El propósito de la primera edición de esta iniciativa es derribar ese muro tácito que parece existir entre los diversos campos científicos y la gente. “No son pocos los que, ante el más simple comentario sobre las matemáticas (que se perfila como la piedra fundamental de ese muro), se excusan diciendo ‘yo de eso no entiendo nada”, explica el matemático Adrián Paenza, quien después de hacerse conocido como periodista deportivo, se involucró de lleno con el universo de los números, al punto que será el padrino de “Buenos Aires Piensa”. Así, este encuentro pretende ser un nexo entre los vecinos y las ciencias.
El festival se realizará en 17 sedes, entre las que figuran el Centro Cultural San Martín, el Complejo Teatral de Buenos Aires, El Dorrego, el Planetario, la Ciudad Universitaria y las facultades de Agronomía y Ciencias Veterinarias. “Queremos despertar vocaciones, que la gente conozca las posibilidades que tiene para desarrollarse, que quizás ni siquiera sabe de su existencia, y contribuir con la educación de los ciudadanos”, explica a Página/12 el rector de la UBA, Guillermo Jaim Etcheverry.
La idea es que esta iniciativa se repita cada dos años. “Es que lleva todo un año de organización. De hecho, comenzamos en diciembre pasado a gestar esta primera edición”, sostiene el secretario de Cultura porteño, Gustavo López.
Durante el festival, nueve científicos argentinos que hoy trabajan en otros países viajarán a Buenos Aires para dar más de una decena de charlas.
Para refutar a aquellos que sostienen que la ciencia tiene cara de adulto, también habrá un ciclo de teatro donde los chicos podrán ver la labor de un científico que se convierte en un realizador de utopías, o una obra en la que se despliega una nueva constelación de objetos estelares. “Prohibido no tocar”, incluso, será otra de las sedes del festival, donde los chicos –y no tanto– pueden aprender participando de las distintas experiencias científicas. La información de todas las actividades se encuentra en la página www.buenosairespiensa.com.ar “El científico se tiene que reunir con la gente –advierte Paenza–. Es que los jóvenes y adultos están desapasionados, porque ni siquiera saben que existe la posibilidad de acceder a carreras, cursos, talleres que hoy se dan” en la ciudad. El encuentro tampoco dejará de lado el costado social o económico del conocimiento científico. “¿A los argentinos nos estafaron?” es el título de una de las charlas que busca contribuir a “la construcción de la memoria respecto de lo que ha generado miseria y exclusión”. El fenómeno de las empresas recuperadas por sus propios trabajadores, el lugar que ha ido ganando el ADN, la clonación humana y hasta estudios realizados sobre las memorias del primer amor y los celos ocuparán parte de la agenda de temas. “Esta es también una oportunidad para exhibir las investigaciones que realizan los profesionales de la UBA”, destaca Jaim Etcheverry. López, por su parte, sintetiza cuál es el propósito del festival: “En muchos países, los científicos están valorizados porque los mismos ciudadanos conocen sus trabajos y creen en su importancia. Queremos que aquí suceda lo mismo”.