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Página 12: El modelo del Segundo Centenario

Con un seminario multidisciplinario, con 57 paneles y más de 300 exposiciones, el Plan Fénix avanza hacia objetivos más ambiciosos.

03 de agosto de 2005, 14:11.

A casi 4 años de su lanzamiento oficial, en septiembre de 2001, el proyecto estratégico de la Universidad de Buenos Aires Plan Fénix inauguró un seminario en el que buscará renovar y ampliar sus propuestas. Su objetivo es llegar al Segundo Centenario con un nuevo modelo de país bajo el lema amplio de desarrollo con equidad. En esta oportunidad las áreas de debate superarán las cuestiones estrictamente económicas para extenderse en 57 paneles en los que expondrán más de 300 investigadores de todas las facultades de la UBA, así como representantes de la política y de la sociedad civil.

En el acto de lanzamiento de las jornadas que se realizarán entre hoy y mañana en la sede la Facultad de Ciencias Económicas y que concluirán el viernes, con las relatorias de las áreas temáticas y el acto de cierre en la Bibioteca Nacional, el decano de la Facultad de Ciencias Económicas, Carlos Degrossi, destacó la capacidad de la Universidad de devolver a la sociedad, en forma de investigación y propuestas, los recursos que recibe. Recordó también que a pesar de la reestructuración de la deuda, el país continúa debiendo 149 mil millones de dólares y que resulta inaceptable la indigencia cuando se producen diez veces más alimentos de los que necesitan para alimentar a toda la población. “En el país de los excedentes agrícolas no puede haber hambre”, afirmó. “Es esta realidad la que por sí sola justifica un nuevo modelo de desarrollo respaldado por una amplia coalición social”, concluyó el decano.

Jorge Schvarzer, quien habló en nombre del Plan Fénix, destacó la necesidad de construir un país en el que los frutos del crecimiento lleguen al conjunto de la población. “Un desarrollo que no se reparte no es tal”, afirmó. Haciendo una síntesis de la historia económica argentina, Schvarzer describió 3 modelos “con elementos muy claros”. El de la economía primaria exportadora, hasta 1930, de naturaleza extractiva, “cuando la Argentina vivía no del esfuerzo de sus hijos, sino de sus condiciones naturales” sin que se piense en inversiones futuras que reproduzcan la riqueza, modelo del que algunos sectores guardan una “imagen melancólica”. Luego entre el año ’30 y el ’75, como respuesta a la necesidad de sustituir importaciones, se desarrolló un modelo industrial que comenzó a integrar a la sociedad. Un período en el que a pesar de la lentitud de su desarrollo, los salarios de los trabajadores duplicaban a los actuales y se produjeron verdaderas mejoras en el nivel de vida de la población, explicó. En este contexto llegó el golpe del ’76, que indujo un quiebre a sangre y fuego de un modelo que, “con sus limitaciones y lentitud”, funcionaba, destacó. En adelante y hasta el presente, “pues todavía persisten sus secuelas”, se instauró el modelo “de la apertura importadora con endeudamiento externo”. Esquema que ya en 1981, “con una deuda externa en términos relativos similar a la actual”, comenzó a mostrar sus restricciones. Los ’80 fueron de transición y renegociación del endeudamiento y los ’90 de la conocida vuelta de tuerca que condujo a los actuales resultados y que exige “la formulación explícita de un nuevo modelo, el que el Fénix intenta formular y proponer”, concluyó.

