Saltar a contenido principal Saltar a navegación principal

Página 12-Sábado 13: Radiografía de un país pobre y resquebrajado

En un trabajo realizado por el sociólogo Artemio López se plantea la hipótesis de cómo sería el país si en él viviesen sólo 100 personas: las cifras muestran una nación pauperizada, injusta socialmente, donde la mayoría de los chicos son pobres y una importante porción de viejos no tiene cobertura social alguna. Los motivos de la caída. Consecuencias de la teoría del “derrame”.

15 de noviembre de 2004, 12:33.

La Argentina es un país empobrecido, pauperizado, débil, cuya cohesión social se resquebrajó en una dimensión que, décadas atrás, hubiese sido inimaginable. Las políticas perpetradas en las últimas tres décadas destrozaron el welfare state que enorgullecía (y protegía) a sus habitantes, los distinguía de sus pares de Latinoamérica y hasta empardaba con algunos países desarrollados. Algunos datos muestran hoy descarnadamente lo que queda de la nación argentina. Un trabajo realizado por el sociólogo Artemio López expone una especie de radiografía sociodemográfica del país. Allí se indica que, si en la Argentina viviesen sólo 100 personas, 3 serían graduados universitarios y dos analfabetos absolutos; 27 vivirían con 4 pesos por día, 10 con dos pesos por día, siete con un peso por día; 18 vivirían en villas de emergencia o asentamientos precarios; 63 no tendrían cloacas; 58 carecerían de gas natural y 33 no tendrían agua potable; 48 sólo podrían apelar a los hospitales públicos; de los 40 que serían económicamente activos, 15 estarían desocupados o subocupados. Una pinturita.

La consultora Equis, dirigida por López, realizó lo que podría darse en llamar una radiografía de la Argentina actual. Para ello, y a los efectos de ponerlo en un plano claramente comprensible, apela a un artificio simple: cómo sería este país si aquí viviesen solamente 100 personas, según los datos obtenidos en varias mediciones realizadas por el Indec.

El resultado es el siguiente:

Si en la Argentina vivieran 100 personas...

- 51 serían mujeres.

- 49 serían hombres.

- 2 nacerían cada año.

- 1 moriría cada año.

- 30 serían casados y vivirían en pareja heterosexual.

- 3 serían graduados universitarios.

- 2 serían analfabetos absolutos.

- 27 vivirían con cuatro pesos por día.

- 10, con dos pesos por día.

- 7 vivirían con un peso por día.

- 18 habitarían en villas de emergencias o asentamientos precarios.

- 63 no tendrían cloacas.

- 58 vivirían sin gas natural.

- 33 no dispondrían de agua potable.

- 48 no tendrían cobertura de salud por fuera del hospital público.

- 7 serían discapacitados, de los cuales cinco sería pobres. De los siete habitantes con discapacidad, tres serían jefes de hogar.

- 30 serían menores de 15 años, de los cuales 18 serían pobres y siete indigentes.

- 10 tendrían más de 65 años y de ellos 4 no tendrían ninguna pensión o jubilación disponible, ni tampoco cobertura alguna de salud, por fuera del hospital público.

- 40 serían activos económicamente y 15 de ellos estarían desocupados o subocupados.

- 25 recibirían parte o todo su salario en negro.

- De cada 100 pesos existentes, los 20 habitantes más ricos se quedarían con 54 pesos...

- ... y los 20 más pobres con cuatro pesos.

- 69 estarían habilitados para votar.

- 52 votarían efectivamente.

La base 100 ofrece un panóptico que otorga dimensión humana, aprehensible, a los guarismos. La imagen que espeja es la de un país similar a los tantos que conforman el hemisferio occidental debajo del río Bravo.

LA RADIOGRAFÍA

“Este trabajo muestra el proceso de fragmentación y desarticulación de un país homogéneo y socialmente integrado como lo fue hasta mediados de los ’70. Muestra, también, las consecuencias del trabajo final que ejecutó la dictadura y las políticas implementadas durante la década del ’90, cómo nos dejaron en términos socioambientales en este país”, reflexiona López sobre el estudio que realizó, motivo de la presente nota. El sociólogo califica la faena perpetrada por la dictadura y por los gobiernos de Carlos Menem y Fernando de la Rúa como un “proceso de degradación socioeconómico producido por las políticas neoliberales implementadas” en dichas administraciones.

