Hay cinco candidatos para ocupar dos puestos en la dirección del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (Conicet). Aunque la decisión final la tomará el propio Presidente, hasta la semana que viene continuará el proceso electoral mediante el cual los investigadores votan a sus representantes en el mayor organismo científico del país. Como es habitual en el poco democrático sistema del Conicet, la elección se está realizando con escasa difusión y ningún debate, pese a que, en un hecho inusual, los candidatos presentaron sus propuestas y algunos hasta hicieron campaña.
El directorio del Conicet cuenta con un presidente –hoy es Eduardo Charreau– y ocho miembros. Cuatro son representantes de los científicos, divididos por áreas del conocimiento: Ciencias Biológicas y de la Salud, Sociales y Humanidades, Ciencias Exactas y Naturales, y Agrarias e Ingenierías. Los otros cuatro directores representan a las universidades públicas y privadas, a los organismos provinciales responsables de la ciencia y la tecnología, a las organizaciones de la industria y a las del agro. Desde 1996 la selección y designación de los miembros del directorio se guía por el siguiente proceso: todos son nombrados por el Poder Ejecutivo Nacional, que suele aceptar las propuestas elevadas por los respectivos sectores, aunque puede no hacerlo.
En el caso de los investigadores, éstos votan –vía postal– a sus candidatos y los tres más votados forman la terna que es elevada al Presidente. Cada dos años se renueva la mitad del directorio. Ese es el proceso que se está desarrollando ahora, circunscripto a las dos primeras áreas del conocimiento y para el período 2005-2009. El plazo para votar debía concluir este viernes, pero fue extendido hasta el miércoles 23 por una presentación judicial que suspendió transitoriamente la elección. El escrutinio se hará el 30 de este mes.
En el área de las Ciencias Sociales y Humanidades hay sólo dos candidatas al directorio (ver aparte) y tres son los postulantes en Ciencias Biológicas y de la Salud:
- El investigador superior Ricardo Farías, químico, ya integra el directorio y quiere ser reelegido. En sus propuestas destaca que en el último período se aplicaron algunos de sus planteos y enumera logros del actual directorio (concursos sin cupo en los ingresos a la carrera, incremento de las becas, concursos de directores de institutos, mantenimiento de las becas de reinserción “que permitieron hasta ahora el regreso desde el extranjero de 112 investigadores”, pago total de las deudas por proyectos y equipos, etc.). “Aún falta mucho más –agrega–. Es prioridad lograr el presupuesto... que permita incrementar los sueldos, restablecer la capacidad del Conicet para otorgar financiamiento acorde con las necesidades reales de cualquier proyecto de magnitud, para la compra de equipamiento de avanzada e infraestructura.” Con esos fondos se debería “desarrollar y preservar la investigación y la formación de recursos humanos para que el Conicet sea el promotor de su progreso e inserción en el mundo moderno”.
- Edda Adler, también química e investigadora superior, detalla que su “propuesta fundamental es rejerarquizar el concepto de valor agregado de las ciencias básicas, como plataforma de sustentación para la innovación tecnológica”. En su plataforma se limita a resumir sus antecedentes de gestión (por ejemplo, presidió la Asociación de Farmacología Experimental y comisión asesora de ciencias médicas del Conicet) y asume su “compromiso para una gestión donde la ciencia básica no sea la antinomia de la técnica, sino el soporte generador de innovaciones técnicas”.
- Andrés Carrasco, ex presidente del Conicet, presentó una extensa y detallada plataforma. “La mejora de las instituciones se basa en la calidad y compromiso de los integrantes de los organismos públicos y en la existencia de controles eficaces, eficientes y transparentes”, define el núcleo de su propuesta. Así, detalla la necesidad de promover la realización de auditorías externas, crear un ombudsman de los investigadores y un tribunal de ética para la evaluación y “consolidar un padrón público de evaluadores”, impulsar la presencia obligatoria de veedores y taquígrafos en la reuniones del directorio, así como “garantizar la publicidad de las decisiones”. Como política para los recursos humanos pretende “reglas claras para el ingreso y la promoción” y “abrir la discusión sobre el salario de los investigadores y becarios”. Otro punto que destaca es el de vehiculizar “la máxima participación y movilización de la comunidad científica, creando espacios de debate y generación de propuestas”. Finalmente, Carrasco propone “impulsar la conformación de un Fondo Nacional de Financiamiento Científico” para subsidiar proyectos, con el Conicet como único evaluador, y “promover un diseño racional y público del presupuesto del Conicet”.
Candidatas para humanidades
Los investigadores del Conicet dedicados a las Ciencias Sociales y Humanidades pueden optar entre dos candidatas para integrar el directorio.
- La especialista en historia agraria Noemí Girbal va por la reelección. En su plataforma resalta los logros obtenidos y, entre sus propuestas, enumera las de propiciar un aumento presupuestario para el Conicet, “consolidar la representatividad de las ciencias sociales y las humanidades en el conjunto de las grandes áreas del conocimiento”, “incrementar el ingreso de jóvenes investigadores sin renunciar a la excelencia académica”, atender la situación de los investigadores en edad jubilatoria, “perfeccionar las pautas de los formularios del sistema de evaluación del Conicet para becas, ingresos y promociones en la carrera del investigador”. También propone “respaldar la estructura y renovar la gestión de las unidades ejecutoras” y “sustentar la renovación periódica y plural de las comisiones asesoras”.
- Profesora de la Universidad Católica (UCA) y directiva de la Sociedad Tomista Argentina, María Liliana Lukac comienza aclarando las limitaciones presupuestarias y políticas que definen al Conicet. Reclama un mayor presupuesto para asegurar sueldos justos (“sin salarios jerarquizados no hay plan posible para detener el éxodo de nuestros investigadores”), para otorgar subsidios y financiar las unidades ejecutoras. “Procuraremos que se reconozca el derecho del investigador a recibir respaldo financiero del Conicet para sus proyectos, sin perjuicio de que pueda recurrir a otras fuentes”, agrega. Con respecto a los recursos humanos, reclama una “justa evaluación y promoción”, además de la necesidad de una política de ingresos clara para satisfacer la demanda de personal de apoyo. Por otro lado, si bien reconoce la necesidad de una población de científicos jóvenes, “ese objetivo no debe alcanzarse a través de la expulsión de investigadores” de mayor edad pero aún capacitados.