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Pedró, de UNESCO: “Hay cierta heroicidad detrás de lo que ha sucedido en las escuelas y universidades”

El director del Instituto Internacional para la Educación Superior en América Latina y el Caribe analizó cómo se tienen que preparar las universidades para el escenario post pandemia. Con su disertación quedó inaugurado el ciclo “FIESA Webinarios”, que tiene entre sus organizadores a la UNCUYO.

02 de junio de 2020, 18:08.

imagen  Pedró, de UNESCO: "Hay cierta heroicidad detrás de lo que ha sucedido en las escuelas y universidades"

Franscec Pedró, director de IESALC UNESCO, y Jimena Estrella, secretaria de Investigación, Internacionales y Posgrado de la UNCUYO.

Con la premisa de reflexionar sobre los grandes desafíos que significa la internacionalización de la Educación Superior en tiempos de pandemia, se puso en marcha el ciclo “FIESA Webinarios”, compuesto por 10 propuestas de encuentros con invitados especiales para cada tema de interés. 

Los webinarios son un emergente de la Feria Internacional de la Educación Superior Argentina (FIESA), explicó en la apertura Daniel Antenucci, vicerrector de la Universidad Nacional de Mar del Plata y miembro del Comité Organizador. Se repetirán cada 15 días y los asistentes podrán acceder a un certificado digital en caso de haber participado de al menos 8 de los 10 encuentros. 

El ciclo es organizado de manera conjunta por la UNCUYO, la Universidad Nacional de Mar del Plata, el Consejo Interuniversitario Nacional (CIN) y el Ministerio de Educación de la Nacion. A su vez, cuenta con los avales del Consejo de Universidades Privadas (CRUP), la Asociación de Universidades Grupo Montevideo (AUGM) y Global/OBREAL.

Acerca del primer webinario

Más de 1000 personas de 15 países participaron del seminario inaugural “El día después del Covid-19: Cómo preparar a las universidades para el escenario post pandemia”, donde disertó el español Franscec Pedró, director del Instituto Internacional de la UNESCO para la Educación Superior en América Latina y el Caribe (IESALC). 

“Es importante que nos demos cuenta que seguimos teniendo, a pesar del confinamiento, oportunidades para comunicar, para aprender conjuntamente” remarcó Pedró al inicio del webinario. 

El escenario que trazó en su disertación se inscribe en los datos del último informe del IELSAC, titulado “COVID-19 y educación superior: De los efectos inmediatos al día después. Análisis de impactos, respuestas políticas y recomendaciones”. 

Moderó el encuentro, la secretaria de Investigación, Internacionales y Posgrado de la UNCUYO, Jimena Estrella, quien destacó que el informe –en varios momentos- hace referencia a la oportunidad que tienen las universidades de darse un espacio de reflexión interna sobre el método o el sistema de enseñanza-aprendizaje que están llevan adelante. 

El camino hacia la reapertura de las universidades

Pedró comenzó reconociendo que ninguna de las instituciones de educación superior tuvo tiempo suficiente para prepararse anticipadamente a los cierres. Y consideró que, al margen del trabajo del personal de salud y sanitario, “hay una cierta heroicidad detrás de lo que ha sucedido en las escuelas y universidades de todo el mundo”. 

También señaló que es necesario tener en cuenta la capacidad tecnológica real de los países de América Latina. Advirtió que sólo el 51% de los hogares tiene equipamiento y conectividad de banda ancha, que permita un uso óptimo de las aplicaciones predominantes en el sector de la educación superior.  

En ese sentido, habló de una infrautilización de la telefonía celular. “En la mayor parte de los países de América Latina, se podría decir que hay más líneas de teléfono celular que habitantes –dijo y agregó-, para la próxima oportunidad, en que tengamos que volver a una situación de continuidad pedagógica, tenemos que sacar partido de esas tecnologías que están prácticamente universalizadas en el caso de la educación superior”. 

La continuidad pedagógica fue precisamente otro de los temas centrales. A pesar de no haber datos contrastados, un toque de atención para las instituciones está dado por la falta de capacidad de autorregulación de la mayoría de los estudiantes de grado. 

“El gran riesgo de la educación superior a distancia sigue siendo el abandono, que tiene mucho que ver con la falta de un proceso de autorregulación del estudiante, que se traduce en la autodisciplina para marcarse unos horarios, y efectivamente seguir la actividad”, aseveró. Además explicó que el problema se podría resolver con tutoría y seguimiento individualizado, aunque esa solución está muy lejos de la mentalidad y la capacidad de muchos de los docentes universitarios de la región.  

