Para las carreras de Ingeniería se sostenía la necesidad de reducir los años de estudio y enviar la especialización al posgrado. En los debates que se generaron, la imagen del “Bachelor of Engineering” era una imagen recurrente. Los modelos importados de EE.UU. o de Europa definían las propuestas. El hecho es que las realidades son diferentes. En EE.UU. el primer grado universitario habilita a sus egresados para recibir la especialización en la empresa. Europa, con otra formación en el nivel secundario, también hace que sus egresados del primer grado universitario completen su especialización en la empresa. A Japón le interesa que salgan con la cabeza en condiciones de asimilar la formación tecnológica que les da la empresa y no les interesa si los habilitan con historia, filosofía o idiomas.
Por supuesto esto no es lo que nos pasa. Nuestros egresados de grado, ingenieros, físicos y matemáticos tienen una formación equivalente a un “master” del Hemisferio Norte, es decir, nuestro primer grado universitario equivale al segundo de ellos y, cuando un ingeniero ingresa a trabajar a una planta industrial en nuestro país, en casi todos los casos, tiene que estar preparado para resolver los más variados problemas.
La propuesta de la SPU olvida que hay instituciones, como la UBA, que desde hace más de 180 años diseñan sus propios programas con el éxito que prueban sus premios Nobel, y pretenden empujarnos a ser una parte minúscula e intrascendente del todo propuesto por los globalizadores. Los globalizadores universalizan su particularidad y pretenden negarnos la posibilidad de crear nuestro propio universo. La SPU debería cesar en su intento de poner en el centro de la actividad de las universidades argentinas a mecanismos burocráticos, con acreditaciones, ciclos generales de conocimientos básicos, reglamentos para la admisión de alumnos, incentivos, programas de reformas, que vacían de sentido académico a las instituciones. Hoy, un desafío que tienen las universidades argentinas es sacar el centro de su actividad de los mecanismos burocráticos y ponerlo en pensarse en la emergencia nacional, regional y latinoamericana, es decir, pensarse de modo de contribuir desde sus especificidades científicas, tecnológicas, a que la sociedad construya su propio universo.
* Respectivamente, decano y coordinador del decanato de la Facultad de Ingeniería (UBA).