El titular de la Academia Nacional de Ciencias de Buenos Aires, Julio H.G. Olivera, enfatizó los nexos entre Economía y Educación. La economía, al igual que las restantes ciencias sociales, se nutre en la controversia, necesita de la diversidad, explicó. Pero existe un núcleo sobre el cual concurren todas las escuelas de pensamiento económico, antiguas y modernas: la importancia crucial de la educación como base y fuerza motriz del crecimiento de la economía. Educar, afirmó Olivera, es enriquecer, pero también es civilizar. Aun en el campo estrictamente económico, sostuvo, es necesario distinguir entre los fenómenos del crecimiento, desarrollo y progreso. “Un país puede crecer sin desarrollarse, y puede crecer y desarrollarse sin progresar”, consideró. Cuando el Plan Fénix define como objetivo el desarrollo económico con equidad, sintetiza los tres fenómenos: el aumento de la producción, la mayor y mejor utilización de los recursos productivos y el bienestar para todos. No menos importantes que los efectos económicos de la educación son los efectos educadores positivos o negativos del sistema económico. El mercado, resumió Olivera, “forma y educa mercaderes, no me refiero a los comerciantes, sino a las personas animadas por una visión mercantil de la vida, dispuesta a hacer negocio del negocio”. Aquí, “el sistema educativo puede contrarrestar estas deformaciones”, concluyó.

 

 

HACIA UN MINISTERIO DE LA PRODUCCION

“Potenciar el desarrollo”

 

Por Jorge Schvarzer *

En estos momentos la capacidad de acción de las áreas que actúan en relación con la producción se encuentra disminuida por dos factores claves. Uno, se deriva de la dependencia de diversos organismos relacionados con la producción respecto de otros que tienen objetivos distintos (aunque no necesariamente contrapuestos). El ejemplo clásico lo presenta la Secretaría de Industria, que depende, a su vez, del Ministerio de Economía; el mayor objetivo de este último, sin embargo, reside en garantizar el manejo de las cuentas públicas y la refinanciación de la deuda, que le deja, objetivamente, poco margen para atender las demandas y necesidades del área que se ocupa del sector productivo. La segunda restricción surge de la consolidación de un Ministerio de Planeamiento que tiene responsabilidad sobre una buena parte del sector productivo por mecanismos directos e indirectos, pero que no siempre parece tener las mismas estrategias que el de Economía.

Superar esa subordinación a objetivos diferentes (y contradictorios), agravada con la dispersión de áreas, debe ser el primer paso para potenciar la capacidad ejecutiva del aparato estatal que debe servir, y acompañar, al desarrollo de la producción. Por causas de diverso orden, el Ministerio de Economía se fue convirtiendo, en los últimos años, en una organización demasiado grande y compleja, donde conviven varias actividades decisivas para la estabilidad macroeconómica (como las referidas a presupuesto, hacienda y manejo de la deuda pública) con otras de muy distinto enfoque. La centralización de dicho ministerio implica que las demandas perentorias de las actividades mencionadas dejen escaso margen para la atención de las otras, pese a su significado en el mediano plazo.

La creación de un Ministerio de Producción generaría diversas ventajas que se pueden resumir en los siguientes puntos:

- permitirá encarar las políticas hacia la producción local (actualmente dispersas en áreas subordinadas a otros objetivos) como un todo homogéneo.

- permitirá racionalizar la administración pública al integrar funciones que son claramente homogéneas bajo una única dirección.

- permitirá aliviar la tarea del Ministerio de Economía, que podrá así dedicar todos sus esfuerzos a objetivos cruciales para la estabilidad macroeconómica.

Un listado preliminar de las áreas que deberían depender del Ministerio de la Producción daría las siguientes secretarías:

–Secretaría de Industria.

–Secretaría de Agricultura, Ganadería y Pesca.

–Secretaría de Minería y Asuntos Energéticos.

–Secretaría de Comercio (Interior y Exterior).

–Secretaría de Transporte.

–Secretaría de Apoyo a la Pequeña y Mediana Empresa.

–Secretaría de Turismo.

–Secretaría de Ciencia y Tecnología.

A esa primera lista se agregarían los institutos oficiales existentes, como

–INTA (Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria)

–INTI (Instituto Nacional de Tecnología Industrial)

–Inidep (Instituto Nacional de Investigación y Desarrollo Pesquero)

–INV (Instituto Nacional de Vitivinicultura)

–Senasa (Servicio Nacional de Sanidad Animal)

* Extracto del documento Política productiva para una sociedad equitativa y dinámica, trabajo que se presentará en las jornadas del Plan Fénix que se desarrollan desde ayer hasta pasada mañana.

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