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Página 12-Domigno 26: El sexo del riesgo

Es uno de los sectores más pobres de la ciudad. Una investigación de la UBA encontró una brecha importante entre lo que conocen los chicos sobre prevención y las prácticas sexuales concretas. La investigación abarcó un grupo de adolescentes de la villa de Lugano, una de las más marginadas.

Por Mariana Carbajal

Aunque tienen información sobre los métodos anticonceptivos, con sus parejas no se cuidan o lo hacen de forma intermitente y les piden a sus novios que si tienen otras relaciones usen preservativo. Saben que pueden acudir al centro de salud por condones, pero si se les acaban a veces no los buscan. Conocen diferentes métodos de aborto que se realizan en el barrio: el uso de pastillas y agujas son los más comunes; pero ellas rechazan la interrupción voluntaria de un embarazo, diciendo que es un pecado. Son chicas de 10 a 15 años de la Villa 20, del barrio porteño de Villa Lugano, y sus testimonios forman parte de una investigación sobre sexualidad adolescente encarada por un equipo de la Facultad de Ciencias Sociales de la UBA que refleja con crudeza las vivencias y las prácticas en uno de los sectores más pobres de la ciudad de Buenos Aires.

“La investigación es de tipo descriptivo y exploratorio”, precisó la socióloga Susana Checa, directora del proyecto acreditado por la Secretaría de Ciencia y Técnica de la UBA. Checa acaba de presentar las conclusiones finales del estudio. “Consideramos que los hallazgos de la investigación permitirán orientar acciones y programas de prevención y atención integral en materia de salud sexual y reproductiva”, apuntó Checa.

Entre los hallazgos más relevantes para las investigadoras figuran:

- La disociación existente entre el discurso y las prácticas relativas a la sexualidad.

- La incidencia que siguen teniendo los roles estereotipados de género en el ejercicio de la sexualidad y en el imaginario del rol que les compete a varones y mujeres en las iniciativas sexuales y en las decisiones acerca de la maternidad y paternidad. “Las chicas cuentan que la opinión general entre los chicos del barrio es que ‘las mujeres son para la casa y los hombres para la calle’”, comentó Checa.

Para el trabajo, el equipo de investigación tomó contacto y entrevistó a adolescentes mujeres de entre 10 y 21 años que viven en la Villa 20; algunas ya son madres; otras todavía no se han iniciado sexualmente; algunas van a la escuela; otras la han abandonado; todas pertenecen a familias pobres. También fueron entrevistados varones de las mismas edades (ver aparte).

Las chicas admitieron conocer e incluso mencionaron todos los métodos anticonceptivos. “Conocen lo que es el vih/sida, pero expresan una mayor preocupación por quedar embarazadas que por contagiarse esta enfermedad”, señala un resumen de las entrevistas con las jóvenes. También el embarazo es la principal preocupación de los varones adolescentes. En segundo lugar, ubican el sida. Los chicos dicen que saben a dónde ir para conseguir preservativos, pero consideran que estos centros de salud quedan muy lejos: “De última te vas a la salita y te dan unos cuantos forros y ya está, pero es un reviaje”, comenta uno. Algunos recurren al sexo anal o al coitus interruptus cuando no tienen condones a mano.

Los lugares más comunes donde obtienen información sobre sexo y sexualidad –dicen– son la escuela, para las chicas también la salita y los comedores, donde hablan con otras adolescentes y con profesoras que les enseñan sobre esos temas. Entre las entrevistadas, dos de las chicas embarazadas deseaban su embarazo. Otra de las chicas no, pero no se cuidó y ya tiene una nena desde los trece años.

En sus relaciones sexuales le dicen a su pareja que use preservativo, pero en el caso de que el chico no quiera “ceden y tienen relaciones igual sin ningún tipo de protección”, señala el estudio. Los métodos más comunes de protección que usan son las pastillas y el condón. También saben que existe la anticoncepción de emergencia. Una chica menciona que ya hace un tiempo que no usa anticonceptivos con su pareja y que ahora teme estar embarazada. Si es así –aclara–, va a tener al bebé, destaca la investigación. Otra chica, en cambio, dice que si queda embarazada “se tira abajo del tren”.

Si bien conocen adolescentes que abortaron, manifiestan rechazo por el aborto, “diciendo que es un pecado abortar”, destaca el estudio. También comentan que existen abortos forzados donde los padres obligan a las chicas a abortar a la fuerza. “Los abortos –según refieren las chicas– son realizados por gente no profesional, la mayoría de las veces conocida por la familia.” Los métodos de aborto más comunes en el barrio dicen que son las pastillas y agujas.

Una de las adolescentes entrevistadas tiene 19 años, dejó el colegio mientras estaba embarazada de su primera hija y actualmente cursa su segundo embarazo. Con ella, las investigadoras mantuvieron el si-guiente diálogo:

–¿Te cuidaste?

–Sí.

–¿Con qué...?

–Con preservativo.

–¿Y después?

–Sí, me seguía cuidando.

–¿Y cómo quedaste embarazada?

–Cambié de novio, cambié de onda y quedé embarazada.

–¿Por qué con el otro te cuidabas y con éste no?

–No sé.

–¿Vos querías quedar embarazada?

–Sí. Me quería ir de mi casa. Mi mamá me tenía re-presa. Pero peor, mejor estaría en mi casa.

–¿Este embarazo lo buscaste?

–No. Quería, pero después no, después sí.

–¿Sabés cómo cuidarte?

–Sí, un montón de cosas. ¡¡Sabés cómo me la sé!!

El testimonio de otra chica, de 17, evidencia lo que a criterio de las investigadoras puede considerarse como uno de los más importantes obstáculos para asumir cuidados tendientes a la prevención de enfermedades de transmisión sexual. Ella dice: “Cuando tenés novio, en general no se piensa que puede tener algo”.

De las entrevistas surge que el embarazo adolescente es una problemática extendida en el barrio. “Se ve por todos lados, a esa edad no se puede pensar, se puede hacer cualquier cosa”, dice una chica de 14.

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