López sostiene que este trabajo expone “un país de fuerte desigualdad en la repartición de los bienes materiales y de los simbólicos”. Respecto de los primeros, ejemplifica que el 20 por ciento se queda con 54 pesos de cada cien y el 20 más pobre, con 4. “Argentina multiplicó por dos la brecha existente entre el 20 por ciento más rico y el 20 por ciento más pobre en los últimos 30 años, transformándose en uno de los países más inequitativos en el continente más inequitativo del mundo, que es Latinoamérica”.

El estudio de Equis muestra otros indicadores que desnudan en otras áreas ese proceso de inequidad. “Que el 63 por ciento viva sin cloacas, el 58 no posea gas natural y el 48 no tenga cobertura sanitaria por fuera del sistema de hospitales públicos muestra que el proceso de inequidad distributiva en términos de ingreso impacta fuertemente en otros de la vida cotidiana”, dice López. El titular de Equis resalta algunos de los datos expuestos más arriba. A saber:

- “Argentina es un país que se jactó de poseer un alto nivel educativo, comparándose con los países más desarrollados del hemisferio y estándares similares a los de las potencias mundiales. Ahora llegamos a la circunstancia de que cada 100 habitantes tenemos 3 graduados universitarios y también dos analfabetos absolutos, casi la misma cantidad de universitarios que de analfabetos.”

-“Tenemos una sociedad que plantea una realidad angustiosa en ambas puntas de la vida. Por una parte, de cien habitantes, treinta son niños y de ellos 18 son pobres y 7 indigentes; por la otra, 4 de cada diez mayores en edad de jubilarse no lo podrán hacer porque no efectuaron aportes –sea que trabajaban en negro, sea porque estaba desocupados– no van a cobrar ingresos ni tendrán cobertura de salud del PAMI. O sea que, de cada diez hogares argentinos, cuatro no tendrán cobertura social ni ingresos. Tenemos esa cantidad de mayores sin contención en un país que se jactó de poseer el sistema sanitario y de previsión social más grande y completo del hemisferio.”

Para López, esto es el corolario de la implementación del concepto liberal del derrame. “La teoría del ‘derrame’ (que propugna que el crecimiento llena el vaso de la economía y cuando rebalsa, derrama hacia toda la sociedad, aun hacia los sectores más postergados) fue el núcleo del discurso imaginario, ese que en los ’90 afirmaba que con las medidas neoliberales íbamos hacia el primer mundo. Esta es la consecuencia de aquello: game over”.

Según el sociólogo, la manera de revertir la situación es no transitar el camino por el que se llegó hasta acá. “Si fue el mercado de trabajo el gran asignador de recursos cuando este país tenía niveles de integración social adecuados, que nos colocaban en estándares altísimos para Latinoamérica y similares a otros países desarrollados, hay que reconstruirlo a través de la creación de empleo genuino y la realización de obra pública e infraestructura”, dice López quien, al respecto, se pregunta, no sin malicia: “¿Cómo puede ser que la dirigencia política que gobernó este país en los últimos 30 años creía y obraba con la certeza de que la obra pública era un gasto que había que evitar, para no generar déficit fiscal, en un país donde el 63 por ciento no tiene cloacas, el 58vive sin gas natural y el 33 no dispone de agua potable? Con esa ideología, así nos fue”.

Los motivos de la decadencia

- FRANCO CASTIGLIONI, POLITÓLOGO

“El trabajo es impactante por la forma en que se presenta, es novedoso y sería aún más eficaz si estas proporciones se observan en el trayecto de los últimos 20 años. También creo que sería relevante compararlo con la otra cara de la moneda que muestre la cantidad presunta de dólares argentinos en el exterior, que haga un relevamiento de nivel de bienestar en bienes y servicios y el patrimonio inmobiliario declarado del que disfruta la clase media-alta. Con estos datos tendríamos una perspectiva en tiempo, no sólo de la dramática pobreza, sino de cómo se disparó la desigualdad. Vale pensar, efectivamente, a la Argentina como un país que no es pobre, sino desigual. Para cerrar el análisis de estos puntos, hay que responder una pregunta: ¿cuántos afiliados tienen los partidos políticos y los sindicatos? Si uno estima una respuesta, aparece una argentina presuntamente movilizada y politizada. Pero esto entra en sospecha si se tienen en cuenta los datos de la pobreza, de la concentración de ingreso y de alto bienestar de la clase media alta. Aquí aparece la responsabilidad de la política, que está en el eje del cuestionamiento. Si bien es cierto que las políticas neoliberales produjeron este tipo de resultados, esto también es un fracaso de la sociedad política argentina. Es un severísimo llamado de atención sobre la defección de la sociedad civil, de los intelectuales, los sindicatos (¿cómo pueden tener tantos afiliados y haber perdido tantos derechos sociales?), los partidos políticos. Dentro de esto está la responsabilidad del peronismo, que gobernó la mayor parte de este período y que se asume como partido de las clases populares. Su responsabilidad es crucial en el resultado de este estudio. No es la democracia la que está en juego, sino el fracaso de la clase política, su ausencia de reconocimiento sobre lo que han permitido y/o profundizado. Y ante la falta de un sistema político con alternativas, el peronismo es un problema y es la solución. Y tiene que aprovechar este momento de la Argentina para encontrar una solución”.

