Por Javier Lorca
La elección del rector de la Universidad de Buenos Aires volvió a suspenderse ayer ante las protestas estudiantiles y exhibió, si hacía falta, el serio conflicto institucional y político que atraviesa la casa de estudios más importante del país. El bloque que promueve la candidatura de Atilio Alterini –el hombre que simultáneamente concentra el número de votos para ser designado y un importante rechazo por haber sido funcionario bajo la dictadura– autoconvocó una asamblea, máximo órgano de gobierno de la UBA. Pero el procedimiento –que escenificó la mayoría hegemonizada por radicales, peronistas y aliados– fue considerado inválido y antidemocrático por el actual rector, Guillermo Jaim Etcheverry (ver aparte), y las autoridades de al menos cuatro facultades. Mientras la federación estudiantil insistió en que sostendrá su repudio a la postulación del decano de Derecho, ahora parece abrirse una tregua: si bien habrá una reunión del Consejo Superior el lunes para fechar la asamblea, ésta no volvería a ser convocada antes del martes 18.
Como se informó ayer, ya el miércoles por la noche se movilizaban numerosos estudiantes de izquierda, encabezados por la FUBA, para tomar el Colegio Nacional de Buenos Aires e impedir, igual que el martes pasado, la realización de la asamblea. Cuando llegaron se encontraron con unos cincuenta militantes de Franja Morada, que hacían una vigilia para impedir la toma. Llamada por las autoridades del colegio, la policía dispersó a los manifestantes y luego valló el edificio ubicado sobre Bolívar al 200. Pero poco después, ante una orden gubernamental, la policía se retiró y la FUBA logró ocupar la entrada del Buenos Aires, sentenciando por anticipado la suerte de la asamblea. Por la mañana, el ministro del Interior, Aníbal Fernández, justificó la retirada policial: “Nada tiene que hacer la fuerza de seguridad en ese lugar”, dijo e instó a que el conflicto se resuelva “en el marco de las propias reglas de funcionamiento de la universidad”.
“No quiero un facho como rector”, gritaban los estudiantes atrincherados en el colegio. Manifestantes, asambleístas, autoridades académicas, periodistas y curiosos se amontonaban a lo largo de la calle, esquivando autos que buscaban su estacionamiento. “Ay ay ay, qué risa que me da, si no se va Alterini qué kilombo se va a armar”, seguían los cantos. Los carteles identificaban, tras las rejas de la entrada, a las agrupaciones de izquierda (MST, PO, CEPA, Evet y otras). Sobre la vereda se concentraban más opositores al radicalismo universitario, pero también diferenciados de la izquierda por su relación con el Gobierno: agrupaciones de perfil nacional y popular (como la Venceremos, la Vallese, la Mandrágora y otras). Pasadas las 9, hora en que debía empezar la asamblea, la llegada de partidarios de Alterini concedió un contrapunto: “Queremos asamblea” y “Vivimos en democracia”, reclamaban graduados y estudiantes, muchos vinculados a Franja Morada.
En los alrededores del colegio, Alterini admitió que existe “cierta actitud contestataria propia de los jóvenes”, pero subrayó: “Se han puesto en mi contra porque quieren callarme, quieren que no decida, están muy asustados de que nuestro equipo llegue a la universidad”. En una nota difundida por la tarde, rechazó las acusaciones en su contra, “una campaña infame perfectamente orquestada” con “una intención política evidente”, y acusó a quienes las promueven. Mientras, el rector Jaim Etcheverry había presentado una denuncia judicial por “usurpación de bien público”. “Estoy muy preocupado –reconoció–, la universidad debería demostrar otra cosa, debería ser el ámbito de la discusión libre de ideas. Veremos qué es lo que dispone el juez. Mi prioridad es que se haga la asamblea.” Después, el rector la daría por suspendida y convocaría, para el lunes, a una reunión del Consejo Superior con el propósito de ponerle una tercera fecha. La nueva postergación indignó al bloque de Alterini, formado por una coalición de profesores, alumnos y graduados de Derecho, Medicina, Psicología, Económicas, Farmacia, Ingeniería, Odontología, Veterinarias y sectores de otras facultades. Tras reunirse varios decanos y operadores del grupo, se resolvió aprovechar la cantidad de consejeros y autoconvocar la asamblea, a las 11.30, en Farmacia y Bioquímica. La demostración fue clara: sobre un total de 236 asambleístas, juntaron 132, es decir, trece más de los que necesitan para designar rector, un número incluso superior al que contaban hace pocos días. Hubo alguna discusión entre quienes proponían pasar directamente a cuarto intermedio y quienes pretendían avanzar en la sesión, hasta que se aprobó por unanimidad facultar a Alberto Boveris, decano anfitrión y titular electo del cuerpo, a que “en el supuesto de que el rector no proceda a fijar fecha, hora y lugar de reanudación de la asamblea, ni efectúe las comunicaciones pertinentes, proceda a efectivizarlo”, según consta en el acta. “Pese a que teníamos quórum para sesionar, en aras de la convivencia y la gobernabilidad, se decidió esperar e invitar a que se incorporen los 236 asambleístas”, explicó Boveris. La idea del bloque es que la asamblea se realice “no antes del martes 18”, para evitar el feriado de Semana Santa.
“Ilegal e ilegítima”, así definieron a “la supuesta asamblea autoconvocada” los decanos de Sociales, Filosofía y Letras, Exactas y Arquitectura. Junto al candidato postulado por este espacio, Alberto Kornblihtt, consideraron que “las instituciones naturales de la UBA se encuentran en funcionamiento y sin actitudes remisas que permitan suponer derechos de autoconvocatoria”. Cuestionaron que la mayoría absoluta de la asamblea intentará “autoritariamente sesionar a espaldas del resto de la comunidad universitaria, es decir, sin notificar lugar, día y hora con la debida antelación. Para cada asambleísta, participar de las decisiones de los órganos de gobierno es un derecho inalienable”, por lo que afirmaron desconocer “la validez jurídica de cualquier instancia que ignore los procedimientos específicos del estatuto y los principios de transparencia, publicidad y democracia”. También la FUBA definió como trucha la reunión realizada en Farmacia. Agustín Vanella, dirigente de la federación, avisó: “Vamos a seguir movilizados hasta que Alterini retire su candidatura”.
Jaim vs. Alterini
Además de refutar las críticas contra sus antecedentes personales, Atilio Alterini contraatacó ayer: apuntó contra la FUBA, la Facultad de Agronomía y, centralmente, el rectorado. Después de la asamblea autoconvocada, el rector Guillermo Jaim Etcheverry se despachó con una declaración: “Por los medios de comunicación tomé conocimiento del hecho de que un grupo de integrantes de la asamblea decidió reunirse en un lugar distinto al de la convocatoria, sin que mediara comunicación alguna al resto de los miembros ni a mí, en mi carácter de presidente de esa asamblea. Desconociendo las más elementales normas democráticas, ejercieron el poder discrecional de las mayorías, creando una fractura inédita en nuestra universidad. A título personal, deseo señalar que, si bien uno de los candidatos a sucederme, el profesor Atilio Alterini, ha afirmado temerariamente que es mi objetivo dificultar el desarrollo de la asamblea cuando es ésta mi prioridad esencial, optando además por el camino del agravio recurriendo a cuestiones aclaradas en su momento ante el Consejo Superior y los órganos de control, el respeto que me inspira mi función actual me impide descender a refutar esos infundios... Reitero el llamamiento público a los integrantes de nuestra comunidad universitaria a respetar las más elementales normas de convivencia, así como nuestro ordenamiento jurídico, deponiendo intereses de grupo o personas”.