“El conocimiento que producimos no puede estar encerrado en oficinas, ni mucho menos, ponerse al servicio de algún interés mercantilizado –planteó Schuster, al presentar el concurso–. Mientras intentamos elevar las paredes del nuevo edificio de la facultad, estamos tratando de derribar los muros que han aislado a la universidad de la sociedad que la sostiene.”
Desde 2002, el Programa de Capacitación tiene como propósito transferir saberes que apunten a potenciar las capacidades existentes en la comunidad y sus organizaciones. A los encuentros de aprendizaje y discusión que se vienen realizando en la facultad (y también en los barrios), se sumó la posibilidad de financiar actividades gracias a dos distinciones (con fondos incluidos), otorgadas por el Ministerio de Educación y por el gobierno porteño.
“El concurso es una experiencia de formación más, no una competencia sino una forma de aplicar los conocimientos para mejorar la práctica de las organizaciones”, explicó Bráncoli. Todas las asociaciones que participaron en alguna instancia del programa, pueden concursar para poner a su proyecto (nuevo o ya en marcha) entre los diez premiados, que recibirán 1500 pesos y asesoramiento técnico. ¿Proyectos sobre qué? Sobre economía social solidaria, niñez y adolescencia, hábitat y vivienda, salud y cuestión social, o comunicación comunitaria. (Las entidades interesadas tienen que presentarse antes del 1º de julio en la oficina 511 de Sociales, en el 5º piso de M. T. de Alvear 2230.).
Los cuatro años de trabajo conjunto con las organizaciones comunitarias han mostrado cambios y tendencias. “En una de las investigaciones que estamos realizando vimos que muchas organizaciones han comenzado a pasar de dedicarse sólo a proyectos de atención de la emergencia, a proyectos socioproductivos –contó Bráncoli–. Es algo gradual y no en todos los casos. Pero hay un tránsito hacia conectar la actividad asistencial, muy dependiente del Estado, con microemprendimientos para producir bienes o servicios para la comunidad y también para la venta. Panaderías o trabajo voluntario para construir viviendas, por ejemplo. Esto implica una mayor autonomía de las organizaciones, y mayor inteligencia en su relación con el Estado.”
*Por Javier Lorca