Los cursos de ingreso “en ningún caso podrán funcionar como sistemas eliminatorios o que de cualquier modo impidan el ingreso de los interesados como alumnos regulares”. Con esa letra, el Consejo Superior de la Universidad Nacional de La Plata (UNLP) intentará aprobar hoy una norma que termine con los bochazos masivos que, al inicio de cada ciclo lectivo, dejan afuera de las aulas a cientos de alumnos, en particular a los aspirantes a estudiar en la Facultad de Ciencias Médicas. Justamente, entre las autoridades de esa facultad radica la principal oposición a la norma consensuada en comisión por profesores, decanos y estudiantes de la UNLP. De hecho, el decano de Medicina amenazó con recurrir a la Justicia y hasta con renunciar al cargo si la universidad elimina el ingreso restringido.
El debate que atraviesa a la UNLP reavivó una discusión nunca cerrada en el sistema universitario nacional: ¿se debe planificar el ingreso en ciertas carreras (Medicina es el caso crítico, pero no el único) o debe quedar librado a los avatares de la oferta académica y la demanda estudiantil? Si se acuerda planificar, ¿quién debería hacerlo? ¿El Estado o las universidades en su autonomía? La cuestión se replantea periódicamente. El año pasado, el ministro de Salud, Ginés González García, criticó a la UBA por ser la única universidad argentina con libre ingreso en Medicina. Hace poco más de un mes, la Universidad del Comahue eliminó los cupos en esa carrera y abrió una crisis aún irresuelta. Tampoco el Gobierno ha podido cerrar una posición frente a la formación de los futuros médicos: cuando García se declaró a favor de los cupos, desde Educación se defendió la autonomía universitaria, postura que luego hizo suya el Presidente. Como informó este diario, la Secretaría de Políticas Universitarias pretendía impulsar un ciclo de conocimientos básicos de un año, común a todas las carreras de salud, pero por ahora la iniciativa fue congelada para evitar el enfrentamiento con el Ministerio de Salud.
En La Plata, desde 1992, cada año el curso de ingreso en Medicina suele excluir entre el 60 y el 80 por ciento de los aspirantes, limitando el cupo a unos 500 alumnos. La semana pasada, ante un proyecto de un representante estudiantil, el Consejo Superior de la UNLP aprobó en general que el curso de admisión en Ciencias Médicas deje de tener carácter eliminatorio. El debate en particular se hará en la sesión extraordinaria de hoy.
Durante los últimos días, el proyecto fue discutido por decanos, profesores, graduados y alumnos en la comisión de interpretación y reglamento. Finalmente, se consensuó una ordenanza para fijar condiciones generales de ingreso en todas las unidades académicas. Redactada por el decano de Derecho, Carlos Botassi, la decana de Humanidades, Ana Barletta, y el profesor Pablo Reca, la norma apunta que los cursos de ingreso “tendrán como objetivo nivelar los conocimientos de los estudiantes, de modo de favorecer la articulación con los niveles educativos medio y polimodal”. “Las condiciones de los cursos... serán determinadas por cada unidad académica”, pero “en ningún caso los mismos podrán funcionar como sistemas eliminatorios”. Para los alumnos que no aprueben, “cada facultad organizará, dentro del ciclo lectivo correspondiente, recorridos curriculares alternativos, ajustados a los planes de estudios vigentes”. Es decir, en lugar de ser excluidos de la universidad, se les deberá garantizar la posibilidad de comenzar a cursar la carrera. “Los exámenes de desmedida exigencia... no hacen más que realimentar y potenciar por varias generaciones y sin horizonte final la desigualdad inicial de oportunidades provocada por factores exógenos a la vida universitaria.”
La Facultad de Ciencias Médicas consideró que la modificación de su sistema de ingreso implicaría un avasallamiento de su autonomía. El decano Miguel Salvioli advirtió que, de ser aprobado el nuevo régimen, recurrirá a la Justicia para impedir su aplicación. “No voy a ser el decano que les entregue el curso de ingreso. Sería triste abdicar mis ideas por gente que no conoce lo que pasa en Medicina”, declaró la semana pasada. En una asamblea, la mayoría de profesores de Medicina apoyó al decano y rechazó “la intromisión de otros estamentos en temas propios y específicos de la enseñanza de las ciencias médicas”. Un importante argumento esgrimido para sostener los cupos es que una formación de calidad está limitada por la capacidad de los hospitales públicos, donde los alumnos de Medicina entran en contacto real con los pacientes.
La sesión del Consejo Superior de esta mañana pondrá en escena el conflicto. Mientras el rectorado que encabeza Gustavo Azpiazu ha intentado buscar una salida de consenso, un grupo importante de decanos y consejeros apoya la posición estudiantil contra la de Medicina. “No queremos más exámenes eliminatorios ni políticas restrictivas”, dijo a Página/12 Verónica Trumino, vicepresidenta de la federación universitaria local.