En toda institución educativa, con más o menos rigor, la primera tarea que debe realizar un docente, es conocer a sus alumnos. La evaluación inicial o también llamada “de diagnóstico”, se convierte así en un instrumento crucial para tal fin.
Este diagnóstico puede ser parte de un proyecto institucional cuando es toda la institución la que se involucra e interesa por los datos o simplemente, la necesidad de un docente por “saber donde está parado” (con referencia a los alumnos que recibe en el nuevo año).
Por otro lado, pero en un mismo sentido, esta evaluación inicial, puede estar orientada a aquellos aspectos netamente conceptuales (se realiza una evaluación diagnóstica de temas que el alumno debería conocer o saber), o pretender indagar en aspectos socio-afectivos, económicos, culturales del alumno.
El problema surge cuando una vez recabados los datos y analizados, tenemos que tomar decisiones. Muchos docentes se quedan en la crítica casi naturalizada de lo que los alumnos no traen. Otros, preocupados por lo extenso de su programa, y con la convicción de no poder hacerse cargo de las deficiencias que arrastran los chicos, siguen adelante y “sálvese quien pueda”. Pero están aquellos otros, que conociendo la situación y a sus alumnos, asumen el compromiso de cambiar.
De poco a servido culpar al nivel anterior por lo que los chicos no saben o no han desarrollado. Claro que como cada vez son más los años de escolarización obligatorios, tenemos más con quien compartir responsabilidades. La Universidad se queja de la falta de comprensión lectora de los alumnos, y de lo poco preparado de los jóvenes. La escuela secundaria, se defiende aclarando que los chicos cuando entran en 8º año, no saben leer, escribir y resolver problemas. En la primaria se aduce falta de habilidades sociales y problemas de índole familiar que afectarían a los niños en su aprendizaje; finalmente, en el jardín de 4 o 5 años, uno de los problemas detectados es la falta de motricidad fina de los chicos… pero ¿cómo podemos explicar tantos años dentro del sistema educativo y resultados tan pobres?, ¿qué está fallando realmente?, ¿es la educación un tema prioritario en la agenda nacional y provincial?
Los datos estadísticos no muestran buenos resultados por hacer espectaculares diagnósticos de la realidad educativa. Ellos reflejan, nuestra incapacidad (por más crudo que suene) para tomar buenas decisiones. Cabría preguntarse entonces si realmente, queremos tomar buenas decisiones.
Como docentes y reflexionando acerca de las responsabilidades que a cada uno nos compete, pongamos el tema en discusión para encontrar una solución. Porque es innegable que más años de educación para todos no nos garantiza una educación de calidad si no está acompañado por cambios profundos en el sistema educativo. En estas situaciones es cuando vemos reflejada el profesionalismo del docente y contribuimos a la tan postergada calidad de la educación.