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Página 12: Crisis que sólo tiende a empeorar

Buzzi dimitió ayer como rector interino de la UBA y, por edad, debía asumir Alterini, que rehusó. Hoy estará a cargo el decano de Farmacia, Alberto Boveris, y mañana se intentará elegir a Aníbal Franco como vicerrector.

30 de mayo de 2006, 14:58.

La crisis institucional de la Universidad de Buenos Aires no sólo se agravó, sino que estuvo a punto de escenificar un grotesco. Según el estatuto de la universidad, Atilio Alterini debería hacerse cargo hoy del rectorado de la UBA, justo a una semana de haber declinado su objetada candidatura. Es que ayer, en un nuevo capítulo de la saga, Alfredo Buzzi renunció a su interinato al frente de la casa de estudios “ante la imposibilidad de conseguir consensos” entre la dirigencia estudiantil de la FUBA y el bloque mayoritario de radicales, peronistas y aliados. Entonces, sin rector ni vicerrector electos, sin el decano de mayor edad a cargo, la responsabilidad recaía en quien sigue a Buzzi en años, es decir, en Alterini. Pero anoche el decano de Derecho rehusó: “Como desistí del honor de conducir los destinos de la universidad mediante los votos de la mayoría de la asamblea universitaria, no voy a aceptar esta responsabilidad por medio de un mecanismo de acefalía”. El siguiente en el orden de sucesión por edad es Alberto Boveris, decano de Farmacia y Bioquímica. Según lo decidido tras una larga reunión informal de los decanos y consejeros, Boveris asumirá hoy y el Consejo Superior intentará mañana elegir a un vicerrector: el candidato sigue siendo el ya anunciado, Aníbal Franco, peronista y ex decano de Veterinarias. ¿La postergada elección del rector? Quedará para más adelante (ver aparte).
 
Cuando parecía que se abría un período de discusiones para organizar la designación del nuevo rector, la crisis de la UBA dio otro vuelco. Ayer debían continuar sesionando las comisiones del Consejo Superior –el órgano de cogobierno que integran profesores, graduados y alumnos– para avanzar con los atrasados trámites administrativos y académicos. Pero el devenir del conflicto institucional se devoró la jornada. Hubo constantes reuniones informales entre decanos y consejeros, hasta que la tensión estalló pasadas las 17. “Acabo de presentar mi renuncia”, le dijo a Página/12 Buzzi, el decano de Medicina que había asumido la gestión de la UBA hace dos semanas, para evitar la acefalía. La nota con que dimitió “en forma indeclinable” decía: “Ante la persistencia de algunos sectores en mantenerse en posturas rígidas, pese a la hondura de la crisis que atraviesa nuestra universidad, cuyo bien debería anteponerse a cualquier posición sectorial, considero que mi renuncia es el resultado de esa negativa al diálogo y al consenso que siempre he propuesto y realizado durante este breve interinato”.
 
Las discusiones de ayer se centraron en el temario a tratar mañana por el Consejo Superior. El propuesto por Buzzi incorporaba los principales reclamos estudiantiles: la posible sanción del personal no docente involucrado en los hechos de violencia ocurridos a principios de mes, la creación de una comisión para analizar la reforma del estatuto universitario y la fijación de la fecha de la asamblea universitaria para elegir rector. Los dos primeros puntos son los que la FUBA exige anteponer a la elección de autoridades. Pero fue el último el que derivó en la renuncia de Buzzi.
 
Con base en los decanos y consejeros de Derecho, Farmacia, Psicología, Económicas, Ingeniería, Odontología y Veterinarias, el bloque mayoritario cuestionaba la legitimidad de Buzzi para conducir la UBA e insistía en que la elección del rector se debía hacer “cuanto antes”. Las fechas propuestas eran dos, el 7 y el 14 de junio. Mientras, el propio Buzzi y los decanos de minoría preferían esperar entre 45 y 60 días. Como fueron infructuosos los intentos de acordar, ya se veía venir otra suspensión de la sesión, entre protestas estudiantiles. Por eso, antes de renunciar, Buzzi canceló la sesión de mañana del Consejo. Sin embargo, en una suerte de sesión informal autoconvocada, sin los alumnos de minoría que conducen la FUBA, casi todos los consejeros superiores se reunieron ayer durante horas, hasta caída la noche. “La discusión fue compleja. Hay mucha desconfianza y está flotando el miedo a la intervención ante la posible acefalía”, reconoció un consejero.
 
Finalmente, se acordó modificar el temario a tratar mañana: el tercer punto, en lugar de ser la convocatoria a la asamblea universitaria, será la designación de un vicerrector “para contribuir a la institucionalización de la universidad”, dijo a este diario Boveris, desde hoy nuevo decano a cargo de la UBA. ¿Por qué aceptaron postergar la un rato antes urgente elección del rector? El bloque mayoritario cuestionaba la legitimidad de Buzzi, dado que no había sido votado, y confía en que el vicerrector será alguien de su espacio. De hecho, si no hay sorpresas, el candidato firme a ser vicerrector es Franco, consejero profesor, apoyado por el bloque de mayoría.
 
