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“Nuestros padres están vivos, presentes donde el pueblo lucha\"

A partir de las actividades por los 30 años del golpe militar del de 1976, muchos son los debates que se abrieron respecto del papel de las organizaciones de derechos humanos y políticas de izquierda, la actualidad de esta lucha, la vigencia de los proyectos de los setenta, el acercamiento de la sociedad con la historia reciente. A continuación reproducimos, como parte de este debate, el discurso que la agrupación H.I.J.O.S. leyó el 24 de marzo.

06 de abril de 2006, 15:15.

ATPA De nuestra redacción agenciataller@ciudad .com.ar Nosotros somos los hijos y las hijas de la subversión, nuestros padres nos pensaron y quisieron traer al mundo en el mismo momento en que pensaban y querían traer al mundo una realidad mejor, fuimos gestados con la esperanza del pueblo, con amor revolucionario. Cuando los genocidas tomaron el poder, algunos andábamos en pañales, otros  ni siquiera  habíamos nacido. Los milicos quisieron cortar entre nosotros y  nuestros padres todo vínculo, al secuestrarlos y desparecerlos, obligarlos al exilio, encarcelarlos. Apropiándose de nuestros hermanos, intentando silenciar así un pueblo que luchaba por su liberación. Y no lo consiguieron, no pudieron callarnos, no pudieron censurarnos, aterrorizarnos y  hacernos quedar en nuestras casas. Salimos a la calle a gritarles en la jeta a los asesinos, que son unas ratas. Que nuestros padres están vivos, que están presentes en los piquetes, en las tomas de tierras, en las luchas estudiantiles y sindicales, en las manifestaciones callejeras. En cualquier lugar donde el pueblo pelee por su dignidad. A 30 años decimos que más que nunca levantamos su lucha y la llevamos orgullosos en nuestros cuerpos. Seguimos reivindicando la forma de ser joven de nuestros padres y sus compañeros. Esa forma de ser joven que es sinónimo de ser rebelde, de ser solidario y de involucrarse de lleno en la lucha política. Existen numerosos intentos por cerrar el tema de la dictadura con placas y homenajes dejando a nuestros viejos y a sus compañeros sólo como víctimas de la represión. La memoria es también no desaparecer a nuestros desaparecidos. Es devolverles su identidad, a cada uno, con su historia, sus gustos, sus maneras. Es devolverle a cada uno su identidad política y recordar que hace apenas treinta años, en este país, existieron muchas organizaciones. Nosotros reivindicamos su militancia política en cualquier ámbito que se haya desarrollado. En un partido, un sindicato, un centro de estudiantes o una organización guerrillera. Porque la memoria, trasciende los feriados, es mucho más que recordar algunos hechos o fechas. La memoria es tratar de comprender el pasado, es tomar una posición política sobre lo sucedido, es intentar aprender de quienes nos precedieron y es crear con todo eso herramientas que en éste, nuestro tiempo, nos sirvan para avanzar hacia un mundo mejor, justo, solidario. Creemos, como lo hacían nuestros padres y madres, que la verdadera justicia se hace desde el pueblo. Por eso apostamos a la condena social, construyendo nuestra propia herramienta que es el escrache. Porque ninguna justicia que emane de los poderosos nos es propia, porque confiamos en la memoria popular que también grita con nosotros que el lugar para un genocida es la cárcel. Y tenemos bien claro que los  militares solo fueron el brazo armado de un plan que se gestó desde los grupos económicos, digitado desde Estados Unidos, y que fue legitimado por  ciertos intelectuales que aun hoy siguen al frente de cátedras o formando opinión en los medios masivos de comunicación. Los Blaquier, los Pescarmona, los Primatesta, Grondona, los Martínez de Hoz, los Aguinaga, los Balter, deben ser juzgados y condenados a cada uno por su culpabilidad. Pero no todo es parte de nuestro pasado, la continuidad de un modelo económico, de una forma bastarda de hacer política, de mantener la represión o intentar legalizarla, de sostener las diferencias sociales, son modos de perpetuar el golpe hasta el presente. Y aunque el pueblo ya dijo basta en diciembre de 2001, no bastó. Porque el gobierno nacional sigue reprimiendo las luchas populares y sigue pagando una deuda ilegítima a los verdaderos ladrones del país. Y el gobierno provincial, en forma obsecuente, destina el superávit fiscal a cancelar deudas tan inmorales como aquella, mientras le ofrece migajas a los trabajadores y aumenta el presupuesto para reprimir la pobreza. Equipa cada vez más a la policía y le da herramientas legales como la Ley de Requisas, para que en la calle abusen impunemente. Porque este sistema sigue condenando a los desocupados, a los trabajadores, a los jóvenes, a los vendedores ambulantes, a los artistas callejeros, a las prostitutas; y asegura los bolsillos llenos a los poderosos a costa del hambre de la mayoría de la población.  Han pasado treinta años desde aquel nefasto 24 de marzo. Y son muchas las cosas que nos sacaron: compartir la mesa, marchar juntos debajo de la bandera, ese saludo con los dedos en v, ese beso de la mañana, ese puño en alto en las marchas. Porque fueron mucho más que treinta mil compañeros y compañeras. Porque intentaron que con ellos se perdieran proyectos, ideas, sueños, la alegría de estar juntos, y de luchar unidos por un país mejor. Se necesitaron muchas rondas de las heroicas Madres de Plaza de Mayo, mucha tenacidad de los organismos, mucha insistencia, mucho trabajo para abrir los ojos de una parte importante de la sociedad, que prefería mirar hacia otro lado. Pero nunca, en 30 años, estuvimos solos. Nuestros viejos, nuestras viejas, nuestros compañeros, nos marcaron el camino. Aún hoy lo hacen, y depende de nosotros que su lucha siga latiendo. Por eso decimos: que nuestra lucha no es solamente para nuestros hijos, para las generaciones futuras. La lucha es también para nuestros padres, para nuestras madres, para todos aquellos que a lo largo de la historia dieron la vida por la revolución. No olvidamos No perdonamos No nos reconciliamos Juicio y Castigo para los genocidas y sus cómplices Restitución de nuestros hermanos nacidos en cautiverio

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