En cuanto a los efectos a corto y mediano plazo que la pandemia parece estar teniendo sobre el sistema de educación superior, el especialista español identificó al menos cinco. 

Más allá de “la entrada al experimento de la educación a distancia, soportada por la tecnología” -como definió a la actual situación-, Pedró estimó una evolución de la demanda de educación superior en V, es decir que va a decrecer profundamente, pero dentro de un año aproximadamente volverá a crecer. El porcentaje de disminución ronda el 30% y las tasas de recuperación no superarán el 10%.

Fundamentó esta situación en el hecho de que muchos jóvenes ,que hoy se ven impedidos de continuar sus estudios (por razones de trabajo), al ver que el mercado laboral no brinda las oportunidades que necesitan, intentarán encontrar en la educación superior un refugio que les permita rearmarse pensando en una vuelta más cualificada al mercado.

Asimismo, señaló que en países de América y Asia esta caída en la demanda llevará a algunas instituciones de educación superior de índole privada a reducir sus aranceles hasta un 20%, para intentar compensar la falta de demanda. 

A pesar de eso, inevitablemente en los países donde la oferta de educación superior a distancia está muy marcada por la presencia privada, lógicamente habrá un cierre de multitud de universidades pequeñas en grandes ciudades, o serán absorbidas en un proceso de consolidación por grandes centros universitarios. 

Del mismo modo, dijo que irremediablemente se asistirá a despidos del “profesorado tradicional”. Y, aunque pueda parecer paradójico, se dará una incorporación  de profesores singularmente vinculados a la tutorización, con un perfil académico mucho más bajo. Es decir que “la reducción de la demanda, también llevará lógicamente consigo despidos, con la emergencia de nuevos perfiles”, estimó. 

Pensando más a futuro, y con la esperanza de equivocarse, Pedró evaluó que “habrá una disminución de la inversión en educación superior”, incluso en el sector público. Este hecho es inevitable al menos por dos razones. Porque el pastel a repartir será mucho menor (el freno en la actividad económica significa que físicamente hay muchos menos recursos a repartir). Pero también porque la educación superior no está entre las tres primeras prioridades de los países (salud, protección de los más vulnerables y reactivación de las empresas).

“Por eso es muy importante que nos armemos con un discurso público que ayude, a la opinión en general y a los decisores en particular, a comprender que la contribución de las instituciones de  educación superior, a través de la formación pero también de la investigación, puede ser crucial en esta recuperación que no sólo es económica, que también es sanitaria y también es social. Las universidades tienen la llave, en más de un sentido, para conseguir que esa recuperación sea una realidad, sin perder para nada cohesión social, sin perder el capital fundamental que la ciencia, la innovación, tienen que jugar, no sólo para combatir pandemias, sino probablemente para apuntar a un modelo de desarrollo económico que sea distinto, es decir, mucho más sostenible”,    

Casi sobre el final recalcó los dos principios básicos que deben iluminar la reapertura de las universidades: la equidad y la calidad. El primero para asegurar el derecho a la educación superior, es decir, no dejar a ningún estudiante atrás. Y segundo para mejorar la experiencia de educación superior. 

Ya en el cierre, compartió cuál sería una estrategia de apoyo, salida y transformación de las universidades. Es un trayecto que distingue tres momentos: el de garantizar la continuidad pedagógica (presente), el de reapertura bajo condiciones muy distintas a las actuales, y el de reestructurar, en áreas de una mayor calidad y equidad, la forma en que se concibe la educación superior en la región. 

Un horizonte de oportunidades

Dentro del informe que elaboró el IESALC se encuentran una serie de recomendaciones para planificar la transición hacia la nueva normalidad.

En primer lugar sugirió a las instituciones de educación aplicar un modelo en tres fases: continuidad pedagógica a distancia, reanudación de las actividades pedagógicas presenciales en el marco de las medidas sanitarias, y reestructuración de los modelos de enseñanza hacia uno híbrido que incluya presencialidad y virtualidad.

También hizo un llamado a los Estados y a las instituciones a atender prioritariamente la falta de equipamiento y conectividad, ofrecer servicios y aplicaciones para teléfonos celulares; y garantizar que estudiantes y profesores dispongan de líneas de apoyo constantes, por vía telefónica o por internet.

Y por último, exhortó a los Estados a considerar el papel de la educación superior en los planes de estímulo para la recuperación económica y social; forjar consensos nacionales; establecer un marco regulatorio claro; y fomentar la cooperación internacional.

Quienes estén interesados en consultar el informe completo, pueden hacerlo ingresando en: http://www.iesalc.unesco.org/wp-content/uploads/2020/05/COVID-19-ES-130520.pdf

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