irak. Esta guerra movilizó a millones de personas en la calle. En España no había movilizaciones de ese tipo desde el año 1981 cuando hubo un intento de golpe militar contra la democracia. En Madrid llegaron a haber manifestaciones de un millón y medio de personas durante el gobierno de José María Aznar para exigirle que retire las tropas de Irak. Ese fue un tema muy sensible, cada mes había una manifestación de muchísima gente en la calle. Sin embargo no hubo manifestaciones de solidaridad hacia Estados Unidos por el 11-S.

- ¿Cual es la importancia de una cadena de televisión como Al Jazeera?

- Al Jazeera marca una diferencia en cuanto al modo de información con respecto a la Guerra del Golfo, cuando solo estaba la CNN a quien tenían super controlada. La señal árabe comienza a difundir videos alternativos a los de la CNN mostrando matanzas de civiles y otras atrocidades, obligando a veces a la cadena de televisión norteamericana a tener que mostrar esas cosas porque sino pone muy en evidencia lo que esta haciendo.

- ¿Qué saben los ciudadanos estadounidenses de lo que sucede en Irak?

- En Estados Unidos se controló y se sigue controlando no solamente los comunicados y las cosas que vengan de Bin Laden, sino que se controlan las imágenes de lo que ellos llaman “daños colaterales”, ese eufemismo militar para hablar de matanza de civiles inocentes.

Los norteamericanos no se han enterado de muchas matanzas importantes como Falluha, algunas matanzas en Afganistán e Irak, y de lo que sucede en Guantánamo se han enterado a duras penas.

Todos los días nos “intoxican” desde la Casa Blanca con una oficina de prensa a nivel internacional como para meternos “pildoritas” de cosas para que de todas esas mentiras siempre algo quede en la mente de la opinión pública mundial.

Frente a una maquinaria tan poderosa es muy difícil para los medios de comunicación poder abrirse. Es una cuestión que se nos ha planteado a los periodistas sobre el problema ético que surge cuando te encontrás con una maquinaria intoxicadora tan fuerte.

Aún imaginando, “oliendo” y, a veces, estando convencido de que todo es mentira es muy difícil decir: “esta información no la doy”. Un periódico tradicional como es El Mundo tiene que dar esa información. Y con eso uno se siente incómodo porque considera que esta ayudando a seguir el mecanismo de difusión de esa mentira.

Actualmente nos están vendiendo terrorismo internacional por toneladas, por todos lados. Hay cosas que son magnificadas en aras de poder aplicar leyes antiterroristas. Los jefes de sección sabemos que todo lo que tenga relación con esto (terrorismo) pasa a tener un papel privilegiado dentro de la sección Internacional. En El Mundo la sección internacional ocupa entre 8 y 10 paginas por día, de esas muchas veces tres páginas son destinadas al terrorismo, pero por otra parte todos los días están muriendo 30 o 50 personas en Irak y muchas veces no va ni una mención en portada.

- ¿Qué cambió en la información internacional a partir del 11-S?

- El 11-S impregnó a la sección internacional con la temática de lo yo denomino “el terrorismo de Al Qaeda”, y lo denomino así porque no me gusta la denominación “terrorismo islámico”, no me gusta adjudicárselo a una religión por que creo que la mayoría de los musulmanes no se siente identificado por esto.

Yo creo que esta historia que comienza con el 11-S, termina en el momento en que se sabe que las armas de destrucción masiva no existen. Durante todos estos años se armó una “tela” que es esa cruzada del “bien contra el mal”, de un terrorismo internacional donde engloba todo.

La falsedad de los argumentos de la guerra y la certeza de que las armas de destrucción masiva no existían produjo un quiebre que nos permitió un margen de juego un poco más equilibrado a los periodista que queremos hacer una información diferente aún en un medio de comunicación masivo.

- ¿Las fotografías de los prisioneros torturados en la cárcel de Abu Graib contribuyeron aún más a ese quiebre?

- Lo de Abu Graib conmovió tanto justamente porque era algo inesperado. El Pentágono presionó a Dan Rather, el presentador estrella de la CBS, para que no emitieran ese programa por que iba a debilitar a las tropas norteamericanas en el frente en un momento en que estaban en una situación muy dura.

Lograron retrasarlo un mes hasta que otro periodista del diario The New Yorquer iba a sacar el mismo tema, él había logrado la misma información. Entonces la CBS decidió emitirlo. Pero cuando las fotos salieron por los medios, y Donanld Rumsfel y todo el Pentágono se escandalizó, sabían perfectamente que esas imágenes existían.

- ¿Cómo vivió y reaccionó el pueblo español ante los atentados del 11-M?

- El 11-M hizo saber al pueblo español que era blanco del terrorismo. La lectura de los españoles durante el 11-M fue muy clara y demostró un grado de conciencia política. La gente fue movilizándose durante meses y meses contra el envío de tropas a Irak, tenía muy claro la responsabilidad que tenía el gobierno español.

Cuando ocurrió ese atentado nadie creyó desde un principio que fuera ETA, porque nada tenía que ver con su táctica, ni tenía un precedente similar. Nadie le creyó al gobierno, la gente entendió que le estaban mintiendo por que si se sabía la verdad el pueblo iba a responsabilizar claramente al gobierno de Aznar de haber traído el terrorismo a España.

Durante los días del 11-M ya se estaba hablando muchísimo de que las armas de destrucción masiva no existían, con lo cual ya el gobierno español estaba muy al descubierto de que había metido a España en una guerra de agresión

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