Hablemos del cine, por ejemplo. En primer lugar porque no tenías la televisión. Cuando la TV apareció en la década del `60 en Mendoza, no todo el mundo tenía una. Además con este problema de que no es lo mismo ver una película en televisión que verla en una pantalla enorme, donde nada te interrumpe y estás todo el tiempo con la atención puesta ahí, ¿verdad? Pero no es ese el tema. El tema es que en la TV tener la comodidad de ver todo ahí y punto. De hacer zapping. Además dejaron de ser rentables. Yo, por ejemplo, fui a ver una ! película española que ganó el Oscar un día de semana en el “Emperador” y entré cuando estaban dando el final de la función anterior y vino el intervalo. Cuando quiero acordar, salvo una pareja amiga, ¡Estaba sólo en la sala! Vinieron de la empresa a decirnos que nos devolvían la plata si nos íbamos. Mi amiga no aceptó y nos la dieron para los tres, en semejante, enorme sala. Eso qué te dice, te dice que en una noche muy fría la gente no salía. Ya estaba inaugurado, creo, el Shopping y no les quedó otra que alquilárselo a la U.N.Cuyo.
Pero Village o Cinemark llenan 10 salas tanto un lunes como un sábado...
¿Pero qué capacidad tienen?
Un cuarto quizás de las antiguas, pero ¿por qué la gente hoy vuelve al cine?
Por que ha cambiado, no van al cine solamente. Van a hacer el paseo de compras, van a un lugar de diversión donde además van a ver películas. Además un cinéfilo tiene la posibilidad de elegir lo que se le da la gana, tiene todo junto; en una salita una película, en otra sala otra. Por eso era una salida especial para ir al teatro. Mendoza era otra, el ritmo era otro.
Entonces el entorno de la Ciudad también influyó en su decadencia.
Totalmente. No hablemos de lo que es ahora la inseguridad, sino que ya se fue abriendo el Centro. Eso que hace años pasaba en Buenos Aires, que en los barrios había toda esa vida, acá en Mendoza se empezó a desarrollar. Yo tengo la sensación de que Mendoza era como un pan sin leudar y que fue creciendo, creciendo y creciendo... y reventó para todos lados. Cambiaron las costumbres, cambiaron las formas de divertirse. Las salas quedaron grandes. Pero hay cosas que yo no perdono, por ejemplo, a principios de los ´60 Corti Videla, que era rector de la U.N.Cuyo, recibió del Fondo Nacional de las Artes diez millones de dól! ares, que en aquel entonces era una barbaridad y la U.N.Cuyo tenía que poner dos mil dólares más para comprar el edificio entero del “Cóndor”. Pero en todo el edificio aquel podríamos haber ido a parar Música y Teatro y tener un lugar permanente- No lo hicieron, se perdió la oportunidad y la Universidad no tuvo sala. Pero yo digo, si la Universidad se hubiese quedado con ese teatro, si el resto los tuviera la provincia.... la provincia necesita tener un teatro como el Rex, con dos mil localidades. Y lo necesita porque el teatro Independencia es chico y traer a Les Luthiers te significa una entrada carísima. Para abaratar costos tenés una sala mucho más grande y lo podés hacer más accesible al público en general. No hay! miras de eso. La Municipalidad con mucho tino se quedó con el Quintanilla que es chico y para ciertas cosas es ideal. Yo he actuado ahí para doscientas personas, que es ideal. Y después tiene otro más grande que es el teatro Mendoza, de calle San Juan. Pero creo que la provincia no se puede quedar con el que tiene arriba de la Subsecretaría de Turismo, que no sirve para nada, además del Independencia. Necesita otra sala grande.
¿La llegada de estos cines influyó en el teatro?
El teatro tiene otra derivación del cine. Lo que le pasa al teatro es que siempre tuvo competencia, parió hijos que fueron competidores, la TV, el cine, todos competidores. Y después también hay un problema con los elencos. Si miramos la historia de Mendoza, nunca hubo más de cuatro o cinco elencos de valor e importancia trabajando permanentemente. A lo mejor en este momento vos ves que distintos elencos dan montonazos de obras y sin embargo sigue habiendo cuatro o cinco que valen la pena. Es decir, la cantidad no significa calidad ni mucho menos. Significa solamente que hay más movimiento.
¿Puede ser Mendoza en este momento la segunda plaza de producción de teatro a nivel nacional?
Puede ser, sí, sí. En algunos aspectos ha superado a veces a Córdoba y Rosario. Cuando uno mira lo que cada provincia ha hecho uno llega a la conclusión de que Mendoza realmente hace mucho, tiene mucho.
¿El café concert es teatro?
No, no, es eso, es café concert. Un espectáculo que a veces, como tiene sus propios códigos, permite actuaciones. Por ejemplo, un café concert que lo daban Antonio Gasalla y Moria Casán a finales de los `70, donde trabajaban juntos y era café concert. Pero el café concert es un híbrido del bodeville francés, del music hall inglés, de todo este tipo de teatro que tiene que ver con un divertimento, todo entra ahí. En Mendoza ha habido experiencias de todo tipo.
¿El Gobierno apoya al teatro de Mendoza?
En el teatro entre otras cosas se nota menos. Pero yo creo que lo que el estado tiene que hacer es apoyar relativamente, no a todo el mundo como está haciendo en este momento el Instituto Nacional de Teatro, en mi opinión es un error. Lo que tiene que hacer en realidad es ayudar al que ha demostrado que tiene talento y capacidad. Están creyendo que en las provincias funcionan las cosas como en Buenos Aires y no es así. En Buenos Aires los elencos independientes duran quince o veinte años. Acá se arman, se desarman, se juntan. Hay que ver la realidad de cada lugar.
Santiago Raggio
caraycruz1@yahoo.com.ar