La Universidad de Palermo y la Escuela Superior de Publicidad ofrecen cursos para jóvenes modernos con espíritu de cazadores de tendencias, una profesión a la que las empresas de consumo masivo apelan cada vez más.
Cámara digital, grabador, anotador, oídos, ojos bien abiertos y un sexto sentido son todas las armas que parece necesitar un cool hunter para realizar su trabajo. Los cazadores de tendencias ganan cada vez más espacio en Buenos Aires. Se dispersan por las calles en busca de objetos, actitudes y hábitos de consumo. Están entrenados para detectar, antes que nadie, lo que va a pasar en la sociedad y cuáles serán los cambios que los consumidores esperan. Para nada ajenas a esto, algunas casas de estudio han convertido la disciplina en una carrera terciaria. La Universidad de Palermo y la Escuela Superior de Publicidad ofrecen cursos para jóvenes modernos con espíritu de cazadores.
Según afirman profesores de la Escuela Superior de Publicidad, actualmente muchas marcas están utilizando en sus plataformas de comunicación los sentidos que captan los cool hunters como la idea de bienestar, desde marcas de indumentaria, alimentos, bebidas y bancos. Se manejan conceptos como el cuidarse, estar bien, en equilibrio, disfrutar más de las pequeñas cosas y vivir el presente.
Otra tendencia que se empieza a ver reflejada en la comunicación de distintas marcas es la concientización, el pensar en el medio ambiente, en la ecología, reutilizando materiales y ahorrando consumos. Un cool hunter tiene que ser muy curioso, le tiene que encantar buscar información, observar, preguntar, saber escuchar, ir a las raíces y buscar en lugares no convencionales, ir al territorio e inspeccionar qué es lo que llama la atención, por qué se usa, por qué lo eligen.
“Las empresas te dan una premisa, puede ser del ramo textil, tecnológico, automotriz, etc. Uno sale a buscar a la calle lo que se usa y cómo, se captan necesidades y se decodifican significados. Luego, se realizan informes que son los que se entregan a la empresa”, explica Pía Giudice, cool hunter y profesora del curso Cool Hunting desde el 2005 en la Escuela Superior de Publicidad. Pía asegura que en el curso se enseña a “mirar más allá, y se instruye con herramientas de investigación social como para que puedan poner en palabras o en imágenes lo que ven a su alrededor”.
En Nestlé, tienen un equipo internacional de cool hunters dentro de su programa de innovación de productos Next Trends a través del cual se analizan los grandes cambios sociales y sus repercusiones en el consumo.
En Nokia, un equipo interdisciplinario de cool hunters recorre distintas ciudades cazando tendencias que luego se plasman en los teléfonos celulares.
Marcelo Sorzana, director de la empresa de marketing y comunicación Surreal y profesor de Producción de Modas III en la Universidad de Palermo, señala que el cool hunter es muy importante porque “aporta una visión más certera del público al que la empresa quiere llegar. Es elemental para una empresa investigar el sentido, esto no lo consiguen las encuestas. Ver más allá de lo que ve cualquier persona, es un sexto sentido”.
En el Instituto Nacional de Tecnología Industrial también se utiliza la metodología cool hunting. Las investigaciones se realizan para empresas de indumentaria, accesorios, calzado, marroquinería y consumo masivo. Desde el instituto el compromiso es explicar qué pasa con la gente en la calle.
Marina Pérez Zelaschi, responsable del observatorio de tendencias del INTI, explica que la tarea del cool hunter implica “interpretar de una forma sintética las tendencias. Es una cuestión de ojo clínico desarrollado, puede rescatar intangibles con su mirada aguda y observación creativa”. Cazadores y cazados se entrecruzan todos los días en las pasarelas de asfalto, así es como se generan las tendencias que luego se hacen masivas y decantan en modas. Se estima que, a futuro, el trabajo de los cool hunters crecerá aún más porque, como asegura Marcelo Sorzana, “la observación en tiempos hedonistas no puede ser de otra manera que sensible”.
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