Lo que la teleportación consigue, en rigor, es producir –del otro lado del Danubio– un objeto exactamente igual al primero. “Desde el punto de vista teórico, sería posible teletransportar seres humanos por este método”, como se vio en la serie Viaje a las estrellas, comentó un especialista argentino en el área. De todos modos, el propósito de estos experimentos es otro: lograr una nueva generación de computadoras “cuánticas”, cuya capacidad les permita solucionar problemas que las mejores computadoras actuales tardarían cien años en resolver. Una de sus aplicaciones podría ser descifrar todos los sistemas actuales de encriptado de información: “El sueño del hacker”, o del Estado policial.
El experimento fue efectuado por un equipo de científicos de la Academia de Ciencias de Austria y del Instituto de Física Experimental de la Universidad de Viena, dirigido por Anton Zeilinger, y se publica en el número de hoy de la prestigiosa revista Nature; consistió en “la teleportación de fotones a lo largo de una distancia de 600 metros a través del río Danubio en Viena”.
Hacía seis años, el mismo equipo había publicado un experimento precursor, en laboratorio, donde la distancia alcanzada con un fotón había sido de tres metros. Y, hace dos meses, otro equipo austríaco, dirigido por Rainer Blatt, logró teleportar nada menos que un átomo, si bien a menos de una milésima de milímetro de distancia.
En rigor, “la teleportación consiste en tomar un objeto cualquiera y lograr que en otro lugar del universo aparezca un objeto idéntico, en el mismo estado”, precisó para este diario Juan Pablo Paz, investigador del Conicet y profesor en la UBA, especializado en computación cuántica. Así podría teletransportarse, supongamos, al cantante Palito Ortega (de Buenos Aires a Colonia) o bien, para empezar, un fotón a través del Danubio.
Como los cantantes, los fotones no son todos iguales. “Esas partículas de luz pueden estar en muchos estados distintos según una propiedad que es la polarización; como los vidrios de algunos autos, los fotones pueden estar polarizados, y lo están de muy distintas maneras. Entonces, lo que se teleporta es el estado de polarización de un fotón, sin necesidad de que el experimentador lo conozca”, explicó Paz. En el caso de Palito, se trasmitirá a Colonia toda la información necesaria para que los átomos previamente dispuestos en Colonia se conviertan en Palito Ortega y no, supongamos, en el tenor Luciano Pavarotti.
Lo primero es, para el fotón como para Palito, contar a ambos lados del río, con la materia prima necesaria. En Viena, la “materia prima” fueron dos fotones, uno a cada lado del Danubio, y bajo una condición: “Se hallan en un estado especial, un estado muy raro previsto por la física cuántica: enganchados, entrelazados, como si cada uno supiera algo del otro”, señaló Paz.
En este estado especial, le acercamos al fotón de este lado del Danubio un tercer fotón, el que queremos teleportar –digamos: el fotón-Palito–. La “magia de la teleportación” –metaforizó Paz– consiste en que, si tomamos determinadas mediciones de los fotones de este lado y las enviamos al otro lado del río, el fotón que está allá se transforma en el que estaba acá; adquiere exactamente la misma polarización, se convierte en fotón-Palito.
¿Podrá alguna vez lograrse la efectiva teleportación, no ya de fotones a través del Danubio sino de personas a través del Río de la Plata? “Desde el punto de vista teórico, es posible”, contestó Paz. Por ahora, “hay en marcha proyectos para teleportar, no ya átomos sino moléculas, y losresultados se irán viendo en los próximos meses o años”, contó. El límite de rapidez para este medio de transporte sería la velocidad de la luz, y no se podría viajar a cualquier parte sino a un lugar donde previamente se hubiera instalado un dispositivo que contuviera la materia prima, los átomos suficientes para reconstituir la persona, “enganchados” con átomos del lado de acá.
De todos modos, el horizonte práctico en el que se inscriben las investigaciones de teleportación, que se desarrollan en diversos lugares, no son los viajes instantáneos, ni siquiera las telecomunicaciones, sino la perspectiva de fabricar computadoras “cuánticas”. Estas computadoras “serían más eficientes que las actuales para realizar tareas muy complejas, como determinados problemas matemáticos”, observó Paz. Un ejemplo de este tipo de problemas es el que implica la encriptación de datos. Supongamos, uno envía su número de tarjeta de crédito por Internet a un sitio “seguro”, adonde la información viaja encriptada. En rigor, discernir el número no requeriría exactamente descubrir un misterio –como en El escarabajo de oro, de Edgar Allan Poe–, sino efectuar una cantidad de operaciones, pero “tantas, que las computadoras actuales más poderosas tardarían cien años o más”, comentó Paz.
La que no tardaría casi nada sería la computadora cuántica. “Sería el sueño del hacker”, comentó el investigador. También serían el sueño de un Estado que quisiera controlar todo aquello que los particulares intenten comunicar privadamente por Internet.