Por Javier Lorca
Hoy será el último día de Guillermo Jaim Etcheverry en el rectorado de la UBA y se abrirá un período de transición... ¿hacia dónde? En medio de la crisis institucional abierta por las sucesivas protestas estudiantiles –que ya impidieron cuatro veces la elección del futuro rector–, Jaim Etcheverry deja convocado para el lunes 15 al nuevo Consejo Superior de la universidad, que deberá designar autoridades y determinar cómo resuelve el conflicto. Hasta esa fecha –estimó el rector saliente– quedará a cargo de la UBA el vicerrector Berardo Dujovne. Si éste renunciara, la responsabilidad recaería en el decano de más edad: Alfredo Buzzi, de Medicina.
“La universidad no está acéfala y funciona normalmente –declaró ayer Jaim Etcheverry–, a pesar de los bochornosos episodios que hemos visto, la UBA sigue trabajando, los investigadores están en sus laboratorios, los profesores enseñan, los alumnos estudian, los hospitales trabajan.”
El rector resolvió ayer convocar la sesión del Consejo Superior que deberá determinar cómo continúa la UBA. El llamado tiene fecha: lunes 15 de mayo. “Yo estoy ejerciendo mis plenas funciones hasta el día 7 de mayo y luego continuará el vicerrector, tal cual lo prevé el estatuto universitario –explicó–. Luego se reunirá el Consejo Superior de la universidad, cuyos últimos miembros fueron elegidos en marzo... Tomarán a su cargo el gobierno de la universidad, supongo que designarán un vicerrector que será puesto a cargo y se convocará nuevamente a la asamblea universitaria para elegir rector”, detalló.
Así se confirma que, de no mediar una renuncia, durante la próxima semana estará a cargo de la UBA el vicerrector Dujovne, ex decano de Arquitectura. Su mandato vence el martes 16. El día anterior asumirían los nuevos consejeros superiores, configurando un cuerpo que reflejará la mayoría lograda por el bloque de radicales, peronistas y aliados que postula a Atilio Alterini como rector. En su primera sesión deberán tratar el temario que les legó Jaim Etcheverry: asunción de los nuevos integrantes del consejo, consideración de la renuncia de los secretarios, designación de autoridades y conformación de las comisiones de trabajo. El acuerdo preliminar alcanzado por el bloque mayoritario es que, en lugar de Dujovne, sea nombrado como nuevo vicerrector Aníbal Franco, ex decano de Veterinarias.
El punto más importante del orden del día del consejo será el último: “Considerar la oportunidad en la que el Consejo Superior fijará fecha, hora y lugar de realización de la asamblea universitaria” para intentar, por quinta vez, elegir a quien estará al frente de la casa de estudios hasta el 2010. Según el estatuto, una vez producida la vacante en el rectorado hay un plazo de 15 días para elegir sucesor. Sin embargo, ante el tenor de la crisis planteada por los reclamos de la izquierda estudiantil, a la espera de lograr una salida, algunos miembros del bloque mayoritario prefieren no apresurarse e interpretan que el plazo previsto por el estatuto indica cuándo debe ser convocada la asamblea y no tanto cuándo debe realizarse.
Fractura estudiantil
Las consecuencias de la crisis de la UBA se extendieron a nivel nacional en el escenario estudiantil. Como se informó, los centros de estudiantes de cuatro facultades, que responden a Franja Morada (Nuevo Espacio, en Económicas), los socialistas del MNR (Nuevo Derecho), AFO (Odontología) y Alianza (Farmacia) decidieron romper la Federación Universitaria de Buenos Aires, que conduce la izquierda, y construir “una federación de los estudiantes”. Con ese antecedente, el frente de izquierda puso en jaque a la Federación Universitaria Argentina (FUA), que esta semana debía organizar un congreso para renovar autoridades el 19 y 20 de mayo. En una reunión de junta de la FUA, los secretarios Guillermo Caporaletti y Aracelli Benítez –ambos del Frente 20 de Diciembre– plantearon que, ante los incidentes ocurridos en la UBA el martes, la FUA debía repudiar a “la patota” no docente “que golpeó cobardemente a estudiantes”, rechazar la candidatura de Alterini como rector y “la posible intervención de la UBA por parte del gobierno nacional”, así como desconocer “el pretendido llamado a una FUBA paralela”.