- CLAUDIO LOZANO, DIPUTADO NACIONAL, ECONOMISTA DE LA CTA

“Este estudio expresa de manera sencilla el resultado del proceso de devastación social, destrucción productiva y pérdida de capacidad de decisión que se puso en marcha en la dictadura del ’76, profundizó en los ’90 y salió de manera devastadora con la devaluación del peso. Este estudio es el resultado del deterioro productivo y del sistema democrático que, prácticamente, no cumple con los derechos básicos que exige la población en un contexto donde el 65 por ciento de los pibes son pobres. Esta realidad muestra un futuro complejo. Es una fotografía del problema argentino como resultado de 10 años de políticas que dejaron entre un 15 y un 25 por ciento de desocupación y un contexto de ‘infantilización de la pobreza’. Y esto se ve en que el 50 por ciento de la población es pobre, pero de esa cifra, el 70 por ciento son pibes en situación de pobreza. Esto quiere decir que la Argentina no es pobre, es desigual. Si no se pone en el centro de la cuestión la mejora de la distribución del ingreso y el combate a la pobreza, no sólo no va a haber derrame sino que se ingresa en la trampa de la pobreza; en donde aquel que hoy es pobre, mañana terminará siendo más pobre. Esta situación se soluciona con políticas explícitas de distribución del ingreso, con nuevas políticas de carácter universal distintas a las actuales y estrategias explícitas de industrialización del país. Si no se crece bajo condiciones de industrialización no se podrá sostener el crecimiento. Es necesario, también, fortalecer el mercado interno que actualmente está en manos de los ricos, quienes segmentan el consumo a productos importados limitando el desarrollo de la producción local. Y hay que generar otro esquema de mayor igualdad en donde el consumo pueda ser popular y los productores populares tengan mayores beneficios”.

- FORTUNATO MALLIMACCI, SOCIÓLOGO

“Las cifras revelan datos conocidos, no causan sorpresa. Pero tenerlas así, en crudo, nos tiene que hacer reflexionar. Esta problemática tiene larga data y es fruto de políticas de privatización de empresas y flexibilidad laboral. De tiempos en que la dirigencia política, religiosa y las empresas de medios de comunicación hicieron oídos sordos al clamor popular y se encandilaron con promesas de primer mundo. Hoy nos encontramos con todo lo contrario a esas promesas y hay que movilizar a la sociedad, distribuir la riqueza y crear medidas inclusivas. Los dirigentes tienen que mirar estos datos. Los que trabajamos desde hace años recorriendo el conurbano y el interior del país sabemos que la pobreza está instalada de manera muy fuerte. La vulnerabilidad ha crecido y la distribución de la riqueza, más allá de las buenas intenciones de los gobiernos, sigue siendo una asignatura pendiente. Y la mayoría de la gente no goza de sus derechos de ciudadanía: acceso al trabajo, la salud y vivienda. Hay que pensar una manera mejor de revertir esta situación que hace que los más ricos sigan concentrando la mayoría de la renta y la gran mayoría de la población tenga dinero apenas para subsistir. No hay políticas universales que aseguren un ingreso mínimo para todas las familias y la pobreza se sigue reproduciendo con planes que la focalizan. Como miembro del Consejo Superior de la Universidad de Buenos Aires sigo creyendo que se sale de la crisis creando más puestos de trabajo e invirtiendo más en educación. La UBA es la universidad que más pidió y la que tuvo menos respuestas. Es necesario apostar a la ciencia y la tecnología, de lo contrario no habrá una salida sólida a esta dura situación”.

*Producción: Adrián Figueroa Díaz.

Contenido relacionado