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¿PARA QUÉ, LOS HUARPES?

Nota 4, final. ¿PARA QUÉ, PARA QUIÉN? Claramente, la experiencia como universitarios implica un aprendizaje y un enriquecimiento personal. Pero la pregunta que nos surge es cuán útil es esta experiencia para las comunidades de donde provienen. ¿Cuántas probabilidades hay de que esta experiencia no los aleje de sus raíces? Seguimos hablando con los jóvenes del Programa de becas para comunidades huarpes y escuelas albergue. También habla Carla Rosales, responsable de este emprendimiento de la Secretaría de Bienestar Universitario.

29 de junio de 2006, 19:09.

imagen ¿PARA QUÉ, LOS HUARPES?

Escuchá lo que cuenta Andrea Rodríguez, de San Miguel, Lavalle.

–¿Qué encontrás en la gente de acá, diferente a la gente de tu pueblo?
–El pensamiento. Muy crítico. Acá piensan por ellos.
–¿Qué significa eso?
–Toman sus propias decisiones, se manejan solos. Despegados de sus padres. Se miran a ellos mismos.

El desapego “es un riesgo”, admite Carla Rosales. “Pero en realidad tengo esperanzas de que los chicos participen más en sus comunidades”, afirma. Y agrega: “Muchos de ellos no se identifican con la ciudad. Eso les sirve para aferrarse más a su pueblo”.

Para servir

Rosales sostiene que los chicos huarpes encuentran en la formación universitaria un modo de servir a su lugar de origen, al reclamo de derechos y de identidad cultural. “Las comunidades necesitan sus propios intelectuales”, enfatiza. “Muchas veces, vienen los profesionales de fuera, o los estudiantes, y los analizan como piezas de museo”. Asimismo, “este programa (de estudios en la universidad pública) es una conquista de las comunidades. Ellos mismos lo plantearon, en contacto con estudiantes de (la carrera de) Medicina” de la UNCuyo.

“¿Qué dice la gente de tu pueblo, de que vos estés en la universidad?” le preguntamos a Valeria Guaquinchay.

–Dicen que es una oportunidad. Todos lo ven como algo positivo. Pero eso, si vuelvo a mi comunidad…
–¿Qué harías allá?
–Trabajar: docencia, en el centro de salud, trabajo social… Hay mucha pobreza.

También nos cuenta su caso Patricia Ponce, oriunda de Encón, en el departamento 25 de mayo, San Juan.

–Voy a estudiar Enfermería. Antes de venir, ayudaba en una salita en mi pueblo, como voluntaria. Espero volver.

Muchos de estos casi adolescentes, como Valeria y Patricia, todavía no alumnos formalmente de la UNCuyo, expresaron su deseo de regresar a su pueblo, al terminar la carrera… Pero ¿mantendrán esos mismos anhelos? ¿O sus intereses podrán cambiar tanto como para proyectarse en la vida urbana? ¿O incluso para renegar de su pasado? Son preguntas que no respondemos aquí, cuya respuesta se conocerá en algunos años.

El sentido común

Carla nos ayuda. Comenta que entre los mismos huarpes que ya estudian en la UNCuyo desde hace unos años, hay dos sectores. Aquellos más comprometidos políticamente, más militantes, y los que prefieren invertir más tiempo y energías en los estudios. Sin embargo en muchos casos, admite ella, “en la universidad es difícil para ellos reconocerse, decir ‘soy huarpe’”. ¿Por qué? Por temor a ser marginados por sus compañeros de cursado. ¿Cómo se representa el sentido común lo indígena, lo huarpe? Conocer eso, seguramente diría mucho sobre nosotros, como sociedad…

Una anécdota, para cerrar. Los becados suelen comprar artículos en el barrio privado Dalvian, cercano a la Residencia Universitaria. Rodolfo Palma, de Las Catitas, Santa Rosa, contó una anécdota que sintetiza ciertamente el sentir general de estos adolescentes de zonas rurales, en relación a la ciudad, a los adultos, a la gente de otra condición social… Lo contó impresionado:

–El otro día, pregunté a un señor, en el barrio cerca de acá, la hora, y se escapó. Se fue porque creyó que iba a robarle. Y se fue sin hablar…

Germán Fernández
Para ¡en contActO!, boletín de la Secretaría de Bienestar Universitario
2006

 

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