Culminación de una semana de paros y protestas en las casas de estudios, la manifestación comenzó a las 18 en Plaza Houssay. Una hora después, zarpaba una columna de casi cuatro cuadras, poblada de estudiantes y docentes universitarios, además de alumnos secundarios. “Unas ocho mil personas”, según el generoso cálculo de los organizadores.
Encabezando, con los brazos tomados, se ubicaron los dirigentes gremiales y de las federaciones estudiantiles de izquierda, así como algunas autoridades académicas. Primero la bandera de la Conadu Histórica, más atrás los carteles que identificaban a docentes y alumnos de La Plata, Comahue, Luján, Córdoba, Sur, IUNA, Gral. Sarmiento y más. “¡Por el boleto estudiantil!”, gritaban los secundarios, entre ellos los del Mariano Acosta y el Normal 1.
Desde el camión que abría camino, y luego funcionaría como escenario, se proclamaba la larga lista de reclamos: por la derogación de las leyes de Educación Superior y Federal de Educación, por la triplicación del presupuesto, por un salario de 800 pesos para el cargo testigo docente, por el blanqueo de los adicionales, por la democratización académica, por el ingreso irrestricto, por la renta para los ad honorem...
Por Córdoba y Callao, la manifestación pasó por el Ministerio de Educación, repudiado, y retomó para seguir hasta el Congreso. Unas cuadras antes, aplauso cerrado para la escuela Normal 9. “Ahí viene la FUBA, ¡qué loca que está, si no dan el presupuesto, qué quilombo se va a armar!”
Sobre Avenida de Mayo al 1200, cerca de las 20.30, la marcha se paralizó por varios minutos. Un susto grande: se descompuso Néstor Correa, histórico dirigente de AGD-UBA, y hubo que esperar, demasiado, a una ambulancia. Para alivio de todos, luego se informó que estaba mejor. Un aplauso celebró.
Ya en la Plaza de Mayo: “¡Que viva la rebelión educativa! Queremos enterrar la reforma de los ’90 porque las leyes menemistas tuvieron como único sentido avanzar con la educación privada”, gritó Santiago Gima (PO), presidente de la FUBA, después de criticar a “las catervas kirch-
neristas e ibarristas” por querer “esconder la basura bajo la alfombra”.