El servicio, creado hace casi tres años, está compuesto por dos comisiones de 14 estudiantes de abogacía en total, aunque el año que viene se extenderían a tres, según comentó Fortuna. Los denunciantes son atendidos por los estudiantes, pero en caso de llegar a juicio son patrocinados por los titulares de la cátedra de Práctica Profesional de la facultad. De todas formas, la mayor parte de las denuncias finalizan con un acuerdo entre ambas partes.
En lo que va de 2004, el 47,7 por ciento de las presentaciones concluyeron con audiencias de conciliación y de éstas la mayoría terminó con acuerdo entre partes. Sólo tres consultas finalizaron en la Justicia, con acciones contra empresas de medicina prepaga. El año pasado, en tanto, se recibieron en total 400 consultas de las cuales, en el 70 por ciento de los casos, se llegó a un arreglo entre las partes. “Tratamos de solucionarlo por acuerdo, sin llegar a juicio, porque es más rápido. Y la gente, por lo general, quiere una solución inmediata”, indicó Bouza. Una vez que el denunciante se presenta en Defensa del Consumidor “nos encargamos de redactarle la denuncia, realizar las cartas documento y acompañar a la persona a la audiencia. Los trámites para fijar la reunión entre las partes tardan unos 15 días, aunque en casos de urgencias el plazo llega a acortarse a cuatro días”, añadió la supervisora. “El patrocinio es un servicio para la gente que no tiene recursos para contratar un abogado particular y, a la vez, es una práctica profesional para los alumnos. Además, la misma dirección no podría patrocinar a la gente si es la dependencia que también se encarga de sancionar, porque cumpliría un doble rol”, detalló Fortuna.
La temática de las consultas es variada: también existen aquellas que no están vinculadas a una gran empresa, sino a un comercio en particular. Montesano contó una experiencia que vivió hace un año: “Llevé a arreglar una impresora a un local donde, después de dejarla unos días, me dijeron que funcionaba bien. Ya había pagado el monto del arreglo, pero tuve que ir cinco veces más al negocio porque la impresora seguía sin arrancar y no me daban ninguna solución. Así que me acerqué una vez más al servicio de consultoría con la factura, donde citaron al comerciante, que terminó devolviéndome el dinero del arreglo”.
* Informe: Maricel Seeger.