La Universidad de Buenos Aires registra una caída de la cantidad de sus profesores, que están siendo reemplazados con auxiliares docentes. Así, mientras en 1992 el 31,2 por ciento de la planta estaba integrado por profesores –que no sólo “constituyen el principal núcleo de la enseñanza e investigación en la universidad”, según el propio estatuto de la UBA sino que concentran la mayoría del poder en el cogobierno académico–, el recién revelado Censo docente 2004 concluye que el porcentaje de profesores cayó ahora al 24,4. Pero ese promedio oculta una situación más preocupante aún en ciertas facultades, como Psicología, Medicina y Odontología con sólo un 14 o 15 por ciento de profesores. El caso extremo es la Facultad de Ciencias Veterinarias: únicamente el 12,4 de sus docentes son profesores.
El censo señala que en los actuales 27.603 docentes de la UBA “se observa un incremento en la categoría auxiliares con la correspondiente disminución de la categoría profesores. Esta tendencia... se profundizó en el período 2000-2004, incrementando los auxiliares su participación relativa del 69 al 75,6 por ciento”. Las consecuencias de ese escenario son académicas y también políticas, ya que son los profesores regulares los únicos que pueden ser rectores o decanos, y sólo ellos pueden votar a los representantes del claustro docente. Cuestión espinosa en un año electoral para la UBA, con renovación de autoridades en todas las facultades y de rector a principios de 2006.
“La situación en Veterinarias no es más que un reflejo, aunque extremo, de un problema más esencial: el 75 por ciento de los docentes de la UBA (auxiliares) no participa del cogobierno, lo que cuestiona seriamente la legitimidad de su conformación –señalaron Diana Tellechea y Jorge Cuatrín, consejeros graduados por la minoría de esa facultad–. Lamentablemente, la discusión acerca de los cambios que necesitan realizarse en el estatuto universitario no parece ser una prioridad de la conducción actual de la UBA. Hasta tanto esto ocurra, lo menos que se debe exigir es que existan las mínimas garantías para que, al menos, el sistema de gobierno universitario no sea oligárquico.”
Es que, con un plantel docente que ronda las 600 personas, Veterinarias suma otro problema: su escasez de profesores titulares, imprescindibles para conformar una lista de candidatos al consejo directivo. “De las 35 áreas (cátedras) de la facultad, 23 carecen de profesor titular. No sólo eso, dos áreas no tienen profesor alguno y 17 no tienen titular ni asociado y están a cargo de profesores adjuntos. O sea que más de la mitad de las áreas de nuestra facultad está conformada violando el estatuto, dado que según su artículo 47 no es atribución de los profesores adjuntos estar al frente de la planificación de los cursos, todo lo cual trae aparejado serias repercusiones en el nivel científico y académico”, detallaron Cuatrín y Tellechea. Ya que desde hace años los pocos profesores de Veterinarias forman una lista única, la oposición dentro del consejo de la facultad aparece limitada a graduados y estudiantes.
“La cantidad de profesores debería ser muy superior –coincidió el decano de Veterinarias, Rubén Hallú, en diálogo con este diario–. Desde que asumí vengo manifestando mi preocupación. En muchas cátedras había un solo profesor, cuando lo ideal sería que haya por lo menos tres: un titular, un adjunto y un asociado. Entonces, nos propusimos llevar la cantidad a dos por área. De a poco el problema se está solucionando, pero no tenemos suficiente presupuesto para llamar a concursos.” No obstante, aun cuando se normalizara la planta, para el decano “la relación profesores/auxiliares no va a ser la misma que en otras facultades. Por la modalidad de enseñanza, en muchas materias hacen falta muchos auxiliares para hacer una tarea personalizada cerca de los alumnos”. Para desestimar una intencionalidad política en el manejo de la planta, Hallú dijo que hoy se podrían formar tres listas docentes al amparo de una resolución que, en lugar de exigir ocho profesores titulares, como prevé el estatuto, permite cuatro titulares y cuatro asociados. No obstante, la mayoría de graduados de Veterinarias, que supo acompañar a la gestión actual, disiente. “Es cierto que no se pudo llamar a todos los concursos necesarios por falta de recursos. Pero también hay razones de estrategia política: con tan pocos profesores no se puede formar una lista de oposición –comentó Edgardo Decaminada, veterinario y actual consejero superior–. Esto puede estallar en cualquier momento por la presión de los docentes jóvenes que ya tienen formación de doctorado o posdoctorado y no pueden avanzar porque los profesores parecen tener el cargo de por vida.”
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