Apenas un puñado de los más de 300 mil estudiantes de la Universidad de Buenos Aires se acercaron a la Facultad de Psicología, donde debía funcionar el congreso de la FUBA, la federación que los representa. Resultado 1: no hubo quórum para sesionar y elegir a las nuevas autoridades. Resultado 2: el Frente 20 de Diciembre, que encabezan el MST y el PO, volvió a prorrogar su conducción, como ya ocurrió en diciembre pasado, cuando debería haberse realizado el congreso. Fragmentada y con escasa participación estudiantil, la FUBA sigue presa de las disputas entre, principalmente, dos bloques. De un lado las agrupaciones de izquierda, que acusan al Gobierno de estar operando para debilitar al movimiento estudiantil. Del otro lado, un heterogéneo espacio de centroizquierda, donde confluyen desde el ARI universitario hasta el kirchnerismo, el bloque que no fue al congreso porque “no había garantías democráticas para normalizar la federación”.
El congreso de la FUBA reúne a delegados de todos los centros de estudiantes de las facultades de la UBA. Para llegar al quórum, al mediodía del sábado deberían haberse encontrado la mitad más uno de 120 delegados. Y sólo hubo 51. Además del MST, el PO, la Walsh, el Puño, Viejo Topo, el Brote y otras listas, a la sede Independencia de Psicología fueron los “chinos” de la CEPA y los comunistas del MUI. Por fuera del frente de izquierda, también se presentaron algunos independientes. Pero no alcanzó.
“La oposición no se bancó perder y prolongó una situación que desde hace seis meses impide sesionar –dijo a este diario Agustín Vanella (MST)–. Ahora no tienen más la excusa de que queremos perpetuarnos en el mandato. Llamamos al congreso y ellos no vinieron. Están jugando a romper la federación, a debilitarla y deslegitimarla. Es una política fomentada desde el Gobierno”, acusó quien seguirá como copresidente de la FUBA al menos hasta noviembre. Es que, ante el congreso frustrado, la conducción resolvió volver a convocarlo para cuando ya se habrán realizado las elecciones estudiantiles obligatorias en todas las facultades de la universidad. Mientras, presidencia y junta representativa seguirán al mando, en forma conjunta para “tener más legitimidad”.
¿Por qué no fueron al congreso las agrupaciones de centroizquierda? Porque, pese a las muchas diferencias internas, por ejemplo entre las afines al kirchnerismo y las vinculadas al ARI o al radicalismo, para estas agrupaciones no estaban dadas las mínimas condiciones democráticas. “Si nos juntábamos nosotros para ganarles la presidencia, la izquierda no iba a dar quórum o iba a pudrir todo. Hace seis meses que vienen amenazando que la federación no la entregan de ninguna manera”, comentó un desesperanzado dirigente estudiantil.
“No había garantías para normalizar la federación. Y quedó claro que fue un armado de la izquierda, absolutamente sola y deslegitimada, para intentar posicionarse como oposición al Gobierno”, señaló Marina Santoro (Venceremos), desde el espacio que apoya al kirchnerismo. “Más allá de la postura de cada uno en la coyuntura nacional, tanto el ARI, como Medicina o nosotros queremos condiciones democráticas para la FUBA”, agregó. En el mismo sentido, para Joaquín Cara (Colectivo para la Transformación Universitaria), “la federación no discute política, no hay ámbitos democráticos, a la izquierda sólo le preocupa la caja, la venta de apuntes. Los centros de estudiantes que están con ellos valen y los otros, no”. Alusión dirigida a uno de los conflictos que impidieron el congreso: la izquierda invalidó a los delegados de la Facultad de Odontología, por considerar “que inflaron sus votos”. Para la oposición, se trató de una movida para restarle presencia.
“Hace falta una urgente democratización de la FUBA, lo que hace la izquierda es una usurpación. La realización de un congreso no puede depender de si ellos alcanzan o no un acuerdo que les permita ganar. Estas prácticas son similares o peores a las de Franja Morada”, opinó Franco Vitali, de la independiente NBI. Los que tampoco participaron fueron los socialistas del MNR, para quienes el congreso no podía aportar nada. “Tanto la conducción de izquierda como la oposición del ARI y el radicalismo perdieron toda legitimidad. Un congreso ahora no soluciona la irregularidad legal de una presidencia que se autoprorroga el mandato, ni la crisis de fondo, que es la ausencia de participación de los estudiantes. Y tampoco queremos hacerles el juego a los que quieren dar un golpe de mano y quedarse con la conducción sin cambiar nada –se despachó Pablo Gordon Daluz–. Tenemos que reconstruir la federación, con una real inserción gremial y política en las facultades.”
* Por Javier Lorca