En segundo lugar porque pude trabajar en un ambiente maravilloso compartiendo el Departamento de Matemáticas con personajes de primera categoría, con los que pude también experimentar la delicia de estar en un ambiente académico de primera línea.
Finalmente, cuando estaba en la Facultad de Ciencias me tocó intervenir en la política universitaria y formé parte del Consejo Superior, del Consejo Directivo de la facultad y de varios organismos dedicados a la administración y organización de nombramientos, concursos, exámenes de antecedentes y también de cuestiones administrativas que fueron muy interesantes porque no eran para una empresa sino para una organización de enseñanza superior, asunto que tenía un gran atractivo.
Recibir de pronto el homenaje de esta institución como es el título de Doctor Honoris Causa me causa una gran emoción y lleva a recordar innumerables episodios de naturaleza muy cautivante.
Uno tiene la sensación de que una multitud de episodios en los que había que combatir contra personajes e ideas reaccionarios quedan de pronto compensados por esta situación tan agradable y significativa de adquirir uno de los títulos más valiosos que pueden darse en la vida académica. Sólo me resta agradecer a la universidad que tenga esta enorme amabilidad para conmigo.
En cierto modo son cosas que hacen pensar que la vida vale la pena de ser vivida.
Por Gregorio Klimovsky