"Para hacerse escuchar fue el estallido, habían probado otras formas pero inútilmente. Después tuvieron como interlocutor, no al gobierno, sino a la sociedad mexicana en primer lugar y después a nivel internacional. Han seguido teniendo iniciativas muy originales y después de largos silencios surgen nuevamente.
"En la marcha de 2001, que recorrió todo el país, el pueblo se volcaba con un apoyo, llegaron a la plaza mayor, al zócalo del Distrito Federal. A la Cámara de Diputados fueron a hablar tres indígenas y la ley propuesta por ellos fue volteada por el Legislativo que elaboró otra ley anti indígena pero que quedó en un impás. Mientras, ellos han seguido construyendo su sociedad. Ahora tienen como zona zapatista a medio estado de Chiapas, hay 30 municipios y 70 comunidades.

"La última iniciativa de agosto del año pasado llamada Los Caracoles o Las Juntas del Buen Gobierno marcó un paso de lo militar a lo civil. Ahora son las bases zapatistas de los indígenas las que gobiernan. Están defendiendo y ejerciendo su autonomía, por ejemplo, en los programas educativos. A los maestros oficiales de la Secretaría de Educación los mandaron al diablo. Ellos están activos calladamente pero hacen realidad algo que puede reeditarse en el resto del país.

"Los altermundistas y los globalifóbicos han reconocido en los zapatistas precursores. Sus principios son la no toma del poder, representar y no suplantar, el servir y no servirse, el construir y no destruir, la revocabilidad de los puestos de responsabilidad. Ya no se trata de una utopía".