El consejo directivo de Veterinarias (UBA) advirtió que “la facultad se verá obligada a cesar totalmente su funcionamiento” si es forzada a clausurar su Hospital Escuela, tal como acaba de disponer una sentencia judicial ante una denuncia presentada por vecinos del barrio. “Cerrar el hospital implicaría resentir la enseñanza de grado para más de 5 mil alumnos, porque allí se cursan las últimas materias de la carrera. También se perjudicaría la enseñanza de posgrado y las actividades de investigación y extensión”, dijo a este diario el decano de Veterinarias, Rubén Hallú. El reclamo concreto de autoridades, docentes, estudiantes y no docentes es que el predio de la facultad sea rezonificado y reconocido como propiedad de la UBA, que posee las escrituras desde hace cuarenta años.
Con sentencia firme, la Justicia Contravencional resolvió la clausura de la ampliación del hospital (concluida el año pasado) y la prohibición de realizar allí cualquier actividad. Aunque data de 2002, el fallo recién fue comunicado a la Universidad la semana pasada. La causa se había originado ante una denuncia presentada por ciudadanos de La Paternal contra el gobierno porteño por haber permitido la realización de obras en un terreno que figura categorizado como espacio verde.
Esa nomenclatura es, para las autoridades de la Universidad, el problema de fondo. Desde 1904, Veterinarias funciona, junto a la Facultad de Agronomía, en el predio ubicado en el cruce de Chorroarín y Avenida San Martín. El terreno era propiedad del Estado Nacional hasta que en 1965, mediante decretos del presidente Arturo Illia, fue transferido a la Universidad de Buenos Aires. Con el Código de Edificación de 1970, los terrenos de las facultades fueron zonificados como “distrito UF”, lo que autorizaba la realización de obras de mantenimiento y explotación hasta su futura urbanización.
“Pero en 1977, en plena dictadura, el predio fue zonificado como Unidad Parque, la denominación usada para espacios verdes de uso público, desconociendo que este terreno es de la UBA –explicó Hallú–. Predios similares como Ciudad Universitaria, o los de otras universidades, están clasificados como E4, que es lo que corresponde. Si así fuera, también se preservaría el espacio verde, porque no podríamos construir sobre más del 20 por ciento de la superficie.” Para el decano, la Universidad sería el mejor garante del parque, porque ni los vecinos ni el Gobierno de la Ciudad “hicieron nada por impedir que enfrente de la facultad, en el predio del Albergue Warnes, se construyera un supermercado y una casa de productos para el hogar”, ironizó.
El Hospital Escuela cumple diversas funciones. Por un lado, ofrece al público un servicio de atención clínica y cirugía de pequeños y grandes animales (perros, gatos, caballos y otros), así como de animales exóticos. Cuenta con laboratorios, instrumental para diagnóstico por imágenes y especialistas en etología, reproducción, oncología, gastroenterología y más. También, es utilizado por los estudiantes de grado avanzados para realizar prácticas académicas. Además permite el desarrollo de investigaciones y de cursos de capacitación y posgrado para los graduados. Toda esa actividad es la que está en riesgo y, por eso, las autoridades entienden que, de ser clausurado el hospital, cesaría todo el funcionamiento de Veterinarias. “Vamos a un conflicto grave”, avisó el decano.
“Los estudiantes rechazamos el cierre del hospital y, si alguien viene a clausurarlo, vamos a estar ahí para impedirlo y defender la autonomía universitaria”, afirmó Federico Alfieri (EVET), presidente del centro. No obstante, la adhesión estudiantil no es plena, porque se cruza con el reclamo de recuperación de La Cueva, el histórico comedor universitario: “No compartimos el proceder del decano. Recién ahora acude al movimiento estudiantil, cuando hace años estamos advirtiendo que se venía este conflicto. En lugar de llevar adelante esta lucha entre todos, empezó a demoler La Cueva con el argumento de que no podía construir aulas en otro lado, porque iba a tener problemas con los vecinos”.