Lo anunciaban los volantes, las cadenas de mails y el boca a boca que se iba expandiendo en las aglomeradas tardes de la Facultad de Ciencias Sociales de la UBA. El organizador del evento, Gustavo Moscona, y el grupo de sociólogos, artistas visuales y activistas culturales que conforman el colectivo Sociología Contraataca presentaban en el aula Kosteki-Santillán el happening titulado ¿Querés una beca? ¡Chupame un huevo!. Más allá de que en los últimos tiempos los estudiantes de Sociología hayan empezado a acostumbrarse a la presencia de diferentes jornadas, performances e instalaciones desplegadas en aulas, pasillos y otros lugares antes impensados para estas propuestas, la irreverencia del título del happening, que cifraba una suerte de “trauma colectivo” compartido tanto por aspirantes como por becarios, y la promesa de enunciar esos rumores no siempre dichos tanto sobre los mecanismos de selección como sobre los modos de producción de conocimiento habilitados por las becas, generaba una expectativa singular.
Aula de planta baja, quizá la más grande del edificio de Marcelo T. de Alvear 2230, con la capacidad colmada. Algunos ubicados en sus pupitres, brazos cruzados y miradas atentas. Otros, sentados en el suelo. Muchos más, de pie, cerca de la puerta por la que cada vez se hacía más difícil pasar. Los anfitriones, disfrazados con guardapolvos blancos, intentaban poner orden y repartían globos a los asistentes, pidiéndoles que los inflasen y arrojaran cuando llegase el turno de las modelos. Se sabe que la significación social de cualquier manifestación artística está investida por sus condiciones de recepción y por su circulación. En este sentido, e incluso antes de que el happening hubiera empezado, el clima que se respiraba anunciaba la posibilidad de estar frente a un hecho histórico para la facultad.
El primer acto consistió en una teatralización de la instancia de evaluación de las becas. Diferentes arquetipos de estudiantes se acercaban al escritorio donde un desopilante evaluador los sometía a un cuestionario y los desestimaba. Empezaron a escucharse las primeras risas y aplausos. Pero el público casi no tuvo tiempo de asimilar el número: a partir de ahí, el happening funcionó sobre la base de un encabalgamiento de situaciones que, desde diferentes perspectivas, escenificaban las tensiones existentes entre las becas entendidas como formas de vida y como sistemas de exclusión, como dispositivos de investigación y como máquinas de afectar a los cuerpos que circulan por la institución universitaria. La beca, muchas veces, como objeto de deseo, ideal a seducir.
El subtítulo del happening lo anunciaba: no es un happening, es la beca. La beca tiene muchas facetas, es un objeto complejo. Fue así que hubo un imperdible diálogo entre el becario que trabaja en el extranjero y su novia abandonada en Buenos Aires, monólogos y actuaciones brillantes, modelos que posaban y eran fotografiadas en honor a la beca, un mural pintado en vivo, un video con un sentido homenaje a Haroldo Conti, e incluso la disruptiva presencia de los cuerpos subalternos interrogando por la función y la pregnancia política de la investigación social. En las casi dos horas que duró el evento, el intercambio con las reacciones del público no dio respiro, y más allá de algunas lagunas, el saldo fue una suerte de catarsis donde pocos dejaron de sentirse interpelados.
Quizás uno de los mayores aciertos del happening haya sido la batería de preguntas que quedaron instaladas. El recorrido estilo varieté y el uso de un lenguaje familiar y cotidiano demostraron que, sin necesidad de recurrir a una proclama, el grupo encabezado por Moscona logró reflexionar sobre un tema candente en la vida cotidiana de muchos estudiantes. Y, en el contexto donde fue realizado el happening, la propuesta constituyó un verdadero acontecimiento político cultural. Las múltiples actividades de este colectivo, por ahora, pueden seguirse en el blog sociologiacontraataca.blogspot.com.
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22 de noviembre de 2024