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Periodismo y medios alternativos

Sobre el papel de los periodistas en el sistema y la posibilidad de los medios alternativos  ATPA entrevistó al profesor Omar Gais, titular de la cátedra Teoría de la Comunicación Social II de la UNCuyo. Una de las numerosas visiones respecto del tema.

15 de mayo de 2006, 18:37.

Por Pablo Lozano

Departamento Cátedra Abierta

curchunflo1@hotmail.com

15/05/06 En los últimos 30 años se han experimentado experiencias y proyectos que se planteaban proponerse como una alternativa no sólo a los medios (y periodistas) que expresan el poder sino al poder mismo. Ejemplos de ello fueron Rodolfo Walsh, Raymundo Gleyzer, entre otros quienes sacrificaron su vida ejerciendo aquella libertad de la que hablaba aquel periodista: "Difunda esta información, sienta la satisfacción moral de un acto de libertad". Aquí una revisión de esas experiencias, del rol de periodismo en la actualidad y los peligros a los que se enfrenta en la voz de Omar Gais, titular de la cátedra Teoría de la Comunicación Social II de esa licenciatura en la UNCuyo.

 

- ¿Cómo definiría los medios alternativos?

- Haciendo un poco de historia, respecto de esta apuesta que ha sido lo alternativo en Latinoamérica desde los setenta, fines de los sesenta incluso, vemos que ha sido una apuesta muy fuerte y que no ha dado los resultados esperados. En principio creo que sería aceptable hablar de medios alternativos, y estamos presuponiendo allí que la alternatividad de los medios se formula como contrapropuesta de los medios establecidos, dominantes, que son los que se ajustan a un funcionamiento comercial, sostenidos por publicidad, empresas privadas, con objetivos de ganancia, etcétera. Sin embargo me parece que lo dominante en la cuestión de la alternatividad no es el medio sino el discurso que los medios alternativos hacen circular. Conocemos casos de medios que se presentan como alternativos y sin embargo hacen circular un punto de vista que no es contrastado con el punto de vista establecido hegemónicamente; y conocemos medios que nadie llamaría alternativos porque funcionan de la forma que mencionábamos y sin embargo dejan circular discursos que son alternativos respecto de los dominantes. En suma, me parece que no habría que hablar de medios alternativos sino de discursos alternativos en función de los discursos que dejan circular uno u otro tipo de medios.

- ¿Los discursos alternativos deberían definirse contrahegemónicos o simplemente distintos?

- No sé si se puede formular un “debe ser así”, dependerá de quién pone en funcionamiento un medio y hace circular discursos por allí llamados alternativos. Para anclar un poco este nivel  abstracto: si tenés un medio fundado por una ONG que tiene una inscripción de izquierda político ideológica y trata temas como vivienda y desempleo en los sectores populares, tenés claramente un discurso alternativo del neoliberalismo que propone a veces un ataque a ese discurso y que otras propone algo distinto. Todo depende del grupo que haya creado el medio y que esté trabajando en él. Se puede criticar frontalmente una idea que aparece como dominante y formular propuestas que son salidas a esa situación.

- ¿Un medio alternativo puede ser masivo?

- Yo creo que no. Masividad implica de algún modo inscribirse en la lógica dominante. Tener cierta posibilidad dineraria que implique un modo de sustento que probablemente sea la publicidad, y por lo tanto entrás ya en la lógica de los grandes medios. Seguramente con menos presiones, de una manera más manejable, pero sustancialmente sería lo mismo.

- ¿Qué peligros enfrenta el periodismo en general actualmente?

- El escollo dominante es el económico. Ya no es ideológico político, como en épocas de censura. Los mecanismos económicos son hoy más sutiles, más insidiosos y, por lo tanto, más difíciles de sortear. Alain Accardo plantea que una redacción no debe necesariamente bajar línea para que sus escritores se ajusten a un punto de vista del medio. Basta con lo que ese autor denomina “La Lógica del Pelícano”con la que la selección del cuerpo periodístico implica sujetos, agentes, periodistas que comparten un punto de vista general sobre el mundo, para que trabajen en la línea del medio creyendo trabajar, probablemente, a conciencia, sin forzarse y sin restar cuotas de buena voluntad a su trabajo. Creyendo uno hacer “lo que debe” y creyendo que “hace lo que quiere” finalmente estás funcionando de manera dócil sin saberlo para el punto de vista que es el del medio en el que estás. Luego está el sutil mecanismo de la autocensura también, no es brutal como el otro, pero no es menos eficaz. Uno calcula más o menos por dónde está la línea de lo que hay que decir en un tema espinoso y funcionan así. Lo deseable es un periodista hasta donde sea posible consciente de dónde está y de lo que hace. Consciente de los valores que defiende y de los dominantes –que no suelen ser los mismos- y conciente de hasta dónde le permite la libertad que tiene en un medio ejercer, en función de los valores que la profesión o la posición ideológico política en la que está. Sabemos que la objetividad es imposible, eso no significa que todo vale. Al contrario sabemos que es deseable como objetivo alcanzar la fidelidad con la información, pero que no es absolutamente alcanzable.

- ¿Qué rol cumple el periodista actualmente?

- Por un lado recoge la historia ya centenaria del periodismo de funcionar en el mismo zócalo que la democracia, de considerar la información como un bien público y no solo como una mercancía. Creo que todavía hay medios que plantean y defienden esto. Y frente a eso el dominio y el ascenso de la información como mercancía –o de esa dimensión de la información- sacrificando o disminuyendo la otra. Por lo tanto hay una lucha claramente visible planteada por organismos sindicales periodísticos versus medios que definen la otra. A mí me parece que el papel del comunicador social –abarcar no solo al periodismo- sería todavía, es lo que deseo, el de la defensa burguesa democrática de la información como valor del espacio público a defender de los oligopolios que la consideran una mercancía. Todo lo que de ahí en adelante me parece válido.

- ¿Se puede plantear al cuarto poder como un poder más de los sectores dominantes? ¿Se puede hablar del cuarto poder como defensor del pueblo frente a esos sectores?

- Ignacio Ramonet plantea  la creación de los Observadores de Medios como un quinto poder para controlar al cuarto que no estaría funcionando como controlador de los otros tres poderes de la democracia. Que haya observatorios de medios con un funcionamiento cercano al de Amnesty International o al de Transparency Internacional, etcétera, es la idea de que no se está cumpliendo ese poder de balance, de control, de denuncia que hacen mal los otros tres poderes. Yo creo que se puede, un resquicio, mostrar que a lo mejor superficialmente un canal de aire nacional funciona de manera más acorde a un interés que a otro. Y lo que es peor es que el canal del Estado, del gobierno, se ajusta a esa lógica. Esto pasa en todo el mundo. Existen en cambio otros medios de carácter público, ni estatal ni privado, y por lo tanto la programación que se permiten es mucho más plural y conforme a todo tipo de organizaciones e individuos en la sociedad civil que tiene una presencia mucho mayor que en un canal estatal. Acá ni siquiera conocemos eso. Pero me parece un síntoma que el canal del Estado, del gobierno, también se ajuste cada vez más a la lógica dominante, lógica de los canales comerciales.

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