En la universidad, desde los diferentes claustros resistimos durante años la política que intentó destruir la educación pública y la investigación científica. Hoy hemos recuperado importantes preceptos, tanto el presidente de la Nación como su ministro de Educación defienden la autonomía universitaria. La universidad dejó de ser vista como un estorbo y, por primera vez en años, se ejecutó —aun con valores relativos y absolutos insuficientes— el presupuesto en un 100 por ciento, desterrando la política neoliberal de los sucesivos recortes. Desde la comunidad universitaria debemos continuar reclamando por el incremento presupuestario y por la mejora de los salarios de los trabajadores docentes y no docentes, pero también debemos participar en la convocatoria a construir un nuevo país, a colaborar con un desarrollo productivo y con la sustitución de importaciones otorgándoles mayor valor agregado a nuestros productos. Ya no podemos reproducir el modelo de universidad “isla”, que únicamente demanda y se preocupa solo por sí misma. Debemos comprometer nuestros mayores esfuerzos al servicio de la comunidad insertándonos regional y nacionalmente, generando y transfiriendo conocimiento para que la mejora de la universidad se transforme en una mejor calidad de vida de la población y el país. Las universidades nacionales, que congregan el mayor capital intelectual y científico del país, deben colaborar para una Argentina productiva, que se traduzca en mayor “justicia social”.
* Firman también AGDU-ER, Adunlam, Gdiunt, Adiunvim, Adunsam, Adfra UTN, todos gremios docentes universitarios.