Como la presidencia de la FUA está en manos de Franja Morada, la propuesta obviamente no prosperó, la izquierda se retiró de la junta y quedó en riesgo la realización del congreso de la federación que representa a los universitarios del país. En respuesta, el titular de la FUA, Maximiliano Abad (Franja), denunció “las graves irregularidades que se viven en el seno de la FUBA”, repudió “todos los hechos de violencia que se vienen sucediendo” y agregó: “Con el mismo énfasis que hacemos estas denuncias, también queremos dejar en claro nuestra preocupación ante la posibilidad de ruptura que estas prácticas generan en el movimiento estudiantil”.
OPINION
Dos vías ante la crisis
Pareciera que en la discusión del problema actual de la UBA no se presta atención a los hechos. El modelo de democracia “parlamentarista” de la UBA es parecido al modelo constitucional vigente en nuestro país, con lo bueno y lo malo que éste tiene y la peculiaridad de representación por “estamentos” académicos. Este modelo se alcanzó gracias a la Reforma Universitaria del ’18, que fue ante todo una “revolución” ideológica de avanzada; cuya influencia llegó hasta el Mayo Francés del ’68. Y que se concretó gracias a una “revolución” fáctica (movilizaciones y huelgas generales de estudiantes), viéndose el gobierno obligado a intervenir la universidad y acceder a gran parte de las demandas.
Para que en la UBA actual se llegara a la abolición de la asamblea constituida legítimamente, los descontentos deberían contar al menos con la adhesión de la mayoría de los estudiantes. ¿Está dada esa situación? No lo creo. Pero los grupos minoritarios de estudiantes podrían demostrar lo contrario, con manifestaciones masivas y ocupación de las facultades, si pudieran. Si los grupúsculos pretendieran entorpecer el funcionamiento de la UBA en forma permanente, es probable que no lo lograran en más de una a tres facultades y probablemente la reacción contra ellos sería unánime; siendo repudiados, incluso por la fuerza. El “atajo asambleístico” de un grupo que se autoconvoca y decide que todas las normas vigentes son ilegítimas, que los representantes electos son usurpadores y que el orden actual se debe modificar compulsivamente es algo inviable. Funcionalmente es indiferente si el grupo mesiánico es de derecha o izquierda. La perversidad del mecanismo no cambia; aunque –de tener éxito– los resultados fueran muy diferentes.
Por lo tanto, estamos ante una situación no revolucionaria y la vía para la mayoría de los integrantes de la UBA es la democrática. ¿Cómo se hacen cambios progresivos y progresistas? Ganando elecciones con candidatos éticos, altruistas e idóneos. Luego de una suficiente mayoría de éstos en todas las facultades, se podría articular una plataforma de cambio, eventualmente convocando a la asamblea y –si se piensa que está obsoleto– adaptar o cambiar el estatuto. Así de fácil y así de difícil.
Ahora bien, estamos en la Argentina de la anomia política y del borreguismo electoral y la universidad no es una isla, ni tampoco la caldera a punto de explotar que existía en el ’18, con un marco internacional signado por la revolución de Octubre del ’17. Si la mayoría de la UBA, a través de sus representantes electos, decide entregar la universidad al shuberoffismo coaligado con la derecha conservadora sólo caben dos posiciones para la gente más progresista y democrática (aunque aquí la línea de corte es más bien la ética): o bien se asume que se perdió una vez más ante la maquinaria del “toma y daca” y se trabaja duro para revertir la situación en los próximos años o algún sector hace en el futuro inmediato una demostración de enorme poder político y de movilización y entonces quizá podríamos alcanzar la segunda Reforma Universitaria. Ninguna de las dos vías es fácil.
* Por Luis Quesada Allué, Profesor de la Facultad de Ciencias Exactas (UBA), investigador principal del Conicet.
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