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Página 12: Consensos para el desarrollo

Documento del Plan Fénix

Los sucesos del 20 y 21 de diciembre de 2001, que acompañaron el fin del régimen de Convertibilidad, representaron el punto culminante de la crisis económica, política y social resultante de la aplicación del modelo neoliberal. En los cuatro años que siguieron a aquellos días en los que la Nación misma estuvo en riesgo, la Argentina recorrió una senda de recuperación económica y de reversión –aún muy parcial– de un muy negativo cuadro social. Esto se ha concretado, a partir del 2° cuatrimestre de 2002, sin ayuda externa, lo que muestra la capacidad de movilización de recursos humanos y materiales de nuestro país.
La actividad económica ya ha alcanzado los valores más elevados de la década pasada. Esto supone, debido al crecimiento de la población, un nivel de producto per cápita todavía 8 por ciento menor al de entonces. La economía se encuentra todavía en una etapa de recomposición, y recién a partir del próximo año se podría estar entrando en una etapa de crecimiento sostenido. La tarea económica central es, entonces, asegurar una expansión sostenida de las actividades productivas, a un ritmo no muy inferior al de los últimos tres años. Entendemos que es éste el momento oportuno para iniciar un amplio debate sobre la estrategia de desarrollo de aquí en más. Cuestiones tales como el patrón de crecimiento económico, los modos de reincorporación de los excluidos sociales, la inserción en el escenario internacional y el rol de los bloques regionales, entre otras, se encuentran todavía pendientes de elaboración y debate.
Entendemos que una senda de desarrollo sostenido deberá asentarse sobre diversos pilares, tales como la reindustrialización, basada en sectores intensivos en ciencia y tecnología –sin desmedro de las producciones actuales–, capitalizando las capacidades existentes en el país, reflejadas en éxitos conocidos, tales como los obtenidos en desarrollo satelital y energía nuclear; el crecimiento armónico del mercado interno; una eficaz inserción internacional y un acelerado proceso orientado a la plena inclusión social. El cumplimiento de dos condiciones básicas ayudaría en forma significativa a estos propósitos:
- La generación de un marco de consensos amplio, que nuclee a todos los sectores interesados, tanto en el campo socio-económico como en el político.
- La tarea de reconstrucción del Estado, en cuanto herramienta central e insustituible. Al respecto, señalamos que todos los países exitosos del mundo se han apoyado sobre un aparato estatal sólido y competente.
Estas pautas definen un criterio estratégico que permite asignar prioridades en las políticas de Estado y enmarcar acciones de corto plazo, algunas de las cuales se enumeran a continuación, y que proponemos como cuestiones centrales de la agenda de debate:
- Encarar políticas activas para garantizar un nivel de vida digno a los excluidos del sistema. Se debería considerar tanto la cobertura de necesidades inmediatas de supervivencia como la ampliación y aceleración de la reinserción en la vida laboral en condiciones decentes.
- Diseñar e implementar políticas tendientes al desarrollo de la economía real, fomentando la inversión de las pymes y las economías regionales y asegurando la apropiación de sus beneficios por parte del conjunto de la población.
- Cerrar el capítulo de las renegociaciones pendientes con las empresas de servicios públicos, actualizando sus pautas contractuales y asegurando el cabal cumplimiento de las obligaciones emergentes de los marcos regulatorios. Se requiere para ello una evaluación adecuada de los costos genuinos de explotación (no basados sobre decisiones erradas de endeudamiento de las empresas privatizadas), al tiempo que deberán adoptarse tarifas diferenciadas para los sectores de menores recursos de la población. De manera general, las prestaciones de los servicios públicos responderán a los requerimientos estratégicos del desarrollo, y no a coyunturales fuerzas de mercado. Al respecto, debe alertarse acerca del deterioro y el déficit de inversiones en el sistema energético, dado su impacto estratégico sobre la calidad de vida de las familias y la competitividad de nuestra economía.
- Mantener un elevado nivel de reservas para avanzar en la consolidación de un patrón de inserción internacional sustentable y competitivo, que permita un margen importante de maniobra al Gobierno.
- Asegurar fortaleza en la posición fiscal. Deben mantenerse en el corto y mediano plazo los impuestos que aseguran una mayor equidad en la tributación, como es el caso de las retenciones sobre las exportaciones. La reforma tributaria estructural con los lineamientos propuestos por el Plan Fénix, en particular la reinstauración de la tributación a la renta financiera, es un instrumento imprescindible para alcanzar una mayor eficacia productiva, equidad y sostenibilidad en el mediano y largo plazo.
- Implementar activas estrategias para la inserción internacional hacia nuevos horizontes comerciales y de negocios, que apunten a abrir un campo para los sectores de alta tecnología que deberían integrar el patrón productivo a desarrollar.
- Enfrentar las actuales presiones inflacionarias con medidas que no afecten el ritmo productivo sostenible ni la capacidad de consumo de los sectores más vulnerables. La inflación no es consecuencia de fenómenos monetarios o fiscales, sino que refleja determinantes estructurales. A partir del conocimiento pormenorizado de la conformación de las cadenas productivas por parte del Estado, es necesario comprometer a los sectores formadores de precios –de gran importancia en la economía, debido a su elevado nivel de oligopolización– con el actual proceso de expansión; ello evitará remarcaciones de precios generadoras de perturbaciones que, de no ser contenidas, tendrán efectos negativos sobre la distribución y el crecimiento.
Hemos señalado que en esta etapa resulta central el debate acerca de nuestro futuro. Es hora, entonces, de que el pensamiento y la acción se orienten a la construcción de un país en crecimiento con equidad, para lo que la Argentina cuenta con sobrados recursos materiales e intelectuales.
La universidad pública pone su potencialidad al servicio de un proyecto nacional aportando los saberes y el trabajo de investigadores, pensadores y profesionales en estrecho vínculo con los restantes sectores de la sociedad, de manera de avanzar en conjunto hacia la construcción de los consensos necesarios para dar respuesta a los desafíos planteados.
* Por Plan Fénix, Proyecto Estratégico de la Universidad de Buenos Aires

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