La principal incógnita, en realidad, es si podrá sesionar el Consejo. Mucho dependerá del tratamiento que tengan los dos primeros puntos del orden del día: la FUBA ya anunció que se movilizará para exigir la separación de los no docentes identificados como agresores en aquella gresca del 2 de mayo y las autoridades han advertido que, antes de resolver sanciones, es necesario concluir los sumarios internos y pedirle a la Justicia el desafuero gremial de los involucrados. En cuanto a la apertura del proceso de reforma estatutaria, parece haber un acuerdo preliminar: crear una comisión especial en el seno del Consejo Superior, integrada por dos profesores, dos graduados, dos alumnos y un no docente. Hugo Trinchero, decano de Filosofía y Letras, estimó que “su función sería definir un calendario para debatir la reforma y recibir las diferentes propuestas que se vayan presentando”.
 
La elección del rector debe esperar
       
La nueva vuelta de tuerca del conflicto en la UBA postergó otra vez la convocatoria a la asamblea universitaria que debe designar a quien será rector durante los próximos cuatro años. Hasta ayer a la tarde, el bloque de radicales, peronistas y aliados aspiraba a hacer la asamblea antes de mediados de junio. Tras la renuncia de Buzzi, cuya relación con el bloque de mayoría era cada día de mayor tensión, cambió la estrategia: ahora quieren designar a un vicerrector de su confianza. Por eso, la realización de la asamblea recién se discutiría y definiría en la sesión del Consejo Superior siguiente a la de mañana, que todavía no tiene fecha cierta.
 
Todo el proceso posterior a la conclusión del mandato de Guillermo Jaim Etcheverry (dejó el rectorado el 7 de mayo), incluido este tramo que comienza hoy, se basa en la más “benévola” de las interpretaciones posibles del estatuto vigente en la UBA. De acuerdo con su artículo 101 –el que aborda la cuestión de la acefalía– “en los casos de ausencia, enfermedad, suspensión, separación, renuncia o muerte del rector, ejercerá sus funciones el vicerrector y, a falta de éste, el decano de mayor edad. En los tres últimos casos, el Consejo Superior convocará a la asamblea universitaria dentro de los quince días de producida la vacante para la elección un nuevo rector”. El caso es que la actual falta de rector por imposibilidad de reunir a la asamblea no está prevista por la norma y más que discutible es desde cuándo se cuentan los 15 días para convocar la asamblea. Según el criterio que vienen sosteniendo las autoridades, mañana vencía el plazo para Buzzi, hoy comienza nuevamente a correr para Boveris y mañana, si es elegido el vicerrector, se iniciará una nueva cuenta regresiva para él.
Por Javier Lorca
 
“Son posiciones intransigentes”
 
 “Acabo de presentar mi renuncia.” Así inició el diálogo con Página/12 el decano de Medicina, Alfredo Buzzi, que desde el martes 16 estuvo a cargo en forma interina del rectorado de la UBA. Buzzi también había decidido suspender la sesión del Consejo Superior y, al momento de hablar con este diario, aún no había sido convocada nuevamente por los decanos y consejeros, y tampoco se conocía todavía la segunda declinación de Alterini ni la posterior aceptación de Boveris.
 
–¿Por qué decidió renunciar al rectorado?
 
–Tal como había anticipado, mi propósito era lograr un acuerdo entre las partes de la universidad. Como no pude consensuar un orden del día, dejo el cargo. Pensaba que se podía convocar a la asamblea universitaria para elegir rector dentro de por lo menos 45 días y hay decanos que quieren que sea el 7 o el 14 de junio. En esas condiciones, me parece que íbamos a fracasar y que iba a ser otra demostración de incapacidad de los consejeros para elegir al rector.
 
–¿Por qué suspendió la sesión?
 
–Porque no he llegado a conseguir un mínimo de coincidencias entre los consejeros para que se pueda hacer una sesión civilizada y que pueda lograr sus objetivos.
 
–¿Por qué fue imposible lograr un acuerdo?
 
–Es muy difícil porque las posiciones son intransigentes. Hay muy poca disposición para dialogar y se termina planteando una situación de diálogo de sordos.
 
–¿Cuáles son las posiciones intransigentes?
 
–Bueno, por un lado, los consejeros estudiantiles que dirigen la FUBA piden que se haga la reforma de los estatutos antes de hacer la elección del rector. Y, por otro lado, un grupo de decanos, consejeros profesores y graduados que insisten en elegir rector lo antes posible, sin conseguir previamente un acuerdo con bases mínimas de coincidencia para el futuro de la universidad.
Por J. L.

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